Su libro sobre la reina causó tanto revuelo que tuvo que intervenir hasta la Casa Real. Con este del rey volverá a conmocionar.

Un recuento histórico lleno de datos inquietantes, testimonios sorprendentes, documentos inéditos que narran cómo don Juan Carlos consiguió recuperar el trono para los borbones. Un relato imparcial, como ella misma advierte. «Ni con el rey, ni contra el rey».

Cartas Manuscritas del rey y de su padre, informes de la CIA, documentos confidenciales de la Casa Blanca pero también notas de embajadores, secretarias, policías y hasta terroristas. todo perfectamente archivado en anodinas carpetas dentro de un sencillo armario.

Son los documentos que configuran el más inquietante y apasionante relato de la historia reciente de nuestro país. Pilar Urbano los ha ido reuniendo durante años de investigación, al mismo tiempo que hablaba con los protagonistas y, lo que es más importante, «con ese tercero que sale en la foto, pero que como no es importante no escribe sus memorias»; traductores, asistentes y camareros han sido sus confidentes. Todo para escribir El precio del trono, editado por Planeta, un libro de 1200 páginas en las que cuenta cómo don Juan Carlos recuperó la corona para los Borbones. No fue fácil.

En un escenario internacional dominado por Estados Unidos, manipulado por sus servicios secretos y regido en conspirativos clubes secretos; en un país asolado por una dictadura y sembrado de espías; con una familia derrotada por el exilio, se forjó un rey. Juan Carlos I. Y se perdió otro, su padre, don Juan.

«A mí me gusta la figura de don Juan», comenta mientras nos muestra su impresionante archivo. «Un hombre algo ingenuo. Bonachón. El marinero, un hombre de soledades. Un misterio. Aunque, por otro lado, fuese de amantes, tatuajes», pero creyó que los generales lo iban a coronar. Siempre lo creyó. Él, siempre tan seguro de su legitimidad.

XLSemanal. Es cierto, en su libro muestra a un don Juan que nunca duda de su legitimidad, pese a que sus dos hermanos mayores son obligados por su padre a renunciar: uno, por hemofílico (muere joven); el otro, por sordomudo, don Jaime, que luego reclamará la corona para su hijo don Alfonso.

Pilar Urbano. Don Jaime era sordo y con un retraso, no había recibido formación. Todos hemos visto la película del rey tartamudo y simpatizamos con esa minusvalía, pero las cosas no eran así. No había logopedas ni traducciones simultáneas. No podía hacer muchas cosas. Y le daba al sexo…

XL. ¿Cómo? ¡Eso no lo cuenta en el libro! De hecho, hay poco cotilleo en su libro.

P.U. No cabía. Pero está investigado. Yo tengo cartas muy comprometedoras de la familia real. De líos. Don Juan ya advierte en una carta. Esta casa es una conejera. Aquí todo se cotillea, el deporte favorito es atacar a la gente por las faldas.

XL. ¿Había tantas faldas?

P.U. Había. Ya lo decía Alfonso XIII. un rey en el exilio o conspira o se divierte [risas].

XL. Cotilleos al margen, don Juan, que en un principio intentó combatir con las tropas de Franco, acaba enfrentado con el dictador y no solo por legitimidad dinástica. Se distancia de los principios del Movimiento y empieza a hablar de ser el rey de todos los españoles. ¿Qué pasó?

P.U. Don Juan asiste a un acto hitleriano y se queda espantado. No tiene información todavía de los campos de concentración, pero le espanta. No por eso se hace demócrata. No. Pero él es muy anglófilo. Su ideología y la de su madre, Victoria Eugenia, es muy distinta a la de Alfonso XIII. Siempre estuvieron con los aliados. Franco en un momento dado le ofrece volver a España, porque está agobiado, presionado. Ha hecho un pacto con Hitler y otro, secreto, con Roosevelt. Juega a tahúr con los dos bandos y le sale bien. Pero incluso entonces la oferta que Franco le hace a don Juan no es véngase a reinar , sino hágase de la Falange y puede venir como príncipe a la espera . Don Juan no puede aceptar. Dice: «O rey o nada. Y rey de todos los españoles».

XL. Se niega a aceptar cosas que según él mismo dice sí acaba transigiendo su hijo.

P.U. Ahí esta. Y dice eso de. ¡Para eso podía yo haber sido rey desde el año 43! . Vamos a ver. Juan Carlos es el hijo de la derrota. Es de una familia real sin trono y sin dinero. Es enviado a España por su padre con diez años. Es el pupilo y el becario de Franco. Tiene que estar a sus órdenes. Es un muchacho de conciencia dividida. por un lado, la tradición, su legitimidad, su padre y, por otro, la obediencia a quien le está dando de comer, que es Franco. Está en el eje de un tejado a dos aguas haciendo de funambulista.

XL. Una situación difícil que, sin duda, forja su carácter

P.U. Claro. Entre el informe que hace de él el conde de Fontanar en 1953, cuando Juan Carlos tiene 15 años, aquello de que es un «muchacho irreflexivo, superficial, incapaz de leer un libro», demoledor, y el Juan Carlos que en 1975, con Franco todavía vivo, anuncia ante los ministros que se va al Sáhara, en plena crisis, y organiza todo personalmente ¡hay un abismo! Es un hombre que se ha hecho a sí mismo. Y se ha hecho con una enorme dureza. Durísimo. Si hay ternura en él, es gratis. Lo dudo. No hay espacio para eso. Solo hay lugar para el trono y, luego, para no perderlo.

XL. Parecido a su padre en eso.

P.U. Sí, pero enfrentado a él. Eran rivales. Y su padre no lo valora intelectualmente. Nunca lo hizo. Pero él es un príncipe superviviente. Se salva a sí mismo. Por eso, Juan Carlos dice. «Aprendí de Franco a escuchar, a mirar y a callar».

XL. Según cuenta, Franco se sostiene sobre un servicio de espionaje impresionante. El príncipe es espiado desde la infancia, le interceptaban hasta las cartas a sus novias.

P.U. Era tremendo. Estaban los espías de Falange, los servicios secretos de Carrero, los de información militar La propia reina me dijo: «Nosotros aquí estábamos espiados no solo por teléfono, sino por la cerradura de la puerta». Él, para llamar a su familia, se iba a una cafetería o a un hotel. «No me puedo fiar de nadie», decía. Me contó Carrillo que la primera vez que lo vio, muchos años después, notó que estaba acostumbrado a ser espiado, porque le hablaba con gestos, con mímica. «Yo decía la frase y él hacía gestos afirmativos o no». Vivía rodeado de enemigos.

XL. ¿Quiénes eran sus grandes enemigos?

P.U. No es que Franco fuese su enemigo. Franco es su examinador continuo. El enemigo es la gente de Falange y del movimiento, que no quieren la monarquía. Con Franco hay otra relación: es su segundo padre, su padrino, por así decirlo. Desde pequeño, desde que le regala la escopeta y le enseña a cazar incluso no quiere que se examine en la academia militar por si acaso queda mal, lo protege. Don Juan desconfía del hijo. Franco confía más en él y confía en sus propios poderes para protegerlo.

XL. ¿Y si Franco hubiese tenido un hijo varón? ¿Habría sido diferente esa relación y, de paso, la historia?

P.U. Bueno, luego tuvo la posibilidad de hacer que lo sucediera alguien de su familia, pero Franco no entró nunca en ese juego. [Se refiere a don Alfonso, primo de Juan Carlos y casado con su nieta Carmen].

XL. Entre otras cosas, no apuesta por don Alfonso porque desconfiaba del marqués de Villaverde, su yerno y el gran valedor de don Alfonso.

P.U. Sí, eso es verdad. Pero es que Franco quería elegir un rey, como él decía, de sangre real. Tenía mitificada la sangre azul. Era monárquico. Nunca hubiese hecho una dinastía suya.

XL. Una de las razones por las que Franco desconfiaba de Villaverde era por su implicación con la masonería.

P.U. Franco y Carrero tenían una obsesión con la masonería. para ellos todo lo que era liberal o venía de fuera era una amenaza y lo resumían en que era masónico. Villaverde tenía una cierta vinculación con gente importante dentro de la masonería, y bastó con que Carrero le dijese eso a Franco para que Alfonso quedase fuera.

XL. En este libro habla de la masonería y en el anterior, el de la reina, había un capítulo también sobre el tema, así que se lo pregunto directamente, ¿es o fue el rey masón?

P.U. Hubo tentaciones, pero el rey es muy católico. «De los que pecan y luego se confiesan», pero católico. Mira, cuando Maragall y Carod-Rovira hicieron una broma de mal gusto con una corona de espinas, el rey llamó a su confesor o confidente, fray Bartolomé Llorens y esto lo sé por él, y le dijo: «Debo hacer algo». Y él dijo: «esto es un gesto y se soluciona con otro». Y al día siguiente se fue el rey a Medinaceli a besar el Cristo. El rey no es masón. Don Juan, tampoco. Aunque él sí tenía a gente cercana de la masonería.

XL. Su libro se titula ‘El precio del trono’ y todo él gira en torno a la obsesión por recuperarlo.

P.U. Un príncipe es un chaval al que le dicen desde la cuna. tu próxima cuna y tu tumba es un trono. Es su obsesión. Su obsesión es un mueble que se llama trono. Felipe de Borbón habló conmigo la víspera de su boda y me dijo: «Si mis padres se hubiesen opuesto a mi boda, habría renunciado». «¡No al trono, a Letizia!» Está educado, formado, con un solo designio: reinar. «Es mi deber. No reinar sería una traición».

XL. ¿Eso se lo dijo así el príncipe Felipe?

P.U. Así. ¡Es muy fuerte! No llegar al trono es una frustración vital. Hasta genética, te diría. Están construidos para reinar. La rareza de la monarquía es esa. A mí, cuando empecé este libro, me interesaba ver cómo se construía el hombre, Juan Carlos, pero me di cuenta de que no: lo que se estaba construyendo era el rey.

XL. Usted en el libro muestra a un rey que está en Babia durante la dictadura, que miraba para otro lado cuando se producían los excesos, las penas de muerte…

P.U. No había opción para él. Se adaptó para salirse con la suya. Él mismo lo dice. «Para llegar a mis fines, tenía que soportar muchas cosas. Valía la pena».

XL. ¿El poder merece tanto la pena?

P.U. A él sí se la merece. Ya lo decía Kissinger. «El poder es el mayor afrodisiaco».

XL. Aparece en su libro un rey sin ideología. ¿Es así? ¿De qué tendencia política es el rey?

P.U. El rey no es de nada. De verdad. Y si tiene de algo, tira a la izquierda. Pero porque la derecha lo aburre. Vamos a ver, el rey es pijo y sus amigos son pijos. O sea, de billetero es liberal y capitalista; y del resto viva la Virgen.

XL. Ya que estamos, ¿el príncipe a qué tira?

P.U. Hombre, se sabe que el príncipe es de derechas y Letizia, progre o de centro-izquierda. Él ahora será más de centro-derecha, se habrá modernizado

XL. ¿Y la reina?

P.U. Muy conservadora. Una mujer de orden [ríe].

XL. En su libro hay un capítulo especialmente sensible. Cuenta por primera vez y con todo detalle la muerte de Alfonso, el hermano menor de don Juan Carlos, a quien este mató accidentalmente cuando tenía 18 años. Según el relato, estando en su habitación en Villa Giralda, en Portugal, y mientras jugaban a dispararse, don Juan Carlos cogió una pistola que tenía en el cajón, porque él estudiaba ya en la academia militar, y creyendo que estaba descargada, disparó a su hermano, de 15 años, en la cabeza y lo mató.

P.U. Así es. Cuento con mucho detalle lo que he sabido por dos fuentes. por Maná Arnoso, amigo del rey, a quien él se lo cuenta en aquel mismo momento, en caliente, y por Sabino Fernández Campos, a quien se lo cuenta mucho después. Como el único testigo es el rey, es la única versión. Franco no quiso que se investigara. No se hizo ni una autopsia. Es un episodio negro. Un homicidio involuntario.

XL. Un suceso trágico, pero lo más escalofriante es lo que don Juan le dice a Juan Carlos al enterrar a su hermano. «Júrame que no lo has hecho a propósito».

P.U. Eso es lo que a él lo raja, eso rompe a Juan Carlos. Suena terrible, pero lo dijo. ¿Qué se deduce de ahí? Alfonsito era muy listo, muy simpático, era el favorito. Hay una frase de don Juan que puede explicarlo, cuando poco después dice: «Franco tiene la ventaja sobre mí de que soy un hombre que camina sobre una sola rueda». La otra rueda, la otra posibilidad, era Alfonsito. Don Juan tenía un posible sucesor en España y otro a su lado. Le dice a Juan Carlos esa frase terrible e inmediatamente lo manda solo a la Academia de Zaragoza, que está cerrada por vacaciones. Durísimo.

XL. ¿Cómo supera un suceso tan terrible don Juan Carlos?

P.U. La reina me contó que, cuando se conocieron, el rey le pareció un gamberro, un tontorrón, pero cuando se sientan a hablar y le cuenta que su familia está en Portugal, que él está con Franco, las medidas de seguridad y lo de su hermano… Ahí, me dice la reina. Me di cuenta de que era un chico triste, con un gran drama y que con esa evasión, esa alegría, solo trataba de sobrevivir . Ella se enamora de eso. De esa estatura que había ahí dentro. Él sigue roto por dentro. El drama: «Mi padre no confía en mí».

XL. Sofía tiene un papel decisivo en su vida

P.U. ¡Fantástica! Él lo dice. Ella no solo estuvo a mi lado, sino que estuvo siempre, ¡siempre!, de mi parte . En la vida de Juan Carlos hay cuatro mujeres importantes: la reina Victoria Eugenia, su abuela, que es quien lo cría en Ginebra y quien dará el paso de decirle a Franco que debe nombrarle sucesor, saltándose a don Juan, a su hijo. Luego está Mercedes, doña María, la madre, porque es el puente entre un padre y un hijo que no se pueden ver, que son adversarios. Y doña Sofía, que es la que lo apuntala, le da seguridad, la compañera. Al margen de amor o no amor. Y la cuarta es Carmen Polo, la enemiga, la que intriga para que la corona vaya al marido de su nieta, Alfonso.

XL. ¿Ha dicho al margen de amor o no amor ?

P.U. Estoy convencida de que Juan Carlos se casa con Sofía sin enamoramiento. Él estuvo muy enamorado de Gabriela de Saboya. Pero ella no lo quiere. Y lo que es más importante. Franco tampoco quiere que sea ella la elegida y don Juan, menos. Así que él tiene claro que debe buscar a otra. En aquel momento interesaban Sofía o Irene, hijas de rey reinante; cualquiera de las dos hubiese servido.

XL. Pero luego, viendo la lealtad de doña Sofía, ¿se enamora?

P.U. Él nunca ha dicho que esté enamorado de Sofía. Y yo se lo he preguntado directamente. Ella sí, ella estaba muy enamorada. Siempre. Bueno, en este momento, no lo sé [ríe].

XL. Su libro aborda cuestiones personales, pero sobre todo el escenario internacional. Después de la Segunda Guerra Mundial, el poder de EE.UU. es absoluto. En su libro, la cara visible de ese poder es Henry Kissinger, un malo de película, brillante y despiadado, que tiene un brazo operativo: la CIA. Usted plantea que está tras el asesinato de Carrero Blanco, que la CIA usó a ETA para matarlo, una teoría que ya existía, pero para la que aporta nueva documentación.

P.U. Yo tenía un dato nuevo. el explosivo, el C4. Lo que explotó en el atentado de Carrero no fue goma 2, como dijeron los etarras, sino un explosivo que solo tenían los servicios americanos. A partir de ahí empecé a investigar. Y salieron muchas cosas. el túnel que excavaron tenía forma de L y no de T, como dijeron los etarras; después de año y medio de vigilancia de la zona, de repente se pone en alquiler un sótano que no se había alquilado jamás, Kissinger viene el día anterior a reunirse con Carrero y adelanta su marcha. Hay muchos indicios de que otros que no eran ETA estaban ahí.

XL. ¿Por qué le interesaba a EE.UU: deshacerse de Carrero?

P.U. Por las bases. Es 1973, en plena Guerra Fría, con la tensión en Oriente Medio, el frente abierto en Grecia y Turquía necesitan las bases, que se habían cedido hasta entonces, pero cuyo acuerdo hay que renovar. Carrero se opone.

XL. Otros investigadores, como Charles Powell, autor de ‘El amigo americano’, discrepan. No creen que Carrero se opusiese a los americanos ni a la permanencia de las bases.

P.U. [Se encoge de hombros]. Ahí están los documentos que aporto. Desde el 69 hay una deriva de Franco hacia Francia, a aliarse con De Gaulle, frente a la opción de Estados Unidos y la OTAN. Y entra en juego el arma atómica. Tras la Segunda Guerra Mundial, España había desarrollado un programa atómico y estaba muy avanzado. Pero, después del accidente de Palomares, Franco mandó parar aquello. Carrero lo retomó. Animado por Francia. España estaba en el ranking norteamericano de los países peligrosos, con la India, Pakistán, Corea porque podía disponer de un arsenal nuclear rápidamente. Teníamos la central de Vandellós, el Sáhara como campo de entrenamiento y, sobre todo, yacimientos de uranio. Muchos. Era viabilísimo. No era una fantasmada. Y Carrero amenaza a Kissinger con crear el arma atómica. Yo lo sé por el propio autor de los dos folios que se presentaron en esa reunión para demostrar que se podía hacer la bomba en dos años. Y lo sé por los que estuvieron en esa misma reunión.

XL. El rey Juan Carlos parece irrepetible. Cuando no esté, ¿habrá que volver a reinventar la monarquía? ¿Cómo cree que será el tránsito hacia Felipe rey?

P.U. Felipe sabe que la monarquía depende del pueblo, de nosotros. Dentro de la Constitución, nosotros podemos convocar un referéndum para decidir la forma de Estado. Ahora hay un debate insonorizado, pero que está ahí, sobre si república o monarquía porque las nuevas generaciones no han participado en la decisión.

XL. ¿Cree que España es hoy monárquica?

P.U. Eso lo sabe el CIS, que hace las encuestas, aunque no pueda publicarlas. Yo tengo 71 años y puedo decirlo. la Casa Real necesita hacer su marketing, decir cómo se gana el sueldo el rey, cómo consigue que vengan a invertir aquí, que Obama desayune con el presidente, que el tío Mohammed no toque Ceuta, que hagamos el AVE a la Meca … La Casa Real necesita decir por qué es útil. El marketing no es enseñar los trajes de gala ni ganar las regatas, es explicarme a mí cómo el rey me saca las castañas del fuego.

XL. Usted me contó que la reina defendía plebeyizar la monarquía. Quizá su campaña de marketing vaya por otro lado y sea Letizia

P.U. Entonces hay que saber hacerlo. Popularizarse es bajar al asfalto. Felipe será rey con el cariño del pueblo o no será. Letizia tiene una misión: aproximar al príncipe al pueblo. ¡Ella no puede borbonizarse! No puede ser más cortesana que los de la corte. Tendría que tener la gracia que tenía Isabel la Chata, pero… Ahí, quizá Rafael Spottorno [el nuevo jefe de la Casa del Rey] pueda hacer algo. Tengo mucha confianza en Spottorno. Azas tuvo como misión casar al príncipe.Ahora, Spottorno tiene que hacer la Casa del Príncipe.

XL. ¿Cómo ve el rey la sucesión?

P.U. Él me dijo que Felipe tendrá que ganárselo día a día. Sabe que debe ganarse al pueblo. Mira, cuando Juan Carlos juró, iba vestido de militar, tenía que ganarse a los militares; cuando lo hizo Felipe, iba con esmoquin, de civil, porque se tiene que ganar a los civiles. De eso depende. El príncipe ha de ir creciendo y el rey, menguando pero sin ser eclipsado. El rey no va a abdicar. Aquí tiene que ser. «El rey ha muerto. ¡Viva el rey!», que no se dice en España desde Isabel II. No hay otra.

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