Ahora se llama H7N9. Hace cuatro años era la H1N1 pero es la misma amenaza: la gripe aviar. La OMS dice que la cepa de este año es la más letal. La anterior solo sirvió para que las farmacéuticas ganaran millones con vacunas. Preguntamos a los expertos. Por Fernando Goitia

Al grito de «¡Gripe Aviar!» , las alarmas del mundo entero vuelven a sonar. El último virus de origen avícola en alcanzar fama mundial se llama H7N9, nomenclatura técnica e inquietante de un villano que se ha extendido por algunas provincias chinas.

Este subtipo de gripe A ha empezado a cobrarse víctimas en el último mes. Las cifras de enfermos y fallecidos distan mucho de la definición de pandemia, pero, para evitar que pase a mayores, las autoridades sanitarias del mundo entero se han puesto manos a la obra. Los expertos aseguran que, con las lecciones aprendidas de las dos últimas epidemias de gripe, estamos mejor preparados que nunca para luchar contra el virus. La batalla, en todo caso, no ha hecho más que empezar.

«Si aumentan los casos, crece el riesgo de que una mutación muy rara lo haga transmisible entre humanos», explica el experto García-Sastre

Lo hizo el pasado 4 de marzo, tras la muerte de un anciano de 87 años. Seis días después, un hombre de 27 seguía el mismo camino. Ambos fallecieron en Shanghái, una megalópolis con más de 20 millones de habitantes. Por aquel entonces, nadie pensaba que el tal H7N9 -un virus avícola- pudiera infectar a humanos. Nunca lo había hecho. El 31 de marzo, sin embargo, se hizo oficial. Ese día, la Comisión de Salud del gigante asiático anunció que ambos habían contraído el virus semanas antes de morir. Al momento, los hospitales de la región y las provincias vecinas activaron la máxima alerta y, poco después, la Organización Mundial de la Salud (OMS) enviaba a sus expertos para ayudar a las autoridades chinas a lidiar con el nuevo enemigo. Un hecho insólito para un Gobierno que ya intentó ocultar la extensión del sida en su país, la epidemia de SARS o las últimas alertas por gripe aviar.

China, en todo caso, no parece ser el único que ha aprendido de emergencias pasadas. Hace cuatro años la OMS declaró una pandemia, por el virus H1N1 de gripe A, que auguró de proporciones bíblicas, desatando así la fabricación y venta masiva de vacunas. Las multinacionales no solo vendieron a los gobiernos millones de dosis nunca utilizadas, también recibieron acusaciones sobre posibles efectos secundarios confirmadas por un estudio reciente publicado en The Lancet, una de las más prestigiosas revistas médicas, que concluyó que la vacuna de la H1N1 aumentaba el riesgo de parálisis.

El escándalo afectó a la credibilidad de la OMS, señalada por connivencia con los laboratorios, cuando se vio que la amenaza acabó convertida en una de las gripes recientes menos agresivas. hasta la fecha ha causado unas veinte mil muertes en todo el mundo, por las cerca de medio millón que cada año suele causar la gripe de toda la vida.

Ahora, ante la amenaza del H7N9, la OMS ha impuesto la cautela, poniendo el acento en el control epidemiológico del virus. La OMS no ha emitido recomendación alguna a los viajeros con destino a China ni restricciones al comercio internacional; y su representante en China, Michael OLeary, asegura que el nuevo brote «no supone un motivo de pánico», ya que «se trata de un número relativamente pequeño de casos graves y esporádicos».

El H7N9 ya crece mejor en células de mamíferos que de aves. De todos los subtipos de gripoe, el H7 es el más sensible a mutaciones agresivas

En todo caso sí que hay proyectos de vacuna en marcha, como el que lidera en Estados Unidos el español Adolfo García-Sastre, uno de los grandes especialistas mundiales en gripe y director del Instituto de Patógenos Emergentes de la Icahn School of Medicine. «Estamos investigando los genes del virus comenta, comparándolo con otros de la gripe, humanos y aviares, para ver si posee alguna característica distintiva, entenderlo bien y prepararnos, pensar en posibles vacunas, por si hubiera que lidiar con él de forma masiva».

García-Sastre no descarta ningún escenario. Al fin y al cabo, la lucha contra un nuevo virus, que como todos los de su especie tiene la costumbre de mutar sin descanso y adaptarse al entorno, siempre conlleva complicaciones. La primera de todas: evitar que se transmita entre personas. «Todos los contagios parecen provenir de aves de corral subraya. Lo principal es localizar el foco. Probablemente sea una granja, pero se sigue buscando».

Por de pronto, el Gobierno chino ha sacrificado ya miles de aves en granjas bajo sospecha, además de cerrar mercados populares -hay quien usa el término ‘medievales’- de Shanghái y Pekín, donde se recogieron muestras de pollos y palomas portadores del virus, que también apareció en el aire. «Si estas medidas surten efecto, el número de casos debería bajar -estima García-Sastre-. Si no es así, la posibilidad de que acabe por contagiarse entre personas crece de forma exponencial».

Todo es, por lo visto, una cuestión de presión selectiva, de selección natural. «Si aumentan los casos, quizá haya una variante del virus en algún ave cuya atípica mutación lo haga transmisible en humanos -explica García-Sastre-. La clave es evitar que esta hipotética variante llegue a humanos. Por eso a más enfermos, más posibilidades de que una mutación como esa provoque contagio entre personas».

Los genes de las distintas muestras de H7N9 analizadas sugieren que, pese a proceder de virus aviares, presentan signos de adaptación a especies como la nuestra. Ciertas proteínas del virus muestran ya más querencia hacia las células humanas que a las avícolas. Esto es, crecen a temperaturas cercanas a las de los mamíferos, más bajas que las de las aves, y pueden infectar células mamíferas. De hecho, de los 16 subtipos H del virus de la gripe, el H5 y el H7 son los más sensibles a mutaciones agresivas y los más vigilados por los epidemiólogos.

Para complicarlo todo aún mas, otra dificultad añadida es lo que los científicos llaman ‘baja patogenicidad’. Es decir, un ave infectada por H7N9 no se pone enferma. «Puedes tener una granja llena de pollos infectados y no enterarte, porque no ves síntomas dice García-Sastre. Esto obliga a monitorizar cada granja sospechosa cierto periodo de tiempo para descartar una infección».

La alta mortalidad de la nueva gripe H7N9, en torno al 20 por ciento, no es alarpara expertos como García-Sastre, quien subraya que el número de casos, de 10 a 12 por semana, se mantiene estable desde el principio. «Es posible que la tasa sea mucho más pequeña, ya que en realidad no sabemos el número de infectados. Los más de cien que conocemos son casos severos que han ido al hospital con síntomas [cuadro de neumonía grave, fiebre tos y dificultad respiratoria]. Pero es probable que haya más casos no severos que se curen en casa o que no sufran síntomas. Por eso creo que el virus no parece excesivamente virulento. Claro que podría estar equivocado».

La lucha contra el virus es, en todo caso, una batalla contra el tiempo. «Si, pese a las medidas para evitar contactos de aves con humanos, las infecciones se mantienen constantes o crecen -plantea García-Sastre-, querrá decir que hay algo que no entendemos». El escenario que más preocupa a los expertos es no atajar la expansión antes del otoño, la estación de gripe, cuando se podría producir un intercambio genético entre el virus estacional y el H7N9 que le facilite propagarse en humanos.

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