La discreción es su divisa, por eso concede contadas entrevistas. La tercera de los seis hijos del presidente del Banco Santander ha hecho una excepción con ‘XLSemanal’ para hablarnos de su gran pasión, el arte, con motivo de la exposición «El arte en tiempos de Altamira», que se inaugura esta semana en Santander, en la Fundación Botín, en colaboración con el British Museum de Londres. Por Elena Castelló 

Paloma Botín (Santander, 1962), es la tercera de los seis hijos de Emilio Botín-Sanz de Sautuola -presidente y consejero ejecutivo del Banco de Santander-, y de Paloma O’Shea, fundadora de la Fundación Albéniz. Responde con cordialidad, pero mide sus palabras con extremo cuidado. Sus divisas son, sin duda, la exactitud, la discreción y un rechazo casi obsesivo por el protagonismo, que la llevan a no contestar ninguna pregunta que intente ahondar en sus gustos o trayectoria personal.

Casada con Ricardo Gómez-Acebo, marqués de Deleitosa, y madre de cuatro hijos, Paloma es licenciada en Historia del Arte y Estudios Rusos por el prestigioso Wellesley College de Massachusetts (EE.UU.). En la actualidad, además de vocal del patronato y de la comisión de arte de la Fundación Marcelino Botín, pertenece al consejo internacional del Moma de Nueva York y al consejo asesor global de Babson College. Es, además asesora de la colección de arte del Banco de Santander.

Paloma Botín ha vivido cada detalle del proyecto que ha revolucionado los antiguos muelles de Pereda, en el corazón de Santander: el Centro Botín, que abrirá sus puertas dentro de un año. El edificio, diseñado por Renzo Piano -premio Pritzker-, levantó en su día críticas, por lo que algunos consideraron un derroche de suntuosidad en un momento de grave crisis económica. «Creo que, al contrario, el empeño de mi padre por empezar la construcción en plena crisis financiera es el mejor ejemplo de mecenazgo privado y de la confianza de mi padre en nuestro país», asegura Paloma Botín. Dos mil quinientos metros cuadrados de salas de exposiciones permitirán duplicar los talleres, las exposiciones y las actividades educativas de la fundación familiar y exponer su colección de arte, solo vista una vez.

En la sede madrileña de la fundación, XLSemanal habla, en una de sus escasas entrevistas, con Paloma Botín sobre arte, mecenazgo y educación y sobre la exposición El arte en tiempos de Altamira, organizada en colaboración con el British Museum y que se inaugura esta semana en Santander. «Son obras del Paleolítico, contemporáneas de las pinturas de Altamira -explica-. Buscamos darles el carácter de piezas artísticas, no solo arqueológicas. Una de las más importantes es una pequeña escultura de dos renos, nadando, realizada en marfil. Es una maravilla».

XLSemanal. ¿Los que realizaron estas piezas tenían también conciencia de estar haciendo arte?

Paloma Botín. Hay todavía un gran misterio alrededor de ello. No se sabe si se hacían por razones culturales o religiosas. Los propios arqueólogos no conocen las respuestas. Lo que sí se sabe es que casi siempre las piezas y las pinturas eran de una misma mano. Había pues alguien que pintaba mejor que los otros. Son pinturas maravillosas. ¡Ojalá que se puedan abrir las cuevas de Altamira! Porque están en buen estado. Pero lo tendrán que decidir los expertos. Yo lo espero.

«Hay quien piensa que en momentos de crisis solo se debe invertir en ciencia o empleo. Pero hacerlo en cultura genera desarrollo»

XL. Los estudiosos franceses tuvieron que pedir disculpas a su bisabuela María Sanz de Sautuola por haber puesto en duda la autenticidad de las cueva de Altamira

P.B. Don Marcelino, mi tatarabuelo, escribió sobre la importancia de las pinturas de la cueva a los expertos de París, pero no le creyeron y ni siquiera vinieron a España a verlas. Llegaron a Santander cuando él ya había fallecido, tras descubrirse las pinturas de Lascaux. Y tuvieron que reconocer que eran auténticas y que la datación de don Marcelino era la correcta. La exposición es precisamente sobre todo ese arte que debió de ver mi tatarabuelo en los museos de Francia y Alemania en su época. Los hallazgos que estaban ya en esos museos y que son contemporáneos de Altamira.

XL. ¿Cómo va el Centro Botín?

P.B. Muy bien. Contra reloj, porque queremos inaugurar el verano que viene.

XL. ¿De qué forma se va a estructurar el equipo directivo?

P.B. Habrá una directora del centro, que es Fátima Sánchez, la actual directora del área de educación de la Fundación Botín. Tenemos un comité artístico, cuyo presidente es Vicente Todolí. Y estamos buscando, en este momento, un director artístico a través de una empresa especializada en Londres. Su misión será ejecutar el programa definido por el comité, del que formará parte.

XL. ¿Tienen perfilado ya el programa de arte y de exposiciones?

P.B. Sí. Es una continuidad de lo que estamos haciendo actualmente en la Fundación Botín, pero ampliándolo.

XL. ¿Con qué muestra van a abrir?

P.B. Pues con una exposición muy acorde a nuestro programa. El ochenta por ciento es arte contemporáneo. Tenemos también algunas de arte más clásico, porque los grandes maestros son una gran fuente de inspiración para nuestros artistas contemporáneos. Pero nuestro propósito es apostar por nuevos artistas y exponerlos.

XL. ¿Cuál debe ser el papel de un centro privado de arte?

P.B. Eso depende del programa que quiera hacer el centro. Algunas veces en España se han construido centros a los que después ha costado mucho dotar de un buen programa. Nosotros lo tenemos muy claro. Le damos mucha importancia a la formación y a la divulgación. Pensamos que tenemos la obligación de aportar a la sociedad. Pero lo importante es ese programa que tiene que llegar a todo el mundo, y eso se ve que falta, que en muchos centros no hay ideas.

XL. ¿Cuál debe ser la imbricación con lo público? ¿Cómo ha de ser esa colaboración entre público y privado?

P.B. Nosotros siempre lo hacemos mucho. Aunque hagamos exposiciones de producción propia, trabajamos mucho con los centros públicos. Por o, con la exposición de María Blanchard del año pasado, esperamos quince años hasta que el Reina Sofía pudo hacerla en el museo. Nosotros no podemos hacer todo solos y solo para nosotros, al revés.

XL. En España hay una pobre tradición de mecenazgo, lo cual está muy arraigado en los países anglosajones. ¿Por qué?

P.B. Sí, hay poca, pero más de la que la gente cree. Yo creo que es cuestión de tiempo. Ahora se ha visto la donación que ha hecho la familia Várez (12 cuadros de los siglos XIII al XVIII donados al Museo del Prado). En otros países llevan tiempo con las donaciones, no solamente porque tienen beneficios fiscales, sino también porque hay una tradición de devolver a la sociedad lo que la sociedad te ha aportado a ti. En España está cultura está creciendo. La inversión en arte y cultura es inversión en desarrollo. Hay gente que piensa que en momentos de crisis solo hay que invertir en ciencia, empleo o acción social. El Centro Botín es el mejor ejemplo de mecenazgo privado, y el empeño de mi padre de empezar la construcción en plena crisis financiera responde a ello.

XL. ¿Cómo es la educación artística que hay en España?

P.B. Tiene aún mucho que mejorar a nivel posgrado. Se necesitaría, como en otros países, masters para artistas, que no hay. Pero hay buena formación en la Universidad.

XL. ¿Y en los colegios?

P.B. En los colegios en Inglaterra, Suiza o Estados Unidos, a los niños se les enseña más la historia del arte y hay más creatividad en el sistema educativo anglosajón que en el español. Aquí haría falta fomentarlo. En muchos colegios, no llevan a los niños al Prado hasta los 14 o los 16 años, cuando la historia de España se podría estudiar mucho más fácilmente a través de sus cuadros. En cambio, vas al British Museum, a la National Gallery, al Louvre… y ves a niños de tres años. Por eso, uno de los pilares del nuevo Centro Botín será el desarrollo de la creatividad a través del arte. Hemos firmado un importante acuerdo con Yale para hacerlo.

«En el mercado del arte ha habido mucha especulación, aunque los galeristas serios tienen artistas que no quieren formar parte del circo»

XL. El Centro Botín aspira a ser un pilar dentro de la cornisa cantábrica, con el Guggenheim, el Niemeyer, aunque este último es un triste ejemplo de esa falta de ideas de la que usted hablaba antes…

P.B. Vamos a pensar de forma positiva y esperemos que pronto vuelvan a abrirlo, y a tener una buena programación, porque nos interesa a todos, no solo a nivel local. Que esté cerrado es una tristeza, la verdad Y esperemos que abran Chillida Leku también, y cuando se acabe la autopista del norte, que llegará a Galicia, hasta el Centro Moderno de Arte Gallego, será muy importante.

XL. ¿Qué opina de la masificación que se produce en algunas exposiciones, de las grandes colas, cuando muchas de las obras expuestas llevan dentro del museo años y nadie se ha acercado antes a verlas? ¿Es positivo este fenómeno de consumismo artístico?

P.B. Sí, totalmente, yo no creo que sea una moda. Y lo veo maravilloso, no como consumismo. Es una buenísima noticia que el Prado, el Reina Sofía, la Tate, el Pompidou o el Moma tengan cada vez más visitantes. Yo creo que eso demuestra cada vez más interés por parte de la gente. Ha habido épocas, hasta hace poco en España, por ejemplo, en que la gente apenas iba a los museos. Yo creo que la sociedad cada vez se va culturizando más. Cuanta más oferta, mejor. Y luego la gente elige qué quiere visitar.

XL. Y el mercado del arte, ¿no está desbocado?

P.B. Yo veo dos tendencias. Está el mundo de los museos, en el que hay mucha seriedad en el tipo de artistas que expones y que apoyas, y luego está el mercado del arte, que no tiene nada que ver con el mundo de los museos y su seriedad. En el comercio sí hay modas. De repente hay un artista que se pone de moda porque lo ha comprado Pinault o lo ha comprado la Tate o el Moma y los coleccionistas, que cada vez hay más a nivel mundial, todos quieren a ese mismo artista. Después hay coleccionistas muy serios. Pero los galeristas verdaderamente no compran ni venden a cualquiera. Lo he visto, por ejemplo, en una feria como la de Basilea, que es la más importante del mundo. Quieren saber quién eres, y cómo eres de serio. Porque lo que ocurre es que se compra y luego se saca en subasta por tres veces o diez el valor de compra. Y quieren evitarlo. Ha habido mucha especulación. Y los galeristas serios tienen artistas que les piden que vendan solo a museos o coleccionistas serios, porque no quieren que su obra forme parte de un circo especulativo.

XL. ¿Hay buenos coleccionistas en España?

P.B. Pocos. Ha empezado a haber más coleccionistas en los últimos diez años, pero con la crisis la mayoría ha dejado de comprar. Pero es que no había tradición. Estaban las familias que habían heredado las colecciones de sus antepasados, pero no seguían comprando arte contemporáneo, no había coleccionismo privado. Las instituciones sí que fueron un ejemplo, porque todas empezaron a comprar, bancos, empresas y museos, y poco a poco surgió un coleccionismo. Y paralelamente también un tema de moda. todo el mundo iba a Arco, aunque esto es un fenómeno aparte, porque incluso con la crisis hay gente que no compra en todo el año, pero sí lo hace en Arco. Es como una tradición. Lo cual es fantástico para las galerías. Pero coleccionar arte contemporáneo es algo muy nuevo en España y ahora con la crisis ya no es la prioridad.

XL. ¿Cómo se detecta el talento?

P.B. Lo esencial es rodearse de expertos adecuados, pero solo con el paso del tiempo se confirma el talento.

XL. ¿Dónde están ahora mismo los semilleros de artistas más interesantes?

P.B. En Los Ángeles, en Nueva York, en Berlín, en Latinoamérica. Y en España, también. De hecho, dos o tres de los becados por la fundación son españoles. En países emergentes, también; en el sur de Asia. Pero hoy todo es tan internacional que, cuando ves a un buen artista, normalmente ha estudiado en alguno de los mejores centros de formación en Estados Unidos, Londres o en Berlín. Eso es lo más importante. Luego, estos artistas ya formados van a dar clase a las grandes universidades. En Yale, por ejemplo, hay un centro de arte alucinante; las facilidades que se les dan a los becarios y a los estudiantes son extraordinarias. Eso aquí no lo tenemos. Tenemos los talentos que surgen de la nada y luego ganan becas. Pero a lo mejor esta beca ya no es suficiente y deberían hacer después un máster. Lo que estamos viendo es que se inscriben a nuestras becas y talleres cada vez artistas más mayores y maduros.

XL. En una situación de crisis como la que vivimos, ¿qué aporta el arte, qué consuelo?

P.B. Pues como me decía Renzo Piano en Basilea hace unos días, el arte hace mejor a la gente. Y es verdad. Puede ayudar mucho a potenciar nuestra creatividad. La inversión en arte y cultura indudablemente genera desarrollo.

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