«Todos los días me planteo cinco preguntas fundamentales. ¿Cómo me va en el trabajo? ¿Soy buen padre? ¿Y buen marido? ¿Cómo está mi salud? ¿Y mis amigos?». Por Hili Ingenhoven / Fotografía: Mark Liddell

Del piso superior llega un estruendo como si una cuadrilla de obreros estuviera haciendo reformas. Nada más lejos, se trata de los tres hijos de Matthew McConaughey, que alborotan entre risas en una suite del hotel Adlon de Berlín. A su padre, estrella emergente y uno de los actores de moda en Hollywood, se le ve tan feliz como a ellos mientras habla sobre su vida y su carrera. Sin duda, tiene buenos motivos para ello.

Dos décadas después de su bautismo en el negocio del cine con cintas adolescentes como ¡Qué muerto de novio! o Movida del 76, acaba de recibir su primera nominación al Óscar gracias a su estremecedora recreación de Ron Woodroof, un homófobo vaquero al que le diagnostican sida terminal. Con Dallas Buyers Club, McConaughey, cuya carrera deambuló en la última década entre títulos irrelevantes e insulsas comedias románticas, completa con su nuevo trabajo un rotundo golpe de timón que lo ha convertido en uno de los actores mejor valorados de Hollywood, trabajando a las órdenes de gente como Steven Soderbergh, William Friedkin, Martin Scorsese o Christopher Nolan.

«Hay millones de hombres en la cuarentena que han triunfado, que les ha pasado igual que a mí. Mire, los 20 son la revolución. Durante los 30 empiezas el proceso de eliminación, te encuentras a ti mismo, pero a partir de descartar quien no eres. Y a los 40 te dices: ‘Esto es lo que hay, aquí estoy yo’. Ahora estoy a mitad de los 40 y no quiero tener que decirme dentro de 10 o 20 años. ‘¿Qué he hecho todo este tiempo? ¿Qué he hecho en mi vida? ¿Nada?'».

XLSemanal. Da la sensación de que, de un tiempo a esta parte, todo lo que usted toca se convierte en oro…

Matthew McConaughey. Hombre, a uno le gustaría que las cosas se convirtiesen siempre en oro, pero a veces se convierten solo en cobre o en mierda [se ríe]. Pero la verdad es que me va bien: estoy haciendo unas películas con las que antes solo podía soñar, tengo una mujer maravillosa y unos hijos estupendos, son todos unos niños muy sanos. ¡Una vida perfecta!

XL. Parecía usted abonado a la comedia romántica, pero desde hace unos años su carrera ha dado un giro copernicano. ¿Ha sido algo planeado?

M.M. Sí. Hace unos cinco años me di cuenta de que había llegado a un punto en mi carrera en que solo me llamaban para rodar ese tipo de filmes. Un día pensé: «Quiero hacer algo diferente, algo que me dé miedo, nuevos retos, algo de lo que no esté seguro que soy capaz de hacer. Ya tengo dinero más que suficiente para pagar el alquiler y para llevar comida a la mesa, así que me puedo permitir decir que no». Y eso hice.

XL. ¿Y qué pasó entonces?

M.M. Pues que no recibí una sola oferta en todo un año. Me quedaba en casa y no hacía nada. Al parecer, fue precisamente eso lo que despertó el interés de directores como Steven Soderbergh, que me propuso el papel de Dallas, el dueño de un club de striptease masculino, en Magic Mike.

«A uno le gustaría que las cosas se convirtiesen siempre en oro, pero a veces se convierten en cobre…  o en mierda»

XL. ¡Un año sin ofertas de trabajo! ¿No se asustó?

M.M. Justo en esa época nació mi primer hijo. Estaba muy contento y tenía una ocupación genial con la que llenar todos los días. Levi me ayudó a no tener miedo. Además, había tomado una decisión firme.

XL. Dicen que es usted perfeccionista hasta el extremo, que plastifica los guiones para poder repasarlos hasta en la ducha

M.M. Cierto. Funciona así: tienes que repetirte en voz alta la misma escena cientos de veces, hasta que la domines. A mí me gusta decir mis líneas a las cinco de la mañana de un domingo o a las dos de la madrugada de un sábado cuando estoy borracho. Las repito en distintos estados de ánimo y en momentos diferentes: cuando estoy en el parque con mis hijos, se las digo como se las diría a un niño. En otros momentos, las recito como si estuviera rezándole a Dios. Y también las repito a gritos en la ducha.

XL. Para su papel en Dallas Buyers Club perdió 25 kilos. Usted, un hombre cuya imagen ha estado siempre relacionada con su cuerpo, ¿cómo se lo tomó?

M.M. Siempre me sentí muy seguro porque durante todo ese tiempo me alimenté bien, simplemente comía raciones más pequeñas. Además, me di un margen de cuatro meses para conseguirlo. Cuanto más me acercaba a mi objetivo de 67 kilos, más emocionado me sentía.

XL. ¿Cómo reaccionó su familia ante ese cambio?

M.M. Para ellos no fue difícil porque me veían todos los días y sabían por qué lo hacía. Pero un día mi hija Vida, que tiene cuatro años, me dijo: «¡Papá, tu cuello parece el de una jirafa!». Le expliqué que lo estaba haciendo para una película. Eso sí, los conocidos que hacía tiempo que no me veían se quedaban perplejos.

XL. ¿Recurrió a algún truco que lo ayudara con esa dieta tan estricta?

M.M. Siempre tenía hambre, así que me pasaba el día masticando cubitos de hielo. De esa manera me parecía que estaba comiendo algo y me mantenía entretenido. ¡Estoy seguro de que comí toneladas de cubitos de hielo!

Para mi último papel perdí 25 kilos en cuatro meses. Para matar el hambre masticaba cubitos de hielo. ¡Comí toneladas de ellos!

XL. Suena todo como si estuviera pasando la fase más feliz de su vida…

M.M. Siempre me planteo cinco preguntas fundamentales para mí: ¿cómo me va el trabajo?, ¿soy un buen padre?, ¿soy un buen marido?, ¿cómo está mi salud?, ¿cómo me va con mis amistades? Lo único que se ha resentido es el apartado de las amistades, aunque es algo relativamente normal cuando tienes familia. Pero en estos momentos las otras cuatro cosas me van realmente bien. Por ahora soy un hombre muy feliz y estoy muy agradecido por ello.

XL. ¿Cómo se manifiesta esa felicidad?

M.M. Escribo un diario desde hace 15 años. Cuando empecé, le pregunté a un amigo: «¿Por qué solo nos ponemos a escribir cuando nos va mal?». Desde entonces escribo sobre todo cuando me va bien. De esa manera siempre puedo echar la vista atrás y preguntarme: «¿Qué pasó la vez aquella que te sentías tan contento?».

XL. Antes hacía viajes de aventura con cierta regularidad. ¿Eso se acabó?

M.M. Claro que los hago, pero ahora viajo con toda la familia. Cuando rodé mi última película, Interstellar [de Christopher Nolan], nos fuimos todos de acampada en una autocaravana sin electricidad a las montañas de Calgary, en Canadá. Afortunadamente, a mi mujer le gusta tanto la aventura como a mí. Tenemos un acuerdo. cuando trabajo, la familia entera se viene conmigo. Hacen turismo y aprenden cosas sobre la historia del país. Mejor, imposible.

Privadísimo

-Hijo de una profesora y de un jugador profesional de fútbol americano, nació el 4 de noviembre de 1969 en Uvalde (Texas).

-Al acabar el bachiller, se fue a Australia un año, donde, entre otros trabajos, fue lavaplatos. Al volver a casa, estudió Derecho hasta que descubrió su verdadera vocación.

-Está casado desde hace dos años con la modelo brasileña Camila Alves. Tienen tres hijos. Levi (de cinco años), Vida (de tres) y Livingston (de uno).

-En 1999 fue arrestado por perturbar a sus vecinos y por posesión de cannabis. Al parecer, estuvo tocando los bongós desnudo en su casa hasta altas horas de la madrugada.

-Fue la segunda opción para hacer de Jack Dawson, el protagonista de Titanic, hasta que DiCaprio aceptó el papel.

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