Pocas personas pueden presumir de un árbol genealógico más frondoso que Beatrice Borromeo Marzotto, cuyas primeras ramas se remontan a la Edad Media. Desciende de dos familias de extraordinario pedigrí, alianza de nobleza y burguesía: los Borromeo, banqueros y cardenales renacentistas, y los Marzotto, mercaderes de la moda.

Beatrice es hija de un conde y de una periodista. Tiene la elegancia aristocrática de su padre y el descaro intelectual de su madre. ¿Qué pesa más en su personalidad? Se paga sus facturas con el sudor de su frente. Y es capaz de negarle el saludo a Silvio Berlusconi. También puede ser implacable en su oficio. Que le pregunten a Víctor Manuel de Saboya, el turbio heredero del último rey de Italia, al que esta joven de belleza serena ha puesto en su sitio. el de un homicida confeso que se jacta de engañar al juez. «Es una dulce criatura», asegura su abuela Marta Marzotto. «¿A quién habrá salido esta niña?», se preguntan sus allegados. Por cierto, la niña se casa. La boda será el 20 de abril en Mónaco.

Sus hermanas se casaron con millonarios. Lavinia, con John Elkann, presidente de Fiat y nieto favorito del todopoderoso Giovanni Agnelli; Matilde, con Antonius von Fürstenberg; e Isabella, con el petrolero Ugo Brachetti. Beatrice (de 29 años) profetizó hace una década que se casaría por amor. «Me da igual que sea mecánico». Que se sepa, nadie ha visto a su prometido, Pierre Casiraghi (de 27), embutido en un mono azul, pero el hijo menor de Carolina de Mónaco debe de ser el amor de su vida. Llevan seis años de novios.

Con 18 años, en una fiesta, se negó a saludar a Berlusconi: «Mi padre insistía, pero me negué. Ese hombre no respeta a las mujeres. Está enfermo»

Que nadie piense que Beatrice va a renunciar a su carrera. De hecho, la pareja no se dejará caer por Mónaco más de lo estrictamente necesario. Pierre lleva afincado en Italia mucho tiempo, dirigiendo los negocios que heredó de su padre. Y ella no dejará Milán, donde tiene su empleo es redactora del diario Il Fatto Quotidiano y sus amigos. Da igual, su futura suegra está encantada. Carolina ve en ella a una mujer moderna, trabajadora y valiente. También es humilde, viniendo de donde viene: «He sido muy afortunada. Pero intento merecer mi suerte cada día».

Un padre ‘casi’ bígamo

Nació en San Candido, un pueblo de 3000 habitantes en el Tirol italiano arrimado a la frontera austriaca. Su padre es el conde Carlo Borromeo, propietario de islas, castillos y palacios en el lago Mayor. Un hombre indeciso que ha vivido en un bucle conyugal, casi una especie de bigamia. Primero se casó con la modelo alemana Marion Sybille Zota, con la que tuvo dos hijas: Isabella y Lavinia. Rompieron porque se enamoró de la temperamental Paola Marzotto. Y tuvieron a Carlo. Volvió con su primera mujer y nació Matilde. Rebrotó de nuevo su pasión por Paola y vino al mundo Beatrice, que tuvo una infancia feliz.

Carolina ve en Beatrice a una mujer trabajadora y valiente. También es humilde, viniendo de donde viene

«Vivía en el campo. Una vida estupenda. Heno, leche fresca, la guerra entre las balas de algodón Carlo, Matilde, Isabella, Lavinia y yo. Y todos nuestros amigos. Éramos un ejército. Mi madre siempre nos consideró a los cinco como hijos suyos: Zota no. Es alemana. No es muy expansiva».

La familia de Paola, su madre, posee la cuarta empresa textil más grande de Italia y propietaria de la firma Valentino. Su tío es el conde Matteo Marzotto, que dirige las riendas del negocio. Pero su madre siempre ha ido por libre. Es periodista, de izquierdas e incluso ha renegado de su abuelo Gaetano, que amasó la fortuna familiar, cuyas prácticas como patrón considera inhumanas.

Una madre de armas tomar

«Mi madre y mi padre tienen opiniones políticas opuestas, así que crecí escuchando sus discusiones sobre política. Ella me enseñó a leer los periódicos. El mejor consejo que me ha dado es que esté siempre despierta, atenta a las cosas que ocurren a mi alrededor». Fue a un instituto público. Le gusta moverse en moto. Y aunque admira a su madre, ha tenido con ella una relación tempestuosa. De hecho, mamá la echó de casa. Tenía 17 años y fue el momento decisivo de su vida, el que fraguó su carácter. El que la hizo adulta. Le costó una depresión, pero salió de ella fortalecida y preparada para comerse el mundo.

Sufrió una depresión a los 18 años tras pelearse con su madre. «Me pasaba el día llorando. Nadie se figuraba por lo que estaba pasando»

«Tuve una gran bronca con mi madre. Me dijo que me fuera de casa. Así que recogí mis cosas y me largué sin pensármelo, dando un portazo. Estuve año y medio sin hablarle. Yo estaba enfadada, muy enfadada. Estuve un tiempo con mi padre. Siempre me he llevado bien con él. Pero en un momento dado me mudé a un pequeño apartamento. Quería ser independiente. De repente, me vi sin puntos de referencia. Tenía 18 años y estaba sola. Y el malestar creció. Y la ira creció. Nunca llamé a mi madre. No quería darle el gusto de decirle que la necesitaba. Me sentaba en la cama y miraba al techo. Reaccioné, me sumergí en los estudios. Quería terminar el instituto. Hacía mis pinitos de modelo. La actividad me ayudaba a no pensar. Después de los exámenes, esperaba hacer un montón de cosas, pero la tristeza y el vacío se apoderaron de mí. Y llegó la depresión. Mis recuerdos de aquellos meses son nebulosos. Me levantaba sobre la una. Me pasaba el día llorando. O tirada en la cama mirando al techo».

San Carlos Borromeo es antepasado de Beatrice, el más pretigioso de la saga familiar

A pesar de todo, se matriculó en la universidad, en Letras. «Fue una decepción. Pensé que estudiaría una gran literatura y me aburría estudiando Lingüística. Iba a clase de vez en cuando, a regañadientes, como en un sueño. Siempre estaba sola. No culpo a nadie. Los amigos me cuidaban, pero no quería que me vieran en ese estado. Me mandaban mensajes de texto y les respondía que estaba bien. A veces intentaba salir, pero no podía unirme a la conversación, reír los chistes. Nadie podía figurarse por lo que estaba pasando. Ni siquiera mi abuela materna, Marta, siempre tan cariñosa, que me llamaba a menudo. El único que estaba más o menos al tanto era mi exnovio, Tomasso Buti. Pero tenía Florencia y nuestra relación todavía no había empezado en serio. Yo, que siempre he sido deportista, no tenía energía ni para ir a correos a pagar un recibo. Y fumaba muchísimo».

Salió de aquel estado melancólico con un viaje. «Mi padre se fue diez días a China y me invitó. Luego me dijo que le acompañase al Tíbet. Quiero a mi padre, pero somos muy diferentes. Soy ansiosa y agitada, y él es tranquilo y resuelto. Nos peleamos sin parar. Una vez, a cinco mil metros, me faltaba el oxígeno y paró el coche para dar un paseo. ¡Lo hubiera matado! Pero la paz de los paisajes, el increíble azul del cielo, me hicieron bien. Cuando volví a Italia, estaba mejor. Retomé el contacto con mis hermanas, hice las paces con mi madre y me puse a estudiar Derecho y Económicas en la Bocconi de Milán». Allí conoció a su futuro marido.

Beatrice contra todos hasta la mafia

«Quiero un trabajo del que me sienta orgullosa. De esos que te hacen seguir despierta a las cuatro de la mañana porque no quieres parar», dijo en la universidad. Podía haberse dedicado a la moda, por estilo, conexiones y porque debutó en la pasarela con 15 años y desfiló para Chanel, Roberto Cavalli, Valentino , pero prefiere salir a por una pizza que ir a un desfile.

Hizo un máster en Periodismo en Nueva York y encontró su vocación. Pierre, de hecho, fue una vez a visitarla y, a pesar de tener fama de formalito, a diferencia de su hermano mayor, Andrea, se vieron envueltos en una pelea. Sucedió en un bar exclusivo, en una fiesta de millonarios con top models rusas. A Pierre le partieron la cara, acabó en el hospital con la mandíbula rota y ambos pasaron por comisaría. Por lo demás, el noviazgo ha sido una balsa de aceite.

Y eso que Beatrice es una mujer de carácter. Que le pregunten a Silvio Berlusconi. «Coincidí con Berlusconi con 18 años en la boda de mi hermana Lavinia. Mi padre insistía, pero me negué a darle la mano. No respeta a las mujeres, trata a sus esposas como idiotas y se rodea de prostitutas. Jamás tuvo una relación que no estuviera basada en el dinero. Está enfermo, al menos de la cabeza».

Víctor Manuel de Saboya también sabe cómo se las gasta. El hijo del último rey de Italia, preso por otro delito, se jactó ante sus compañeros de celda de haber matado a un joven turista alemán porque creía que le había robado en su yate. Entre risas, Víctor Manuel alardeó de su astucia para quedar impune. Pero fue grabado por una cámara oculta. Beatrice consiguió el vídeo y el aristócrata la demandó. La denuncia fue archivada y Beatrice lo celebró en Twitter.

Otra demostración de que no se arruga es un documental de su autoría para el cual convivió meses con mujeres de la ‘Ndrangheta, la mafia calabresa. Aun así, alérgica como es a los halagos gratuitos, desmintió que su vida corriera peligro, como se publicó.Quienes mejor la conocen dicen que la niña ha salido al santo de la familia, san Carlos Borromeo. En 1576 los caballos del Apocalipsis galoparon hacia Milán, sitiada por la hambruna y la peste. El gobernador y los nobles huyeron de la ciudad, pero Carlos -que era obispo- se quedó. Cuidó a los enfermos, organizó la recogida de los muertos en las calles, pagó de su bolsillo la comida de los hambrientos, atendió a 70.000 personas Se granjeó el odio y el temor de ministros y embajadores, pero se ganó subir a los altares.

EL CLAN BORROMEO

Carlo Borromeo tiene cinco hijos de dos mujeres: cuatro chicas y un chico. Beatrice y Carlo son hijos de una periodista italiana; las otras tres hermanas, de una modelo alemana. El único varón del clan está casado con la diseñadora italiana Marta Ferri, hija a su vez del prestigioso fotógrafo Fabrizio Ferri.

Lavinia Borromeo. Casada con John Elkann Presidente de Fiat. El marido de la segunda hija del conde es el nieto favorito de Giovanni Agnelli. Tienen dos hijos.

Isabella Borromeo casada con el conde Ugo Brachetti-Peretti Presidente de API Oil. La hija mayor del clan está casada con el heredero petroleras de Italia. Son padres de tres hijos.

Beatrice Borromeo. Novia de Pierre casiraghi, hijo de Carolina de Mónaco. El tercer hijo de Carolina y Stefano Casiraghi es economista y, aunque no le corresponde título nobiliario, es el sexto en la línea sucesoria.

Matilde Borromeo casada con Antonius von Fürstenberg, Príncipe alemán. El marido de Matilde, sobrino de Ira von Fürstenberg, pertenece a una familia de la realeza germana.

Condesa Paola Marzotto. La madre de Beatrice, periodista, es la segunda esposa del conde Borromeo. Tras tener a Carlo, el conde regresó con Zota, su primera mujer. Con ella tuvo a Matilde; pero luego volvió con Paola y nació Beatrice.

DE TAL PALO, TAL ASTILLA

Stefano Casiraghi falleció en 1990, cuando su hijo Pierre apenas contaba tres años. Su sombra, sin embargo, lo ha perseguido desde entonces. A sus 27 años, con sus rubios cabellos y sus ojos azules es el vivo retrato de su padre. A diferencia de su hermano Andrea, con fama de díscolo, Pierre cultiva una imagen de no haber roto un plato en su vida. Toca el saxofón, acompaña a su madre en giras humanitarias por África y actos benéficos, y la sólida relación con su prometida desde hace siete años tiene visos de ser la más estable del Principado. Sin embargo, antes de con Beatrice, se relacionó a Pierre con varias mujeres en sus años universitarios, cuando era fotografiado con frecuencia en compañía de modelos. Tras su piel de cordero, además, parece esconderse un economista capaz de hacerse, con apenas 21 años, con el control de la constructora fundada por su padre.

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