Docenas de empleados que fabricaban pantallas y chips para Samsung sufren leucemia y otras enfermedades. Algunos han fallecido. La empresa pidió perdón y prometió indemnizaciones el año pasado. La lucha de las víctimas continúa. Hablamos con ellas.

Cho Eun Ju tenía 22 años y quería vivir. Antes de que la conectaran a la máquina de respiración artificial, esta trabajadora de Samsung le dijo a su madre. No te preocupes, mamá, me despertaré . Fueron sus últimas palabras. Murió cinco horas más tarde.

Ocurrió el 10 de febrero, año y medio después de que Eun Ju hubiera empezado a trabajar para Samsung Electronics en la fábrica de Tangjeong, al sur de Seúl, planta que pertenece desde 2012 a la filial Samsung Display. Su tarea consistía en retirar las películas de plástico de las pantallas planas y, a continuación, limpiarlas con una solución química. El líquido tenía un olor cáustico, según le contó a su madre en la época en la que todavía trabajaba diez horas al día en Tangjeong.

Para protegerse de los productos químicos, Eun Ju se ponía una mascarilla en la cara y dos guantes en cada mano. Pues claro que tengo que respirar esa peste -decía-, igual que la respiran los demás compañeros . Un día, Eun Ju empezó a notar escozor en la piel y le salió una erupción en la cara. También tenía mareos y náuseas. Por último, empezó a sentir un dolor de huesos insoportable, como si le hubieran dado una paliza. Pensaba que había cogido una gripe fuerte y solo se tomó unas pastillas para la fiebre. Finalmente, acabó llamando a su madre. Me siento fatal, no puedo ni ir a trabajar , le dijo. En septiembre de 2013 los médicos le diagnosticaron síndrome mielodisplásico, una forma de cáncer en la médula ósea.

Kim Kyung Hee, de 50 años y madre de la fallecida Eun Ju, acude con un anorak gris y los ojos enrojecidos por el llanto a nuestra cita en un tranquilo café en la ciudad de Ulsan. Esta localidad industrial en la costa oriental de Corea del Sur es una fría sucesión de astilleros, fábricas de coches y rascacielos. Aquí creció Eun Ju y, desde que murió, su madre solo siente un vacío a su alrededor. La madre de Eun Ju no solo sufre por la pérdida de su hija. También sufre por los reproches que se hace a sí misma, por no haberla desanimado cuando presentó su solicitud de empleo en Samsung. Mi marido podría haberle pagado una carrera después de terminar la secundaria, pero Eun Ju no tenía ganas de estudiar, quería empezar a ganar dinero cuanto antes , dice.

La barrera de la burocracia 

Lo cierto es que no era fácil intuir el peligro al que se enfrentaba su hija. En estos últimos años apenas han salido a la luz algunas informaciones, siempre fragmentarias, sobre casos de enfermedades y fallecimientos entre trabajadores de las fábricas de semiconductores y pantallas de Samsung Electronics, incluida la planta en la que trabajaba Eun Ju.

Pese a esta escasez de información, son al menos 196 los empleados de las fábricas de microchips o pantallas de cristal líquido de Samsung Electronics que, desde los años noventa, han desarrollado enfermedades graves, como leucemia, tumores cerebrales y esclerosis múltiple. De ellos, han fallecido 69, según cálculos de Banollim, una organización surcoreana dedicada a la defensa de los derechos humanos.

Sin embargo, tan solo en cuatro casos los afectados o sus familiares han conseguido que el servicio coreano de compensación de accidentes o bien los tribunales les concedan el reconocimiento de accidente laboral y han logrado así el pago de una indemnización. En estos laboriosos procesos burocráticos y judiciales, los empleados o sus herederos tienen que demostrar que la enfermedad surgió como consecuencia directa de las condiciones de trabajo en Samsung; por ejemplo, por la ventilación insuficiente en las fábricas de microchips, donde se emplean productos químicos tóxicos. Y demostrar algo así es bastante complicado. Además, Samsung es una empresa muy poderosa.

Una disculpa pública 

La empresa ha ignorado durante años los repetidos casos de enfermedades y fallecimientos entre sus empleados. Hubo que esperar a mayo de 2014 para que Samsung Electronics se disculpara públicamente. Algunos antiguos empleados de Samsung han fallecido por leucemia o luchan contra enfermedades difíciles de tratar después de haber trabajado en nuestras instalaciones , reconoció Kwon Oh-Hyun, el vicepresidente de Samsung Electronics. Lamentamos que no se encontrara a tiempo una solución para cuestiones tan delicadas, y nos gustaría aprovechar esta ocasión para ofrecerles nuestras más sinceras disculpas a los afectados . Samsung Electronics anunció estar dispuesta a compensar adecuadamente a los damnificados.

Sin embargo, Samsung Electronics, aunque admite que las enfermedades se producen en sus fábricas, sigue sin reconocer específicamente la existencia de una relación directa entre las enfermedades y las condiciones de trabajo en sus plantas, básicamente por el empleo de productos químicos tóxicos en las fábricas de chips. Sí es cierto que la empresa está negociando con los familiares afectados y la ONG Banollim, aunque todavía no hay un acuerdo a la vista.

Protestas sin fin 

Jeong Ae Jeong, de 37 años, tiene el aspecto de una mujer formal, apocada incluso, no de alguien que lleva años peleando contra un coloso industrial. Pero no tiene intención de tirar la toalla hasta que reciba una indemnización por parte de Samsung. Para ella, lo que está en juego es el honor de Hwang Min Ung, su marido.

La pareja se conoció en Giheung, una fábrica de Samsung cerca de Seúl dedicada a la producción de chips de memoria. Él trabajaba como técnico, ella era una simple operaria. En octubre de 2004, los médicos le detectaron una leucemia. Murió al cabo de nueve meses, poco después de que Jeong hubiese dado a luz a su segundo hijo. Jeong protestó durante años delante de la sede central de Samsung en Seúl junto con otros familiares de víctimas. Fue multada por alteración del orden público y condenada a un total de dos años de libertad condicional. Posteriormente demandó al servicio de compensación de accidentes, que había rechazado el reconnto de la muerte de su marido como accidente de trabajo. Y perdió.

Ahora está negociando directamente con Samsung Electronics en colaboración con otros familiares y afectados. A estas reuniones asisten también tres expertos independientes, así como representantes de la ONG Banollim. Las conversaciones están resultando complicadas, reconoce Lee Jong Rag, cofundadora de Banollim. Teme que la única intención de Samsung sea indemnizar a parte de las víctimas para mitigar el daño que está sufriendo su imagen de marca, pero no cambiar la situación en sus fábricas.

Por eso, Banollim insiste en que Samsung y sus empresas subsidiarias se sometan en el futuro a controles independientes y sin previo aviso. De esta manera, la organización pretende evitar que las víctimas que han trabajado para Samsung pero contratadas por empresas subsidiarias se queden sin indemnización. Samsung se ha manifestado en términos muy claros sobre esta pretensión. Sería desproporcionado esperar de Samsung la toma en consideración de indemnizaciones que afectan a empleados de otras empresas .

La excusa de las empresas subsidiarias 

El caso de Son Kyung Joo es uno de los que podrían verse descartados de esta manera. Él mismo ya se lo temía antes de morir de leucemia, en agosto de 2012, a los 53 años. Este empleado de Gigatech, una de esas empresas subsidiarias, se encargaba de controlar la producción en la fábrica de chips que Samsung tiene en Giheung. Poco antes de su muerte, le dijo a su hijo Seong Bae. Si me pasa algo, ponte en contacto con Banollim .

Seong Bae tiene 25 años y estudia Relaciones Internacionales en Seúl. En su smartphone Samsung lleva la fuente de la que extrae el valor para seguir luchando. son unas fotos conmovedoras tomadas durante la agonía de su padre. Su padre seguía escribiendo un blog personal desde el hospital con su tableta Samsung. Contaba cómo había instalado nuevas líneas de producción en la fábrica de Samsung. Mi padre quería dejar la mayor cantidad posible de pruebas , dice Seong Bae.Por ejemplo, en su blog se puede leer. En los tres o cuatro meses durante los que se instaló el equipo, las condiciones de trabajo fueron muy malas; era imposible impedir la exposición a sustancias dañinas . Afirmaciones como estas son la base por la que Seong Bae deriva la responsabilidad de la muerte de su padre hacia Samsung Electronics.

A pesar de contar con el testimonio dejado por su padre, Seong Bae tuvo que ver cómo el servicio de compensación de accidentes rechazaba el caso en primera instancia. Pero él, como muchos otros, no está dispuesto a rendirse hasta que el Estado reconozca la muerte de su padre como accidente de trabajo, aunque eso exija desafiar a la empresa más importante de Corea.

Los afectados

-Una vida rota. Kim Kyung Hee muestra una foto de su hija Eun Ju, fallecida a los 22 años después de trabajar en Samsung Electronics.

-Sin respuestas. Lee Yun-jeong, de 32 años, murió de cáncer en mayo, después de trabajar con semiconductores durante cuatro años. Su muerte no ha sido vinculada aún con su trabajo.

-Basada en un hecho real. El hecho de que Samsung haya aceptado iniciar conversaciones con los afectados se debe en parte a la presión pública provocada por una película que sacudió Corea del Sur el año pasado. Su título. Otra promesa (en coreano. Ddo Hanaui Yaksok), una alusión sarcástica al eslogan publicitario de Samsung Otra familia (‘Ddo Hanaui Gajok’). El filme cuenta la historia real del taxista Hwang Sang Ki, cuya hija Yu Mi enfermó de leucemia en una planta de fabricación de chips de Samsung Electronics y falleció en 2007, a los 22 años. En la película la empresa no se llama Samsung, sino Jinsung.

Según se cuenta en el filme, la empresa intentó impedir que los familiares solicitaran a Kcomwel -el servicio coreano de compensación de accidentes- el reconocimiento de la enfermedad de su hija como accidente laboral. Preguntada al respecto por la revista alemana Spiegel, Samsung negó estas acusaciones. La empresa asegura que puso a disposición de Yu Mi los documentos necesarios para tramitar la solicitud. Lo único seguro es que Kcomwel rechazó la reclamación del padre en 2009. La enfermedad y la muerte de la joven solo fueron reconocidas como accidente laboral en 2011, tras la demanda interpuesta por el padre ante un tribunal de Primera Instancia. El tribunal determinó que la afectada había estado expuesta a productos químicos peligrosos durante su trabajo en la fábrica.

Fue una sentencia revolucionaria, un acontecimiento a escala nacional.Hasta ese momento, la empresa solía enviar a los juicios sus propios abogados para que colaboraran con los organismos implicados y alentar el rechazo de las reclamaciones de sus empleados. Como gesto de buena voluntad, Samsung Electronics ya ha renunciado a esta práctica. No obstante, víctimas y familiares siguen a la espera de recibir sus indemnizaciones.

-La empresa todopoderosa. El volumen de negocio de Samsung supone la cuarta parte de la economía de Corea del Sur. Emplea a unas 400.000 personas. Hasta hace poco, el rey de este imperio era Lee Kun-hee, de 73 años (en la foto). En 2008 fue condenado a tres años de libertad condicional y una multa de 109 millones por prácticas financieras irregulares. Solo un año después, el presidente del país lo indultó. En 2014, el patriarca sufrió un infarto y cedió el mando a su hijo, Lee Jae-yong, de 46 años.

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