Ha vuelto. Casi una década después, Matt Damon retoma el papel de Jason Bourne, el espía que lo convirtió en estrella. El mundo, sin embargo, ya no es el mismo. Programas de vigilancia masiva, guerra en Siria, crisis económica y de refugiados, Donald Trump camino de la Casa Blanca… Bourne regresa en un planeta turbulento y Matt Damon, uno de los actores más comprometidos de Hollywood, tiene algo que decir al respecto.

Jason Bourne… perdón, Matt Damon, entra en una diminuta sala, en un estudio de Toronto, Canadá.

Saluda, toma posesión del reducido espacio con su sonrisa y sus ojos azules y pregunta por las afinidades futbolísticas de su interlocutor. «¿Madrid o Barça?». A Damon le atrae tanto España que no le importaría venirse una temporada con su esposa, la argentina Luciana Barroso, y sus cuatro hijas; trabajar, por ejemplo, con Almodóvar y perfeccionar su renqueante español. El propósito de su cita con XLSemanal, sin embargo, nada tiene que ver con esto. En unas semanas, el 29 de julio, se estrena Jason Bourne, así, a secas, quinta entrega de la saga que, insuflando realismo y actualidad al cine de espías, obligó al propio James Bond a adaptarse a los nuevos tiempos. El personaje propulsó la carrera de Damon hacia la estratosfera, otorgándole estatus definitivo de estrella tras haberse ganado respeto y algún que otro premio con títulos como El indomable Will Hunting o El talento de Mr. Ripley. Ahora, Jason Bourne, uno de los estrenos más esperados del año, aspira a retratar los nuevos tiempos; la excusa perfecta para hablar con este actor de 45 años, comprometido con causas como la defensa de la privacidad o el acceso al agua en los países del Tercer Mundo, de las turbulencias del mundo en que vivimos.

XLSemanal. Tommy Lee Jones, como director de la CIA en esta nueva película, se pregunta. «¿Por qué ha regresado Jason Bourne?». Lo que se pregunta todo el mundo, vamos…
Matt Damon. Sí, bueno, no destriparé la historia, pero esa fue siempre nuestra preocupación. ¿deberíamos hacer otra película de Bourne? El planteamiento de la saga siempre fue poner al personaje en el mundo actual. Las tres primeras no tuve nada que ver con la cuarta reflejaban un planeta inmerso en la lucha contra el terror, tras el 11-S, y la acción nos llevaba a Londres, Madrid y Nueva York, las ciudades atacadas por los yihadistas hasta entonces. Entendíamos que, para hacer otra, debíamos esperar a que el mundo cambiara. Y el mundo ya no es el mismo que hace diez años.

XL. A su juicio, ¿cuál ha sido el acontecimiento más determinante para que el mundo ya no sea el mismo?
M.D. Creo que ha empezado la era post-Edward Snowden, un mundo en el que debemos debatir y decidir los límites entre la seguridad y la privacidad. Las filtraciones de Snowden abrieron al debate los límites de la vigilancia del Gobierno, ayudado a veces por las grandes tecnológicas. Es decir. ¿hasta dónde estamos dispuestos a ceder en aras de nuestra seguridad? A Snowden lo acusan de cosas horribles, pero es indudable que propició la apertura de este debate.

XL. «No quiero vivir en un mundo donde se registra todo lo que hago y digo», decía Snowden…
M.D. Estoy de acuerdo, pero millones de personas ceden encantadas, o inconscientes, con tal de disfrutar de GPS, móvil, tarjeta de crédito y cuentas en redes sociales. Lo hacen por el hecho de que reciben algo a cambio. ¡Felices! No se necesita mucha imaginación para entender hasta qué punto los gobiernos son capaces de obtener todos tus metadatos sin que te enteres y extraer conclusiones sobre tus hábitos y tu comportamiento para actuar contra ti de forma preventiva. Es capital que se legisle y se regule todo este asunto.

XL. ¿Qué le preocupa exactamente?
M.D. Asumir que somos vigilados y monitorizados a todas horas implica cambios radicales en nuestro comportamiento social y personal. E irá a peor, porque la tecnología se hace más sofisticada; los teléfonos inteligentes son cada vez más inteligentes y hacen más cómodas nuestras vidas, pero ¿abrir de par en par nuestra privacidad a gobiernos y empresas? De hecho, ¿qué significa ya el término ‘privacidad’? ¿Cuáles son los peligros de todo esto? ¿Qué dice nuestra actitud de nosotros como seres humanos? Es un tema sobre el que debemos reflexionar y no veo que a la gente le preocupe todo lo que debería.

XL. El debate, en todo caso, suele terminar cuando a la ciudadanía se le confronta con su propia seguridad…
M.D. Sí, esa es la excusa para legitimarlo todo. Los gobiernos necesitan garantizar la seguridad de sus ciudadanos, y estas herramientas facilitan su trabajo, pero debemos establecer cuál es el precio que estamos dispuestos a pagar por ello.

XL. Decía que Estados Unidos, el mundo entero más bien, necesita debatir sobre los límites entre la privacidad y la seguridad. El tema, sin embargo, no ha aparecido todavía en la carrera a la Casa Blanca…
M.D. Sí, es cierto, hay muchos intereses de grandes empresas y gobiernos para que no se hable de ello, pero al final no podrán evitarlo. De hecho, en el centro de la trama tenemos una disputa entre una poderosa multinacional y el gobierno sobre la privacidad…

XL. ¿Como la del FBI con Apple para desbloquear el móvil del hombre que asesinó a 14 personas en San Bernardino, California?
M.D. Eso es, pero lo escribimos y filmamos mucho antes. Espero que cuando empiece la campaña de verdad alguno de los candidatos hable de este asunto, porque hasta ahora no han dicho nada relevante, ¡salvo que Trump quiere levantar un puto muro! Me sorprende que México no anuncie su propio muro para aislarse de nosotros [se ríe].

XL. En su día ya mostró su temor ante la posibilidad de que Sarah Palin, candidata a vicepresidente con John McCain, ocupara algún día el despacho oval. ¿Quién le da más miedo. Palin o Trump?
M.D. La verdad es que no sé qué pensar. Trump está muy cerca de lograrlo… No sé, estoy en estado de shock de verlo como candidato a presidente. Quiero decir, ¿dónde hemos ido a parar?

XL. Muchos se preguntan si se pueden tomar en serio las cosas que dice o, más bien, solo busca provocar y llamar la atención…
M.D. No sé si Trump piensa todo lo que dice, pero creo que dice todo lo que piensa. ¡El tío no tiene filtro! Seguro que hace tiempo que nadie le lleva la contraria. Está acostumbrado a mandar, no parece que se le dé bien escuchar. En su entorno todos deben de darle siempre la razón, por eso dice lo primero que se le pasa por la cabeza. Sería de vergüenza ajena si no fuera tan terrible que esté a un paso de ser presidente.

XL. ¿Le ve posibilidades?
M.D. Confío en el buen juicio de mis compatriotas. No creo que haya suficientes votantes dispuestos a llevarlo hasta la Casa Blanca… Pero bueno, ¡así llegó Hitler al poder! Si con alguien como Obama siguió desarrollándose el programa de vigilancia masiva, ¡imagina lo que puede pasar con Trump! Como te decía, este es un asunto crítico.

XL. Reagan llegó a la Casa Blanca, idea que acarició Arnold Schwarzenegger, exgobernador de California; republicanos ambos. ¿Para cuándo un actor candidato demócrata?
M.D. Ah, no, ¡no cuentes conmigo! [Se ríe]. Pregúntale a Ben [Affleck], él sí que tiene la inteligencia para hacer algo así.

XL. Otro elemento de cambio mundial ha sido la crisis económica. ¿También Bourne tiene problemas para llegar a fin de mes?
M.D. Bueno, no es que tenga ese tipo de problemas [se ríe], pero esta crisis ha convertido el mundo por el que se mueve en un lugar más peligroso, con gente muy cabreada o muy desesperada. Porque Bourne no vive entre ricos y mansiones, sino que se mueve por las calles, por la periferia del sistema, donde está la gente realmente jodida por la crisis o la guerra en Oriente Medio. En París, por ejemplo, se interna en esos barrios marginales donde nunca ha entrado una película americana; quiere ver esos sitios donde estallan revueltas.

XL. Bourne se pasa tres películas buscándose a sí mismo hasta que, en la tercera, lo recuerda todo y nada libre hacia el atardecer. ¿No podían haberle dejado al hombre en una pequeña ciudad, con esposa e hijos, trabajando de tendero o algo así?
M.D. [Se ríe]. Es que si fuera así, no habría película. Paul Greengrass [director de otros dos títulos de la saga] dijo que, al hacer otra, asumíamos que cinco minutos después de nadar hacia el atardecer, el tío ya está jodido, acosado por el remordimiento y la responsabilidad sobre su pasado. Así que está hecho mierda y así lo hallamos ahora, en los márgenes de la sociedad.

XL. ¿Por eso arranca en Grecia, país que podríamos considerar como margen actual de la sociedad occidental?
M.D. Suena duro, pero así es. Grecia es hoy la última frontera de Occidente. La historia comienza, justamente, en la línea divisoria con Macedonia, entre toda la marea de refugiados llegados de Siria, Irak, Afganistán…, y luego sigue en Atenas, ante el Parlamento, en una protesta contra la austeridad, la consecuencia más terrible de la crisis económica.

XL. ¿Rodaron en la frontera de Grecia con Macedonia?
M.D. Esa era la intención, sí, pero tuvimos que modificar la ubicación porque cuando llegó la hora ¡había allí 15.000 refugiados esperando para cruzar! Queríamos mostrar los tiempos actuales, un mundo en el que estas dos crisis, económica y migratoria, junto con la privacidad, son los temas que más inquietan a la gente.

XL. Vayamos ahora un poco más atrás. Es evidente que Bourne catapultó su carrera, pero ¿cómo lo vivió usted?
M.D. En primer lugar, fue toda una sorpresa recibir aquella oferta porque nunca había hecho una película de acción. Yo andaba haciendo cosas como El talento de Mr. Ripley, El indomable Will Hunting, Dogma…, así que me quedé de piedra. Ni siquiera estaba seguro de querer hacer ese tipo de cine.

XL. ¿Acaso le parecía menos serio ?
M.D. Hombre, no es Shakespeare, claro [se ríe], simplemente pensaba que sería un trabajo muy aburrido.

XL. ¿Exige menos desde el punto de vista de la interpretación?
M.D. También, aunque no siempre. Sobre todo me marcó un día que visité a Ben [Affleck] en el rodaje de Armageddon [1998]. ¡Me pareció un tostón! La mayor parte del tiempo esperábamos en el tráiler sin nada que hacer. «¿Pero qué cojones haces en esta película, Ben?» [se ríe]. «Sí, bueno, es que tienen que preparar las explosiones, los efectos; lleva tiempo, ya sabes», me dijo. Y yo. «Por Dios, ¡qué horror! ¡Es el rodaje más aburrido al que he asistido nunca!». Así que siempre me echó para atrás hacer algo así; me gusta divertirme con mi trabajo.

XL. Una vez que lo probó, entonces se quedó usted enganchado…
M.D. Sí [se ríe], puede ser. Con Bourne, la verdad, es que me pareció que era un gran personaje. Me encantó.

XL. Lo cierto es que propulsó su carrera y también sus ingresos, su caché como un cohete…
M.D. ¡Joder que sí! Fue tremendo. De repente… Recuerdo que el productor Jerry Weintraub, que se nos fue hace un año, me llamó el lunes tras el fin de semana del estreno. Nada le hacía más feliz que ver feliz a un amigo y se moría de risa al teléfono dándome las cifras de taquilla [acabó recaudando 214 millones de dólares]. «Oh, Dios, te van a empezar a llover ofertas de las buenas, amigo». De pronto, estaba, ya sabes [hace un gesto de entrecomillado con los dedos]…, en la lista.
XL. En la lista…

M.D. Sí, esa en la que tu sola presencia hace posible una película. Así funcionan los estudios, hay determinados nombres considerados valores seguros. Los directores saben. «Entonces, si consigo a este, me dais la pasta y hacemos la película, ¿no?». Y así fue, empecé a recibir ofertas con las que ni soñaba.

XL. Lo difícil, se dice, no es llegar, es mantenerse. Usted sigue ‘en la lista’. ¿Cuál cree que es la clave?
M.D. Bueno, solo sigues en la lista si tus películas siguen funcionando, pero no me preguntes por qué. En la vida todo se reduce a las decisiones que tomas, esa cadena, una detrás de otra; y, por lo visto, voy acertando [se ríe]. Pero lo curioso de todo esto de ‘la lista’ es que no tienes ni puta idea. Tú no sabes que estás, nadie te lo dice ni te explica qué tienes que hacer, simplemente el teléfono empieza a sonar. En los últimos 14 años, de todos modos, también ha estado épocas sin sonar. Entonces, te dices. «Vaya, parece que ya no estoy en la lista» [se ríe]. Ahora, después de hacer Marte, por ejemplo, la mayor película de mi carrera [recaudó 640 millones], sé que estoy ‘en la lista’. Quién sabe por cuánto tiempo.

XL. Sí, Marte, que ganó el Globo de Oro a mejor comedia…
M.D. Mejor comedia o musical. Por lo primero, lo dudo mucho, así que supongo que nos lo dieron por la parte musical, ya que canturreo un poco [se ríe]. Es agradable que aprecien tus habilidades vocales [más risas]. No, en serio, a nadie le amarga un Globo de Oro.

XL. Cuando rueda una película de Bourne, con toda esa correría, puñetazos, artes marciales…, ¿no llega sobreexcitado a casa?
M.D. Sí, bueno, un poco, aunque eso era más cuando hice las tres primeras. Ahora, lo que me sucede es que llego bastante más cansado a casa. La edad no perdona. Ya no es tan lúdico como antes, es todo trabajo.

XL. Y sus hijas, ¿no le piden que les enseñe a pelear?
M.D. No, no, ellas no han visto ninguna de estas películas. Bueno, la mayor, Alexia, que tiene 17, sí; la única. No tienen ni idea de lo que hace su padre cuando se va de casa [se ríe].

XL. De todas sus películas, ¿hay alguna en particular que jamás les dejaría ver? Behind the candelabra, quizá, en la que hace de asistente y amante de Liberace…
M.D. Hombre, Michael Douglas está magnífico en el papel, pero en esa, sin duda, les extrañaría un poco verme [se ríe]. De todos modos, la única que les he puesto es Marte, y porque la habían visto todas las amigas de Isabella, que acaba de cumplir diez años. Hablé con los otros padres y me dijeron que, salvo algunos tacos y el momento en que me coso el estómago, no había problema. Así que me senté con ella y, al llegar esa escena, le conté que era todo falso. ¡Le encantó! Ah, y también les he puesto Spirit. el corcel indomable, una de animación que doblé hace siglos para Dreamworks.
XL. Su esposa es argentina. ¿Se habla español en su casa?
M.D. Muy poco. Las chicas lo entienden bien, pero no hemos puesto mucho de nuestra parte. Quizá si me saliera algo en Argentina o en España… Sería genial ir un año a tu país, buscar un colegio para las chicas, que mejoren su español, avanzar yo también; seguro que en unas semanas se ponían a hablar.

XL. La frase más repetida entre las estrellas de Hollywood cuando se refieren a España es. «Me encantaría trabajar con Almodóvar». ¿No me irá a decir que usted también…?
M.D. Ah, sí, también, cada vez que lo veo le digo. «¡Por favor, Pedro, te lo suplico! ¿No tienes un papel de un americano para mí por ahí? Venga, ¡si hablo un poquito de español!» [se ríe]. Ahora incluso tengo familia en España, así que…

XL. Sí, he sabido que estuvo hace poco en Alicante…
M.D. Ah, sí, en la boda de mi cuñado. Estaba rodando aquí, en Toronto, volé a Alicante y dos días después regresé. Fue agotador, pero fue todo muy hermoso. Me encanta España. Rodé allí Green Zone, en Murcia; El ultimátum de Bourne, en Madrid; y ahora Jason Bourne, en Tenerife, que es Atenas en la película. Solo me da rabia no haber estado en Barcelona, ¿no es triste? He andado por toda Europa, pero nunca en Barcelona. En fin, todo llegará.

BOURNE, EL ENEMIGO DE JAMES BOND 

Llega el anti-Bond
La primera entrega del espía amnésico, enamorado y políticamente correcto puso contra las cuerdas, con su estilo realista, el cine al estilo James Bond. Ese año Pierce Brosnan hizo de 007 por última vez. «El caso Bourne» (2002)

Espías con nuevo estilo
Persecuciones más espectaculares, cámara nerviosa y un Bourne atormentado vengando a su amada. Dos años más tarde, Casino Royale actualizó a James Bond siguiendo su estela. «El mito de Bourne» (2004)

A saco contra 007
Para calentar el estreno del mayor éxito de la saga, Damon arremetió con un. «Bond está anclado en los sesenta; es un imperialista misógino que mata a personas mientras hace chistes y bebe martinis». «El ultimátum de Bourne! (2007)

Bond toma buena nota
Damon no quiso salir en esta entrega meramente alimenticia. El estilo se mantiene sin aportaciones, mientras Daniel Craig y Sam Mendes revitalizaban a Bond con Skyfall. «El legado de Bourne» (2012)

La última entrega
Decía Damon que el mundo tenía que cambiar mucho para retomar a Bourne. Este regresa en la era pos-Snowden, con crisis económica y de refugiados, mientras el nuevo Bond empieza a provocar bostezos. «Jason Bourne» (2016)

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