Cada vez más estudios demuestran que respirar bien mejora la salud y aclara la mente, pero la mayoría sigue sin hacerlo correctamente. Por M.G.

El estrés, las malas posturas, los desórdenes médicos, algunos hábitos alimentarios, la contaminación… todo ello hace que respiremos mal. Y no le prestamos ni siquiera atención al problema, pese a que una reciente investigación científica muestra que la ralentización y la profundización de la respiración pueden ejercer una profunda influencia en el bienestar. «Muchos investigadores no terminan de entender que una cosa tan simple como respirar pueda influir de forma real en la fisiología», explica el doctor Andrew Weil, médico y fundador del Centro para la Medicina Integradora de la Universidad de Arizona.

Está demostrado que los ejercicios respiratorios fundamentales en la práctica del yoga contribuyen a controlar la tensión sanguínea, mejorar la pulsación cardiaca, flexibilizar las arterias y activar el sistema nervioso parasimpático, lo que atenúa la respuesta de lucha o huida con que el cuerpo se enfrenta al estrés. Weil y otros especialistas consideran, además, que la respiración profunda tiene unos efectos que van más allá del bienestar. «Hay suficientes razones para justificar su aplicación en muchas áreas de la medicina», dice el doctor Luciano Bernardi, profesor de Medicina Interna de la Universidad de Pavía, en Italia, cuyas investigaciones muestran que los ejercicios de respiración lenta mejoran incluso la capacidad deportiva en pacientes con problemas cardiacos crónicos. Otro estudio, llevado a cabo por el equipo del doctor J. V. Hardt, del Instituto Biocibernauta de Canadá, ha demostrado que la respiración incide en el funcionamiento cerebral.

Los mayores errores son inspirar por la boca y no aprovechar nuestra capacidad pulmonar. Solo utilizamos el 10 por ciento de ella

Cuando se respira de manera abdominal o completa, el cerebro emite más ondas alfa. Y es que muchas enfermedades, tanto físicas como psíquicas, están relacionadas con la falta de oxígeno. Otto Warburg, Premio Nobel en 1931, llegó incluso a establecer una relación entre cáncer y oxígeno, investigaciones por las que fue galardonado. «Hay que recordar que el cuerpo humano está formado por un 85 por ciento de agua. Si coges agua, la estancas durante tres o cuatro días y no está oxigenada, ¿qué sucede? Se pudre. Respirar quiere decir vivir» explica Maria Àngels Farreny, entrenadora personal de respiración. Farreny hace hincapié en un dato: «Solo utilizamos un 10 por ciento de nuestra capacidad pulmonar. ¡Un 10 por ciento!». Desaprovechar nuestra capacidad pulmonar es el error más común que cometemos. El otro gran error es inspirar por la boca. La respiración debe comenzar por la nariz porque las fosas nasales filtran las partículas tóxicas y calientan el aire para que sea mejor asimilado. «Con una buena respiración y una buena postura corporal, porque tienen que ir ligadas las dos, puedes prevenirlo prácticamente todo», insiste Farreny. Quizá por eso en Estados Unidos está de moda el breathing, técnicas para aprender a respirar. Todo pasa por tomar conciencia de su importancia y pensar antes de respirar. Lo que se puede enunciar al revés: respirar bien lo ayudará a pensar mejor.

Desde pequeños

Niña respirando al aire libre

Respirar correctamente puede entrenarse desde la infancia. Los bebés, cuando nacen, solo respiran por la nariz y, a medida que va madurando su aparato respiratorio, en torno a los seis meses, aprenden a hacerlo por la boca. Pero cuando empiezan a sentir ansiedad, su respiración pueden descontrolarse.

UN SENCILLO EJERCICIO

Ejercicio de respiración

Siéntese en una postura cómoda que le permita respirar de forma alterna por una y otra fosa nasal. Una silla puede servir. Presione la fosa nasal derecha.Respire lentamente por la fosa nasal izquierda hasta llenarse los pulmones. Aguante sin respirar durante cuatro segundos.

Libere la fosa nasal derecha y tapone la izquierda. Espire con lentitud. Una vez haya soltado todo el aire, respire por la fosa nasal derecha y haga otro tanto por la izquierda. Hágalo unas cuatro veces por cada fosa nasal (o más veces si tiene tiempo para ello).

LOS EFECTOS

La respiración lenta activa áreas del cerebro vinculadas a actividades antidepresivas. Las personas con insomnio que antes de acostarse practican la respiración lenta y regular a lo largo de 20 minutos se despiertan menos veces durante la noche. Los estudios indican que las personas que practican la respiración alterna por una y otra fosa nasal reducen de forma significativa la tensión sanguínea. La respiración pausada contribuye a una mayor absorción de oxígeno. La práctica de ejercicios respiratorios varias veces al día incrementa el consumo de oxígeno en un 37 por ciento. El año pasado, unas mujeres sometidas a un estudio estuvieron practicando yoga y ejercicios respiratorios dos veces por semana a lo largo de varios meses. Redujeron de modo significativo sus niveles de ansiedad. Un pequeño estudio efectuado recientemente confirma que realizar 30 minutos al día de sesiones de respiración lenta reduce la tensión sanguínea entre las personas con hipertensión y que los efectos siguen notándose incluso un mes más tarde.

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