Myanmar desata una nueva campaña de violencia contra los Rohinyá, un pueblo sin patria al que se niega incluso la identidad. Por L. G. 

En mayo de 2015, unas terribles imágenes de cientos de personas desnutridas en un barco a la deriva al sur de Tailandia los colocó por primera vez en las portadas. Son los rohinyá, un pueblo sin patria que habita sobre todo en Myanmar, donde sufren todo tipo de violencia. De hecho, ni siquiera están registrados. No existen. Su ‘delito’ es ser musulmanes en un país budista.

Desde entonces, su situación no ha mejorado. Al contrario. Una nueva oleada de violencia contra ellos ha llevado al responsable del Acnur, John McKissick, a denunciar una campaña de «limpieza étnica» promovida por el Ejecutivo de Myanmar: «Matan a hombres y niños, violan a mujeres, queman hogares y fuerzan a los que quedan a cruzar el río hacia Bangladés», donde, por cierto, tampoco los quieren. El Gobierno alega, para justificar sus matanzas, que los líderes rohinyá están vinculados con el ISIS y que prenden fuego a sus propias viviendas «para llamar la atención internacional».

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