Michael Solomon, un profesor de instituto de Baltimore, desarrolló un método hace años para buscar objetos perdidos. Y lo ha plasmó en el libro, ‘How to find lost objects’.

1.- No lo busque. Es una reacción instintiva, pero una búsqueda ‘a lo loco’ o desesperada no conduce a nada. Espere. No empiece a buscar hasta tener una idea clara de dónde buscar.

2.- Recuerde las tres ‘C’. Comodidad, calma y confianza. Acomódese, incluso tómese un respiro, piense. Cálmese, recree cosas que lo tranquilicen. Tenga confianza en usted, dígase que puede localizar el objeto. Ahora está preparado para iniciar la búsqueda.

3.- Está donde se supone que debía estar. Mire primero en su lugar habitual. Incluso si usted no lo puso ahí, alguien pudo haberlo puesto.

4.- Está delante de usted. Ha mirado donde suele estar o en el lugar que se usó por última vez. Y no está. ¿O sí? Es posible mirar el objeto directamente y no verlo. Es por el estado de agitación mental que se produce cuando perdemos algo. A veces, ese estrés hace que incluso dejemos de pensar en lo que estamos buscando. Para evitar esto, repita el nombre del objeto en voz alta: ‘Gafas, gafas, gafas…’ .

5.- El efecto camuflaje. El objeto está ahí, delante de usted, pero escondido a primera vista. Asegúrese de comprobar cualquier cosa que podría cubrir el objeto, un periódico, una chaqueta…

6.- Piense de nuevo. Usted estaba allí cuando el objeto se ‘perdió’. Así que debe tener un recuerdo de dónde lo puso. Está en su cerebro. Inténtelo de nuevo.

7.- Mire una vez, mire bien. No dé vueltas en círculo. Una vez que ha chequeado un lugar, no vuelva a él una y otra vez. Busque una vez, pero hágalo bien.

8.- La zona Eureka. A veces el objeto se ha movido. Por ejemplo, un lápiz ha rodado, un libro se ha caído tras la estantería… Un objeto no suele ‘caminar’ más de 20 centímetros. Se llama la zona Eureka. Señale la zona y busque detenidamente.

9.- Recree el ‘crimen’. Si no lo ha encontrado todavía, recree el escenario. Llegó a casa, abrió una carta, le disgustó, fue a la cocina quizá tiró el abrigo en una silla no habitual… Recordar un gesto peculiar puede desatar en su cerebro otro gesto, el que hizo con el objeto perdido.

10.- No fue usted. Cuando todo lo anterior ha fallado, explore la última posibilidad: el objeto no ha sido mal colocado. Ha sido ‘mal apropiado’. Quizá alguien lo ha tomado prestado o se lo ha llevado.

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