El discípulo del pintor aragonés podría ser el autor de muchas de las obras atribuidas al maestro. Por  Suzana Mihalic

Cuentan que era hijo de pescadores y lo llamaban El Pescadoret. Nació en Cañamelar, Valencia, en 1760 y estudió en la Academia de Bellas Artes de San Carlos. Poco más se sabe de él, salvo que en 1792 vivía en una barraca en el Cabañal, a unos 500 metros de la casa del marqués de La Romana, donde vino a instalarse una temporada Francisco de Goya para reposar con su mujer, convaleciente. Así debieron de conocerse, según la versión más documentada, el pintor aragonés y el que sería su discípulo más aventajado.

Un encuentro que cambiaría su vida y va camino de cambiar la historia de la pintura. Se sabe que Asensio fue ayudante de Goya durante los trabajos de la ermita de San Antonio de la Florida, pero poco más sobre su trabajo en el taller del artista. Y, a juicio del vicerrector de la Universidad de Valencia, Rafael Gil, que hizo su tesis sobre Juliá, no es casualidad. Gil asegura que «el corpus de la obra de Goya es tan grande que es imposible que pudiera acometer todas las obras de principio a fin».

Las 400 piezas que se le atribuyen, puestas en línea, son más de 1,5 kilómetros de pinturas. «Es imposible para un solo autor. Todo gran pintor tenía un taller detrás.» La revalorización de la obra de Goya ha eclipsado, sin embargo, a quienes estaban a su alrededor. Es el caso de Juliá, fallecido en 1832. «Muchos coleccionistas han quitado su firma -asegura Gil-. El estilo es muy cercano y entre un cuadro atribuido a Goya y uno de Juliá la diferencia de precio es abismal.»

conocer arte Coloso Julia

El coloso Atribuido a Goya, hasta que ahora han aparecido las iniciales A. J. en el lienzo. No es el primer caso. El ajusticiado, de Juliá, ya fue atribuido a Goya

Por eso, en El coloso tardaron tanto en aparecer las iniciales s, A. J., claves para confirmar las dudas que surgieron ya en 1991. Lo seguro es que Asensio tuvo una relación muy estrecha con el artista aragonés, que lo retrató en al menos tres ocasiones, algo muy excepcional. Como anécdota, una novela -poco histórica- escrita en 1952 por un autor francés sobre la vida amorosa de Goya. El objeto de su deseo, para aficionados a los juegos de palabras, era Julia Asensi.

El rostro de Juliá. Uno de los retratos que Goya hizo a su discípulo. Se cree que fue realizado en la ermita de San Antonio de la Florida, Madrid, por los andamios y la bata de pintor. Tiene inscrito: «Goya a su amigo Asensi». Está en el Museo Thyssen.

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