Al ‘reggaeton’ lo daban por muerto, pero se ha reinventado: y no para moderarse. El ‘trap’ latino, con letras aún más machistas y sexualmente más explícitas, está logrando un éxito sin precedentes. Por Carlos Manuel Sánchez

Le contamos en qué consiste este polémico fenómeno y quién es su máximo exponente: Bad Bunny.

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Bad Bunny

Si usted ha oído cantar a su hija «a mí me gustan los más grandes que no me quepa en la boca…»; o a su hijo adolescente tararear «si antes yo era un hijueputa, ahora soy peor», ya conoce a Bad Bunny. O, al menos, lo ha escuchado. Quizá le hayan alarmado las letras, pero lo cierto es que decenas de millones de chicos y chicas en todo el mundo corean esas canciones.

Era un perfecto desconocido hasta el año pasado. Un joven puertorriqueño de 23 años, de nombre Benito Antonio Martínez, que trabajaba en un supermercado como empaquetador. Y que debe su nombre artístico a una fiesta de disfraces escolar a la que fue vestido de conejo a regañadientes. Hoy es un producto global. Los videoclips que cuelga en YouTube acumulan 8000 millones de visionados. Solo mirar las estadísticas de las dos canciones mencionadas en el párrafo anterior causa vértigo. Soy peor lleva 650 millones de visitas, entre el vídeo oficial y el remix. Y en Spotify también arrasa: Mayores -con Becky G- anda por los 218 millones de reproducciones. La cuenta de Instagram de Bad Bunny tiene 8 millones de seguidores.

Una nueva industria

¿Cómo se llega de cero al infinito en apenas unos meses? Es difícil responder a esta pregunta. Pero si se tienen en cuenta las circunstancias -sin haber lanzado nunca un disco, solo canciones sueltas; sin el respaldo de la industria discográfica y sin apenas sonar en las radios-, la pregunta se transforma en acertijo. Para complicar más el asunto, Bad Bunny es el mayor representante de un estilo musical que hasta la fecha era muy minoritario: un subgénero del reggaeton, con influencias del rap, llamado trap latino.

El trap latino, machismo y sexo en una cancion

Su nombre es Rafael Castillo. Neoyorquino, 33 años, tres hijos. Su familia se mudó de Estados Unidos a Puerto Rico. Comenzó formando dúo con Arcángel. Lleva más de una década en la industria musical, así que es un veterano. Unos 400 millones de visionados en YouTube

«Estamos ante un fenómeno que ha cogido a la industria fuera de juego», explica Víctor Sánchez Rincones, periodista musical colombiano especializado en ritmos urbanos. «Al reggaeton se lo daba por muerto, pero se ha reinventado gracias a artistas como J Balvin o Maluma. Hoy por hoy es el nuevo pop. Es lo que se consume. Las letras son una porquería, pero la música te agarra. Las discográficas no saben lo que es este género, aunque ahora intentan subirse al carro y fichar a gente que se ha consolidado por su cuenta, al margen de la industria y de las emisoras. Pero son artistas independientes. Y hacen lo que quieren. Que Medellín (Colombia) se haya convertido en la meca mundial de la música urbana es muy significativo».

«El machismo es un tema muy serio y no podemos dejar que estos energúmenos canten esto a los chavales», ha escrito el músico Iván Ferreiro

Pero las críticas a este tipo de música o, más específicamente, a esta clase de letras van más allá, como ilustra la petición multitudinaria en Change.org para la retirada de Cuatro babys, de Maluma. «El machismo es un tema muy serio y no podemos dejar que estos energúmenos canten esto a los chavales», escribió en su cuenta de Twitter el músico Iván Ferreiro. La socióloga Raquel Z. Rivera, coordinadora del libro Reggaeton (Duke University Press), señala que a mediados de los noventa ya se vivió «un feroz debate» en la sociedad puertorriqueña, en los orígenes del reggaeton como estilo musical. Alfredo Nieves, catedrático de la Universidad Metropolitana de Puerto Rico, ha estudiado la hipermasculinidad que trascienden las letras y los vídeos, construidos en torno al «machismo, la lógica del gánster, la objetivación de la mujer, la homofobia y la perpetuación de un imaginario sobre el barrio» de donde proceden estos artistas. La narrativa y la estética del trap latino -«Agárrala, pégala, azótala», canta Trébol Clan- llevarían «la figura del macho barriocéntrico», presente ya en el reggaeton, a un nuevo nivel de violencia sexual. El reggaeton es caribeño. Y Colombia y Puerto Rico se disputan la primacía desde sus inicios. La nueva vuelta de tuerca llega desde Puerto Rico, con Ozuna, Bryant Meyers, Arcángel o el propio Bad Bunny. Es la versión latina del trap, un género surgido en el sur más deprimido de Estados Unidos, en barrios marginales y con los trapicheos (de ahí el nombre) de la droga como temática. En el caso del trap latino, las obsesiones son el sexo y el dinero.

El trap latino, machismo y sexo en una cancion

Nacido en San Juan de Puerto Rico, 25 años. Ozuna roza los 5000 millones de reproducciones en su canal oficial de YouTube. Saltó a la fama en 2016 y su primer álbum, Odisea, salió en agosto pasado. Comparte con Bad Bunny productores -Mambo Kingz, DJ Luian…- y colaboradores. Y es íntimo amigo del cantante Anuel AA, encarcelado por posesión de armas

Y se ha convertido en un próspero negocio. Mueve tanto dinero que ha borrado cualquier posible rivalidad entre Colombia y Puerto Rico. J Balvin comparte los vídeos de Arcángel en su cuenta de Instagram… Y todos quieren aparecer en los de Bad Bunny. Se apoyan entre ellos. Se llaman para hacer un featuring (‘colaboración’). Es una nueva manera de propagarse que apuesta por la viralidad. No sacan discos, sacan tracks, canciones con sus respectivos videoclips que se difunden por YouTube, WhatsApp, Spotify… La radio pierde peso. Y se cuelan por el móvil y el streaming en las vidas de sus audiencias. Buena parte, en edad escolar.

Alerta parental… desconectada

Si la industria no los vio venir, los padres menos… «Mis hijos tienen seis y diez años y escuchan a Bad Bunny -reconoce el propio Sánchez Rincones-. El pequeñito tararea Chambea. Todo el colegio lo hace. Yo les bloqueé el móvil para ciertos temas. Pero da igual. Saben cómo saltarse los controles parentales. En el caso de niños tan pequeños tararean las canciones, pero no entienden lo que dicen. Es el sonido lo que les llama la atención, muy pegadizo». También la voz nasal de Bad Bunny. «Es inconfundible, su sello personal».

Pero las letras son tan machistas, violentas y soeces que han causado un revuelo considerable y un debate entre los propios pesos pesados de la música caribeña. Carlos Vives ha reconocido que es un género que no deja que su hija escuche. Y no es el único… «Esas letras forman parte del éxito del trap. Es el atractivo de lo prohibido. Hace un año era impensable escuchar descripciones sexuales tan explícitas. Pero ya no existen controles éticos. Mucho menos autocensura. Y no hay discográfica que los controle. Al revés, las discográficas se están postrando ante Bad Bunny. Y las radios que no los programan le hacen un favor al streaming. Esta gente impone su ley», argumenta Sánchez Rincones.

El trap latino, machismo y sexo en una cancion

Juan Luis Andoño (Maluma), 23 años, Medellín. Iba para futbolista. A los 15 años compuso y grabó su primera canción. Ha firmado un acuerdo con Sony Music, con el que se ha convertido en uno de los primeros artistas de trap latino que captan las grandes discográficas. Es un fenómeno comercial y ha lanzado una línea de ropa.

En el fondo, también es una cuestión de edades. Cada generación elige su propia música. Y el rock, el punk o el heavy metal también fueron considerados subversivos, inapropiados o incluso revolucionarios por los progenitores de los que los escuchaban. En el caso del trap, sin embargo, llama la atención la pobreza de espíritu. No hay reivindicación social alguna, algo que sí había en el rap del que proviene.

El trap latino, machismo y sexo en una cancion

De Medellín y Nueva York y de la misma quinta: 32 años. Dos exponentes del ‘featuring’, una manera de promocionarse en la que los artistas colaboran en vídeos y remezclas. La última canción de J Balvin, Machika, aspira a convertirse en la sintonía del Mundial de Fútbol de Rusia y emular así el Waka waka, de Shakira, en Sudáfrica

La cultura -o incluso la contracultura- brilla por su ausencia. Los versos de las canciones riman, pero no cuentan historias; parecen más bien ristras deslavazadas de tuits. Y el sexismo es tan descarado que alarma.

El trap latino, machismo y sexo en una cancion

Enrique Iglesias acaba de lanzar ‘El baño’, una canción en la que colabora con Bad Bunny y cuyo vídeo, de alto contenido sexual, superó los treinta millones de visualizaciones en la primera semana en YouTube. Es un buen ejemplo del interés de los artistas consagrados por el trap latino

Cada generación moldea con sus canciones una visión del mundo; asimila y normaliza una manera de entenderlo. Y de relacionarse. «Madres y padres de todo el mundo / no critiquéis lo que no podéis entender. / Vuestros hijos e hijas están más allá de vuestro control…». Esto no lo canta Bad Bunny. Lo cantaba Bob Dylan en los años sesenta.

LETRAS POLÉMICAS

Algunas de las letras del ‘reggaeton’ y el ‘trap’ son tan explícitas que no creemos conveniente su reproducción, pero les damos algunas pistas de por dónde van…

  • «Sigue tu camino que sin ti me va mejor. / Ahora tengo a otras que me lo hacen mejor. / Si antes yo era un hijueputa, ahora soy peor». _Bad Bunny
  • «A mí me gustan más grandes /que no me quepa en la boca». Becky G ft. Bad Bunny
  • «Estoy enamorado de cuatro babys. / Siempre me dan lo que quiero. / Chingan cuando yo les digo /ninguna me pone pero». Maluma
  • «Y es que yo quiero la combi completa. ¡Qué! Chocha, culo y teta». Daddy Yankee
  • «Me va mucho mejor así soltero / jangueo-bebo-fumo hago to’ lo que yo quiero. / No me hables de amor verdadero». Karol G ft. Bad Bunny
  • «Tranquila, poco a poco me conoces. / Por ahora quiero verte en to’as las poses. / Si me dejas te lavo hasta dentro el closet. / Ya tú estás caliente y todavía no son las doce, yeh». Enrique Iglesias ft. Bad Bunny
  • «Agárralo con tu mano y verás que es algo sano». Ozuna

 

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