Los ‘smartphones’ han provocado un ‘boom’ de aplicaciones para ligar, como Tinder, que prometen dar con tu media naranja. Sin psicólogos ni sorpresas desagradables. ¿Cómo? Por Daniel Méndez

Ligues peligrosos y redes sociales

Te observan en las redes sociales, cruzan datos y ¡bingo! Localizan a la pareja de tus sueños. Para millones de personas, el amor (y el sexo) pasa por Meetic, OkCupid o Tinder. Al mando de las más innovadoras está este hombre: Sam Yagan.

«Cuando consigamos que el cien por cien de las relaciones sentimentales empiecen ‘on-line’, habremos logrado nuestro objetivo», asegura Sam Yagan. Aunque la meta suene poco realista, si alguien puede conseguirlo es este matemático de 37 años. Mientras estudiaba en Harvard, este hijo de emigrantes sirios ya se lanzó a transformar la lógica de las páginas de citas. ¿Por qué recurrir a psicólogos para que analicen el perfil de mi perfecta media naranja? Él y sus compañeros de aventura (matemáticos como él) lo vieron claro: transformarían el trabajo de Cupido en un algoritmo matemático.

Así nació, hace diez años, la web OkCupid. La trayectoria de Sam Yagan se parece a la de tantos chavales listos y con iniciativa que pegan el ‘pelotazo’ con una buena idea (o varias: Yagan fundó también eDonkey, una célebre web de intercambio de archivos PSP que, según sus propias palabras, llegó a generar un tercio del tráfico de datos por Internet en Europa). Hoy, Yagan es director ejecutivo de Match, la vertiente amorosa de la compañía tecnológica IAC y una de las líderes indiscutibles del ramo: generó unos ingresos de 780 millones de dólares el año pasado.

Millones de solteros han puesto su corazón en manos de San Yagan. Para la revista ‘Time’ es una de las personas más influyentes del mundo

En sus manos están algunos de los nombres más conocidos: Meetic, Match.com, la propia OkCupid y una de las que más están dando que hablar últimamente: Tinder, que ha logrado con rapidez más de diez millones de usuarios. OkCupid, ya veterana, tiene treinta millones, y Match superaría con creces esa cifra En definitiva, millones de singles en todo el mundo ponen en sus manos las esperanzas de encontrar pareja o, por qué no, un ligue pasajero. Quizá por ello el año pasado la revista Time lo incluyó en su lista de las cien personas más influyentes del mundo.

¿Su secreto? Acertar a la hora de seleccionar a las personas con las que debemos ponernos en contacto. ¿Cómo lo hace? «En la vida real, cuando un amigo te habla de una pareja potencial, tú empiezas a hacerle preguntas. Porque intentas averiguar si podríais encajar», explica Sam. Y eso es lo que hace OkCupid y lo que aplica ahora en sus otras plataformas. Algunas preguntas son obvias. «Más allá de tus planes para el futuro, ¿qué te interesa ahora mismo?». Respuestas posibles: sexo o amor. O esta otra: «¿Saldrías con alguien que consume drogas?». Otras pueden chocar más: «¿Crees que tu país sería más seguro o menos si cada adulto tuviera una pistola?». Son algunos de los interrogantes incluidos en el cuestionario de bienvenida de la página de citas OkCupid, que tiene también aplicación para smartphone.

No son los primeros en dar la bienvenida con un cuestionario. Pero tienen dos peculiaridades. por un lado, es un algoritmo matemático el que se encarga de buscar parejas, y no el azar o un equipo de psicólogos. Por otro lado, en la respuesta, te brinda la opción de decir si la opinión de la otra parte en cada categoría es muy importante para ti o no. Por ejemplo, en religión. La aplicación pregunta si eres religioso, y si tu pareja debería decir que lo es o no. Pero también si te parece importante su respuesta. «Las preguntas del modelo de OkCupid -explica Yagan- están diseñadas para descifrar tus opiniones personales, pero también te permiten delimitar si quieres que tu pareja comparta tu punto de vista o no». Fueron los propios usuarios los que remitieron las preguntas, y el equipo de OkCupid quien las seleccionó.

Tinder ha logrado con rapidez diez millones de usuarios; OkCupid, ya veterana, tiene treinta millones; y Match supera con creces esas crifras

Otra peculiaridad, que se aplica también en Tinder -y que comparte con otras plataformas recientes, como Zoosk-, es que no se fija solo en lo que dices, sino también en lo que haces. Uno puede afirmar que le encantan rubios (o rubias) con ojos azules y por encima de los 1,80 metros de estatura; pero si luego pasa más tiempo mirando perfiles de personas morenas y bajitas, la aplicación tenderá a mostrarle este tipo de persona. Además, Tinder es de las plataformas preferidas por las mujeres, quizá por la facilidad de evitar contactos indeseados: arrastrando la foto hacia la izquierda de la pantalla del móvil, el usuario indica que una persona no le gusta, y la posibilidad de contacto entre ambos desaparece para siempre. Pero su éxito se debe también a otros motivos.

Por un lado, es un claro indicador de la importancia que los smartphones están teniendo en el resurgir de este tipo de plataformas. En 2013 se vendieron en todo el mundo cerca de mil millones de unidades. En España, por ejemplo, 27 millones de personas utilizan un smartphone… Y lo consulta una media de 34 veces al día. Un público potencial demasiado amplio como para dejarlo escapar. Otra ventaja: la inmediatez. Tinder no hace preguntas, pero recoge de manera automática las respuestas a través de Facebook con cautela: ‘solo’ muestra los amigos comunes y tus intereses en la red social, para que el usuario sepa si a la otra persona le gusta el mismo periódico o el mismo grupo de música. Frente al engorroso proceso de registro de otras plataformas, aquí basta con descargar la app para empezar a buscar pareja. Y la gran ventaja: es totalmente gratuita.

Meetic, sin embargo, no te permite ver los mensajes de otros usuarios ni chatear en tiempo real si no eres usuario de pago, con un precio que va desde los 7,99 euros por semana hasta los 89,99 por una suscripción de seis meses. Algo parecido ocurre en Zoosk. Aunque Tinder plantea añadir servicios de pago, asegura que todo lo que ahora es gratis -es decir, todo- seguirá siéndolo. Tampoco tiene publicidad Y, por tanto, no genera ningún beneficio para la compañía. Entonces, ¿dónde está el negocio? Fácil: atraer a los llamados millenials, los que ahora rondan los 15 años y que ven con malos ojos pagar por este tipo de servicios. La intención es que, conforme vayan creciendo -y aumente su poder adquisitivo-, se pasen a otras plataformas de pago. Zoosk,jemplo, que es uno de los últimos éxitos -con 26 millones de usuarios activos- y planea salir a Bolsa en breve, genera de momento millones de pérdidas anuales. eso sí, si en 2012 perdieron 20,7 millones de dólares, en 2013 fueron ‘solo’ 2,6 millones.

El de los singles es un sector en auge en nuestra economía: según un estudio del británico Centro de Investigaciones Económicas y Empresariales, los solteros de nuestro país se gastaron más de 2400 millones de euros en ocio el año pasado.

Las plataformas para encontrar pareja se multiplican, con una intensa competencia entre ellas. Hay para todos los gustos y grupos sociales: desde pelirrojos hasta cristianos, pasando por la comunidad gay (Grindr es todo un éxito). En España han surgido plataformas como Wibbi, auspiciada por Alonso Aznar, hijo del expresidente del Gobierno; o Caoba, nacida en Madrid. Frente a los millones de personas que se mueven en las grandes plataformas, estas hacen de su debilidad su punto fuerte: son menos personas, pero se especializan en un sector determinado de la población.

El uso de las nuevas tecnologías es una puerta de entrada para los más jóvenes, desde luego. Pero también están presentes los más mayores: divorciados, desemparejados…

Y, entretanto, la forma de relacionarse se ha transformado. Mientras la prensa anglosajona habla del lazy single, el ‘soltero perezoso’ -que se limita a pasar su dedo por la pantalla del móvil, chateando desde la comodidad del hogar y huyendo a menudo del compromiso-, los sociólogos como Luis Ayuso, doctor por la Universidad de Granada y autor del estudio Los españoles y la sexualidad en el siglo XXI (publicado por el CIS), se resisten a hablar de una causa-efecto. No importa tanto si fue antes la gallina o el huevo. si estas plataformas han transformado nuestros usos amorosos y sexuales o son solo una expresión del cambio.

Lo cierto es que la situación se ha transformado y mucho en unos años: «Si comparamos cómo se emparejaban nuestros padres y nuestros abuelos con cómo lo hacen nuestros hijos, vemos que ha habido una revolución», concluye Luis Ayuso. «Las nuevas tecnologías nos permiten acceder a un mercado de emparejamiento que antes era impensable». ¿Consecuencias? Muchas. Y para varias generaciones. El uso de las nuevas tecnologías es una puerta de entrada para los más jóvenes, desde luego. Pero también están presentes los más mayores: divorciados, desemparejados… «El cambio más significativo lo vamos a ver en la viudedad, cuando todos aquellos que nacieron en los años sesenta empiecen a quedarse viudos». Plataformas de ‘ligoteo’ hay y habrá para todos los gustos y edades.

Las webs que más ligan

  • Meetic, el líder. Un clásico entre los clásicos, nació con el boom de las webs de contactos y ha sabido adaptarse al creciente protagonismo del móvil. Es una de las compañías líder en todo el mundo. Con geolocalización (una de las grandes ventajas del smartphone), da información en tiempo real de quién consulta tu perfil…
  • Badoo, ir de bares. Fundada por un empresario ruso en Londres, es la gran competencia de Meetic. Te cuenta en qué bar se toman las copas los otros usuarios o en qué tiendas compran. Así sabes si tenéis gustos afines.
  • Happn, ligue a la vista. Nacida en París, muestra ligues potenciales que se encuentran a un radio de 250 metros. Eso sí, por aquello de mantener una cierta dosis de privacidad, los datos de geolocalización solo se muestran en caso de que la ruta de dos usuarios coincida en un mismo punto. Y solamente se permite el contacto si ambas personas dan su visto bueno.
  • Tinder, ir al grano. Es el último ‘pelotazo’. Se dirige a los usuarios más jóvenes y más reacios a pagar por estos servicios. Sin proceso de registro: descarga, busca y chatea.

Wibbi. El proyecto del hijo de Aznar

Su apuesta es la cercanía. pone en contacto a personas que se encuentran en el mismo lugar. Al llegar a un sitio (restaurante, bar, discoteca. su público objetivo se mueve entre el instituto y la universidad), el usuario hace check in y la app le da acceso al resto de los usuarios que hayan hecho check in en el mismo local. Así es Wibbi, la app de ligoteo auspiciada, entre otros, por Alonso Aznar, hijo del expresidente del Gobierno y la alcaldesa de Madrid, Ana Botella. Pero él huye del protagonismo. «Es un proyecto -dice- en el que hay involucradas unas 30 personas, con una media de edad de 27 años».

Acaba de ponerse en marcha y, de momento, se centra en Madrid; aunque ya se está preparando para dar el salto más allá de la capital. A principios de 2015 empezaremos con la promoción en otras ciudades dentro y fuera de España . En las dos primeras semanas, unos cuatro mil usuarios se descargaron esta app. Esperamos seguir creciendo exponencialmente a medida que los usuarios utilicen la aplicación , sostiene Alonso Aznar. Él, afincado en Londres, no lleva el día a día de la compañía, que han confiado a Marta Nicolás, hermana menor de Fernando Nicolás, socio con el menor de los Aznar en el local gastronómico Pipaand Co.

Sois conejillos de Indias, ¿Y qué?

En 2014, las redes sociales ardieron de rabia: se supo que Facebook había realizado un experimento alterando las noticias que veían casi 700.000 usuarios en su muro. Sin explicaciones previas a los afectados. Mientras unos veían noticias alegres y positivas, en otros casos predominaban las noticias negativas. Así trataban de ver la influencia social en nuestro estado de ánimo. Facebook pidió disculpas, pero aseguró que los experimentos continuarían realizándose. Lejos de amilanarse por el revuelo, en OkCupid anunciaron que ellos habían realizado experimentos similares.

«Si usas Internet, eres sujeto de cientos de experimentos, en cada página. Así funcionan los sitios de Internet»

Christian Rudder, cofundador de la plataforma junto con Sam Yagan, colgó un nuevo post en el blog de la compañía, con un título explícito. «¡Experimentamos con seres humanos!», Rudder afirmaba. «Si usas Internet, eres sujeto de cientos de experimentos, en cada página. Así funcionan los sitios de Internet». Y relataba tres experimentos de su plataforma. Como aquel en el que habían alterado sus algoritmos para que algunos usuarios recibieran sugerencias de pareja que no se adaptaban a su perfil. Pretendían ver así cómo interactuaban y analizar el poder de sugestión que tenemos en nuestras elecciones amorosas. Nuestros movimientos en estas webs -y en todas, según afirma Rudder- son un inmenso laboratorio para muchas compañías. Nos guste o no.

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