Imposible imaginar ‘Star wars’ sin los efectos especiales. Y, sin embargo, pocos saben quiénes están detrás de esa magia: los genios de Industrial Light and Magic, que llevan cuarenta años ideando los efectos de las películas de George Lucas y de otras 300 producciones. Por Vicent Holly

 El retorno de Luke Skywalker

Todo el mundo sabe que cada episodio de ‘Star Wars’ es una proeza visual. Pero la historia de esta saga es indisociable de otra aventura, más discreta, que sin embargo ha marcado los últimos cuarenta años de la historia del cine. Una historia iniciada por George Lucas un año antes del rodaje de La guerra de las galaxias y que sobrepasa las fronteras de esa galaxia tan lejana. Una historia con héroes como Dennis Muren.

«Cada página del guión de ‘Star Wars’ contenía un efecto especial imposible de realizar. Estaba estupefacto», recuerda Muren, el creativo que los hizo realidad»

«Pero ¿qué clase de película es esta? ¡Nunca se estrenará!». Cuando recibió, en verano de 1975, un guión titulado Star wars. Sobre las aventuras de Luke Skywalker, Muren -un joven director y creador de efectos especiales- se quedó boquiabierto. «Estaba estupefacto con la audacia del proyecto, -cuenta hoy-. Se parecía a una especie de ópera espacial, mezclada con una película de piratas o un wéstern. ¡Y casi cada página del guión contenía un efecto especial imposible de realizar! Estaba lleno de planos y de secuencias muy difíciles de montar».

Ese verano, Dennis Muren está todavía lejos -muy lejos- de imaginar que tenía entre las manos el segundo borrador de un guión que iba a revolucionar la industria del cine. «Las referencias en materia de efectos especiales eran Los pájaros, de Alfred Hitchcock, y 2001: una odisea del espacio, de Stanley Kubrick -que había costado ya por entonces ¡12 millones de dólares!-. Para ser honesto, al principio no creí nada en el proyecto», reconoce Muren.

«Antes de que empezáramos a rodar, nadie sabía cómo íbamos a crear los efectos especiales que quería George Lucas» -cuenta Muren-. Entonces, Lucas formó su propio equipo». El realizador de Star wars contrató rápidamente a unas cuarenta personas; entre ellas, a Dennis Muren. Muchos no habían trabajado en ninguna película. «Había de todo en aquella pequeña banda: artistas, ingenieros y gente especializada en fotografía, en mecánica y en construcción de maquetas», explica. Aprovechando la infrautilización de los talleres de efectos especiales de la época, Lucas les compró material por una cantidad ínfima e instaló a sus nuevos equipos en un hangar de Van Nuys, un barrio de Los Ángeles. Es ahí donde nació la segunda gran creación de George Lucas: la Industrial Light and Magic (ILM), una sociedad de efectos especiales anexa a Lucasfilm.

Lucas montó su propio equipo de efectos: artistas, ingenieros, expertos en maquetas… La mayoría no había trabajado nunca en una película

«No teníamos ni idea de lo que íbamos a hacer ni de cómo íbamos a hacerlo» -comenta Dennis Muren-. A la cabeza del equipo estaba John Dykstra. Fue él quien imaginó la tecnología que nos permitiría hacer lo que George tenía en la cabeza: una cámara conectada a un ordenador que pudiera duplicar los movimientos pregrabados y, de esa forma, nos permitiría componer un plano con varios elementos. Así nació la Dykstraflex, una revolución increíble para la época. ¡Pero todo resultaba extremadamente laborioso! Trabajábamos doce horas en un plano que solo duraba cuatro segundos».

Un año para una secuencia

Durante cerca de un año, el equipo de ILM experimentó con las nuevas tecnologías y trabajó día y noche sobre el proyecto…  para realizar una única secuencia de las 365 que contiene el guión. Era agosto de 1976. La película se estrenó diez meses más tarde. «Era una apuesta muy arriesgada -admite Muren-. Pero el apoyo de George y de la 20th Century Fox nos permitió afrontarlo». Desde su estreno, la película se convirtió en un éxito cercano al fenómeno, y tanto el público como la crítica se entusiasmaron con los efectos especiales, a los que juzgan como «revolucionarios», alucinantes y prodigiosos «. ¿La continuación? George Lucas se lleva los estudios de ILM a San Rafael, cerca de San Francisco, y empieza a trabajar en las siguientes entregas de la saga. Tras El Imperio contraataca, ILM comienza a colaborar con otros realizadores. Entre el Episodio V y el VI, estrenado en 1983, ILM se ocupa de los efectos especiales del primer Indiana Jones (especialmente de los de la escena final con el Arca de la Alianza), pero también de películas producidas por otros estudios. Mientras los equipos de ILM continúan rivalizando en ingenio para crear otros efectos revolucionarios con ayuda de maquetas en miniatura y de efectos ópticos, George Lucas vislumbra el potencial de los ordenadores y de la informática en el proceso de creación cinematográfico. En 1982, ILM realiza la primera escena elaborada enteramente con imágenes de síntesis (o CGI, computer generated imagery) para Star Trek II y, en 1985, el primer personaje en CGI para El secreto de la pirámide.

Hacer historia del cine

Hoy, ILM ya no está situado en San Rafael. Sus locales están en Londres, en Vancouver e incluso en Singapur. Las oficinas históricas se encuentran en San Francisco, en el Parque del Presidio. Lejos de los focos de la alfombra roja, de las portadas de las revistas y de los estudios de televisión, los magos de ILM han continuado mejorando sus técnicas para ayudar a los realizadores a contar sus historias, dando forma así a una gran parte de la cultura popular contemporánea: el DeLorean volador de Regreso al futuro, E. T., el Terminator líquido de Terminator II, el T. rex de las películas de dinosaurios de Spielberg, la explosión de la Casa Blanca en Mars attacks, el universo distópico de Minority report y el fantástico de las adaptaciones de Harry Potter, Piratas del Caribe, Iron Man Es solo una pequeña lista de los logros visuales que han sido posibles gracias a la experiencia de esos hombres y mujeres en la sombra.

El imperio desconocido

«Nadie sabe que existimos ni lo que hacemos, y todavía menos cómo lo hacemos»-dice, divertido, Bruce Holcomb, artista digital-. Pero eso indica que hacemos bien nuestro trabajo: el público no tiene por qué saber lo que hacemos, lo que tiene que hacer es creerse lo que ve y disfrutar de la historia». Su vecino de mesa, John Goodson, insiste. «No daré nombres, pero hay incluso directores para los que trabajamos que no tienen ni idea de lo que hacemos aquí. ¡Qué decir entonces de los espectadores!» .

«Nadie sabe que existimos ni lo que hacemos, y todavía menos cómo lo hacemos. Eso indica que hacemos bien nuestro trabajo»

Sin embargo, es entre estos muros donde se imaginan, se dibujan, se ensayan y se elaboran todos los efectos especiales que otorgan a las pelícu personalidad. «Mucha gente solo piensa en efectos especiales cuando hablamos de robots gigantes, de explosiones y de criaturas extrañas» -explica Philippe Rebours, un francés contratado por ILM hace 17 años-. Pero trabajamos mucho en lo que se llama ‘efectos invisibles'». Por ejemplo, en la oscarizada Forrest Gump (1994), las escenas más emblemáticas (el partido de ping-pong o el encuentro con Kennedy) fueron realizadas gracias a estos efectos invisibles.

Pese a su incuestionable éxito, estos magos no se duermen en los laureles. Cada día se plantean nuevos desafíos. «Como dependemos de las demandas de los directores, no podemos saber con certeza qué nos traerá el futuro» -explica Lynwen Brennan, uno de los presidentes de Industrial Light and Magic-. Pero sea como sea, y sea cual sea la imaginación de los realizadores y de nuestros artistas, no se preocupen: nos aseguraremos de poder proyectarlo sobre una pantalla para ustedes.

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