En muchos países del mundo, la regla viene a ser una maldición. Cuando llega, las mujeres tienen prohibido tocar alimentos o el agua, asistir a ceremonias o sencillamente salir de casa.

Y aunque ahora eso suene ‘prehistórico’, las supersticiones en torno a la regla son algo que cualquier mujer española en torno a los 50 años puede recordar aún. Porque las ha vivido.

En África, 1 de cada 10 niñas deja de ir a la escuela una vez al mes. En la India, el 70 por ciento nunca ha oído hablar de la menstruación cuando se presenta por primera vez y solo el 12 por ciento usa toallitas sanitarias. En África oriental, 4 de cada 5 adolescentes no tienen acceso a compresas ni reciben educación sobre el periodo. En algunas regiones de Nepal, mientras estén menstruando, niñas y mujeres tienen prohibido salir de sus chozas. En el mundo, por lo menos 500 millones de mujeres carecen de medios y métodos adecuados con los que ocuparse de la menstruación, según un estudio publicado en 2015 por Unicef.

Ante este panorama, la iniciativa de la estadounidense nacida en Colombia Diana Sierra es toda una inspiración. Be Girl, su empresa, diseña ropa interior ajustada a las necesidades de las niñas y mujeres de los países en desarrollo. Sierra la creó en 2014 y la idea se le ocurrió mientras estaba trabajando para Naciones Unidas en una región rural de Uganda y comprobó que las niñas no iban a la escuela cuando estaban con la regla. No tenían nada parecido a una compresa, apenas unos recortes de tela para paliar el fluido de sangre, cuando no usan directamente hojas de árbol o incluso barro. Asombrada, Sierra empezó a manufacturar compresas a partir de telas de mosquiteras y de paraguas. Sierra tuvo además la inspiración de diseñar una ropa interior con un bolsillo interior transpirable por un lado e impermeable por el otro, susceptible de ser rellenado con telas u otros materiales.

Desde 2015, Be Girl ha distribuido más de 15.000 bragas reutilizables en Uganda, Ruanda, Tanzania, Malaui y otros 10 países. Sierra contó a una revista que la satisfacción de su trabajo en África puede entenderse bien con una nota escrita por una chica de Mbola, en Tanzania, que encontró mientras examinaba los resultados de unos cuestionarios que les hicieron a las jóvenes. En respuesta a la pregunta «¿qué es lo que más te gusta de estas compresas?», la muchacha respondió: «Me hacen feliz, porque sé que hay alguien en el mundo que me quiere». Sierra comenta: «Porque ese alguien en el mundo hizo algo tan bonito que la llevó a sentirse orgullosa de ser una chica».

 

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