Durante la segunda Guerra Mundial, el nazi también expolió los viñedos más prestigiosos de Francia. Parte de su colección se ha encontrado en Moldavia. M.G.

Hermann Göring, ministro del Aire del Gobierno nazi, era un salvaje con manías de sibarita. Le gustaban el arte, los uniformes, los banquetes… y también los buenos vinos.

Durante los años del rodillo nazi, Göring campó a sus anchas robando y coleccionando lujo. Expolió museos y desvalijó mansiones. También bodegas: vació las de grandes restaurantes como el Tour d’Argent, en París. Compró vino a precios muy ventajosos en la región de Burdeos o simplemente los robó. Lo hizo siempre que los dueños de las bodegas eran judíos. Fue completando así una excelente colección, con maravillas sustraídas, por ejemplo, de las bodegas de los Rothschild. Ahora, setenta años después de la muerte de este criminal (se envenenó en 1946, para no ser ahorcado en Núremberg) ha aparecido parte de su magnífica colección de grandes reservas. Está en una de las galerías de las bodegas de Cricova, en Moldavia. En algunas etiquetas figuran nombres de vinos que provocan salivación instantánea, como Château Mouton Rothschild Pauillac, 1936, o Richebourg-Domaine de la Romenée Conti, 1935. Hay grandes caldos franceses, vinos del Mosela, Tokay húngaro, cosechas italianas, portuguesas…

¿Cómo han llegado allí?

El tesoro fue robado por tropas soviéticas de las bodegas del pabellón de caza que Göring poseía en Rominten, cerca de Königsberg (hoy, Kaliningrado). Los soldados se dieron un buen festín. Después tomaron el botín restante y emprendieron camino de vuelta a casa. Una parte se envió a Moscú; otra se dirigió hacia Crimea y Moldavia.

Los soldados rusos que dieron con el botín del nazi se dieron un festín. También Gorbachov y Putin han catado estos grandes reservas

La parte encontrada en Cricova también ha vivido sus aventuras durante el régimen soviético. Vasili Petrovitch Topal, extrabajador de la bodega, cuenta que en los años setenta recibió órdenes de desembarazarse de parte de la Colección Göring. Tiró los vinos blancos alemanes, que se habían avinagrado, y disfrutó con sus compañeros de una sesión de cata única. «Nos bebimos unas cincuenta botellas, la mayor parte tenía más de cuarenta años», cuenta Vasili. Otras botellas las han disfrutado visitantes ilustres de las bodegas de Cricova, como Mijaíl Gorbachov o Vladímir Putin. Hoy, las bodegas de Cricova albergan 638 botellas de la Colección Göring, de las cuales 455 provienen de Francia. Pero puede haber muchas más en otros sitios.

De Internet surgen de vez en cuando ofertas de envíos «en diez días» de grandes reservas de la colección del que fue mariscal del Tercer Reich. ¿Son fiables? «Puede que sí», opina Jean Marc Dreyfruss, profesor de Historia de la Universidad de Mánchester y autor del libro Catálogo Göring, donde se censan cientos de obras de arte sustraídas por el nazi: «Gran parte de los requisamientos rusos del Reich se transfirieron a Moscú. Para Stalin eran trofeos de guerra y no se planteó devolverlos. Otros grandes vinos sustraídos por Göring duermen todavía en algunas bodegas, en Moscú o en otras ciudades. Algunos intentan hacer negocio con ellos».

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