A Juan Antonio Bayona no le tiembla el pulso. ¿Que lo llama Steven Spielberg para encargarle un taquillazo? Se lanza de cabeza. ¿Que debe decirle «no, gracias» a Brad Pitt? Dicho y hecho. Por Virginia Drake

A sus 41 años, Juan Antonio Bayona este catalán lleva camino de merendarse el mundo. El del cine, al menos. Antes de volar hacia Hollywood, estrena su nueva película -‘Un monstruo viene a verme’- y nos recibe en su centro de operaciones, en Barcelona.

Es el director español más solicitado en Hollywood y el que más se hace desear.

Menudo y con cara de no haber roto un plato, Juan Antonio Bayona evitó hablar con Martin Scorsese cuando este le quiso proponer la dirección de una película. Más tarde dejó plantado a Brad Pitt después de haberse comprometido con su productora para dirigir Guerra mundial Z y, pese a ello, él y Pitt quedaron como amigos. Ahora no ha resistido la tentación de ponerse al frente de la próxima secuela de Jurassic World, cuando se lo propuso Steven Spielberg. Y en ello anda enredado.

A sus 41 años, Bayona solo ha estrenado dos películas –El orfanato y Lo imposible-, con las que ha ganado doce premios Goya. Esta semana, en el Festival de Cine de San Sebastián, presenta la tercera: Un monstruo viene a verme [estreno, el 7 de octubre], que cuenta en el elenco con Felicity Jones, Sigourney Weaver y Geraldine Chaplin, entre otros.

A caballo entre Londres, Hawái y Toronto, Jota -como lo llaman sus compañeros- recibe a XLSemanal en su oficina del paseo de Gracia, en Barcelona, con su perra, Loise, siempre pegada a sus talones, como si la bodeguera supiera que su dueño se marcha otra vez de viaje al día siguiente.

XLSemanal. Entrar en Hollywood de la mano de Spielberg es entrar en la meca del cine por la puerta más grande.

Juan Antonio Bayona. Jurassic World juega en la ‘Champions League’ de los taquillazos [recaudó 1800 millones de dólares] y creo que voy a disfrutar de esta experiencia, aprendiendo de personas que admiro desde pequeño, como Spielberg o Frank Marshall. Va a ser muy enriquecedor.

XL. Vive en Barcelona…

J.A.B. Sí. Tengo mi casa a 10 minutos caminando desde la oficina.

XL. ¿Y tiene también casa en Los Ángeles?

J.A.B. No. No me apetece vivir allí. Hay muchísimo dinero, la industria del cine es un negocio gigantesco y hay que ir con cuidado porque todo lo que el dinero toca lo mancha y, generalmente, lo corrompe.

XL. Sus dos primeras películas costaron 4 y 5 millones de euros cada una. El presupuesto de Jurassic... es de 260 millones de dólares. Al aceptar el reto, ¿pesó el hecho de manejar un presupuesto tan enorme?

J.A.B. No. Dije que sí a Jurassic... porque está Spielberg detrás, que para mí es el mejor director de cine de la historia. No he dicho que sí porque sea una película de 200 y pico millones.

XL. ¿Se llamará Jurassic World 2?

J.A.B. No, pero todavía no se puede decir nada. Lo que está decidido es la fecha de estreno: junio de 2018.

XL. ¿Un español sigue siendo un outsider en Hollywood?

J.A.B. Sí, porque son mundos muy diferentes para trabajar.

XL. Pero España ya existe en el mapa hollywoodiense: José Luis Garci, Almodóvar, Fernando Trueba, Amenábar, Penélope Cruz, Javier Bardem, Banderas…

J.A.B. Sí, gracias a ellos la imagen es buena. Con Almodóvar hubo un boom y a él todo el mundo lo conoce y admira. Después hubo otro boom con el cine de género con Amenábar, Alex de la Iglesia, Paco Plaza, Juan Carlos Fresnadillo o yo mismo. Son nombres que allí se admiran mucho.

«Mis padres son mis héroes porque entendieron que en la formación de sus hijos estaba su futuro. Ellos no pudieron estudiar»

XL. Por su papel en Lo imposible, Naomi Watts estuvo nominada a los Globos de Oro y al Oscar. ¿Le impresionó asistir a estas ceremonias, al poco de empezar a dirigir?

J.A.B. La ceremonia de los Oscar es mucho más espectacular cuando la ves televisada. Cuando estás allí, haces un poco el papel de figurante. Aunque es verdad que impresiona mucho ver a todas las estrellas de cine juntas.

XL. Tantos premios en tan poco tiempo… ¿le han abierto todas las puertas a las que ha llamado?

J.A.B. Me han abierto muchas, pero todas ellas igual que se abren se cierran y debes ser muy consciente de eso. También es importante saber decir que no a los más grandes antes de embarcarte en algo que no ves claro.

XL. Lo cuenta como si fuera natural decirle que no a Brad Pitt después de haberse comprometido con él a que dirigiría Guerra mundial Z 2.

J.A.B. Decir que no a Brad Pitt no es natural, es un duro golpe. Además, estuvimos mucho tiempo trabajando en esa película; pero siempre es mejor dejarlo a tiempo antes de que las cosas se tuerzan. De hecho, no se enfadaron y acabamos muy bien; entre otras cosas porque tanto Pitt como la gente de su productora son personas que admiramos mucho y ellos nos admiran también a nosotros. Fue una suerte poder decirles que no y seguir manteniendo buenas relaciones.

XL. No era la primera vez que se resistía a un mito de Hollywood.

J.A.B. Lo de Martin Scorsese solo ocurrió una vez. Me llamó por teléfono para hacer una cosa que yo no quería hacer y, para no tener que decírselo personalmente, me las arreglé para no ponerme al teléfono.

XL. ¿A usted todo esto le parece normal, con su corta experiencia en largometrajes y viniendo de hacer videoclips publicitarios?

J.A.B. Hay que saber quitarle hierro al asunto. La mitología está bien vivirla desde fuera, cuando uno es espectador; pero no desde dentro, donde todo es trabajo.

XL. ¿Espera conseguir un Oscar con su nueva película, Un monstruo viene a verme?

J.A.B. No puedes hacer películas pensando en eso, aunque me gustaría que ocurriera. Yo sueño con seguir haciendo cine toda mi vida y que mis películas sean cada vez mejores.

XL. Tercera película y tercer dramón, por cierto. Un monstruo… es un drama del que cuesta recuperarse.

J.A.B. Las tres te remueven, te dejan una necesidad de pensar sobre ti mismo. Me gusta mucho cuando ves una película y sientes que está hablando también de ti.

XL. ¿De qué habla este filme?

J.A.B. De algo que cuesta mucho asumir: contar la verdad. La verdad tiene cada vez menos valor en la política, la televisión, los anuncios… Vivimos en el simulacro de la verdad, porque cuesta mucho contarla o escucharla. Los políticos nos cuentan lo que queremos escuchar…

XL. Dejemos a los políticos para el final y díganos, cuando la verdad es tan triste, ¿qué se gana refiriéndola con toda esa crudeza?

J.A.B. Debemos saber siempre la verdad por dura que sea. Connor [el niño protagonista] busca la verdad, pero también quiere que el monstruo le cuente solo lo que quiere escuchar.

XL. ¿Qué trauma tuvo de niño para meternos en estas tragedias?

J.A.B. Tuve una infancia muy normal. Fui parte de esa generación superprotegida: la primera de la democracia. Quizá por eso pienso que es muy duro el trance de hacerse mayor, porque los cambios que acaban con esa plácida rutina se viven de una manera muy intensa.

XL. ¿La gente que ya ha visto la película qué le ha dicho?

J.A.B. Estoy aliviado porque era una historia muy difícil de contar y el público la siente como propia. Con Lo imposible o El orfanato algunos llamaron corriendo a sus familiares para ver si estaban bien. Con Un monstruo… ha habido quien me ha contado que ha soñado con personas que hacía tiempo que no veía. Ese es el punto en el que las películas tocan lo personal. Las historias deben hablar siempre de la condición humana.

XL. Si le digo que prácticamente todos los periodistas que la vimos juntos acabamos llorando y salimos de la sala destrozados sin decirnos nada, ¿le estoy regalando música para sus oídos?

J.A.B. [Se ríe]. Es importante separar el hecho de llorar -yo lloro viendo MasterChef– de la impresión que te deja una obra. Llorar es un efecto colateral, lo importante es lo que te toca. Es una historia contada a través de los ojos de un niño que no sabe lo que está pasando.

XL. El niño pide ayuda a un monstruo para que su madre no muera.

J.A.B. Pero el monstruo le va a hacer madurar y le va a ayudar a afrontar la verdad. Yo creo que al público le gusta ir al cine para vivir este tipo de reacciones tan intensas.

En Un monstruo viene a verme –un drama narrado desde los ojos de un niño–, Bayona habla en realidad sobre la importancia de la verdad, sobre lo mucho que cuesta contarla y escucharla.

XL. Hombre, hay quien prefiere distraerse con una película que acabe bien.

J.A.B. Vamos a ver. sabiendo de qué va, ¿irías a verla de nuevo? Puede que sí [sonríe]. A mí me gustan las películas que siguen creciendo cada vez que las ves. Esta tiene muchas capas y eso es lo que hace que te produzca esa impresión tan fuerte.

XL. Se puede decir que con Un monstruo... se cierra una trilogía?

J.A.B. El orfanato, Lo imposible y Un monstruo… hablan sobre temas muy similares, forman un bonito fresco, pero no están pensadas como trilogía. Formarían, si acaso, una trilogía accidental.

XL. Después de rodar Jurassic…, ¿volverá a hacer cine español?

J.A.B. Con toda seguridad. La siguiente se rodará con capital y actores españoles. Tener menos medios para hacer una película hace que te esfuerces más y establezcas mejor las prioridades. Supongo que se estrenará en 2020. Yo tengo un pie fuera de España, pero el otro lo mantengo aquí.

XL. Sin embargo, el apoyo al cine en España es realmente escaso.

J.A.B. Los últimos datos dicen que ha subido el apoyo al cine en toda Europa, menos en España. Aunque haya crisis, es negocio en Alemania, Italia, Francia, Inglaterra…, pero no en España. Por más que se les dice a los políticos, por activa y por pasiva, que el cine es un negocio, les entra por una oreja y les sale por la otra. Angela Merkel se ha hecho fotos con Spielberg rodando en Alemania; y, en España, Rajoy ni siquiera va a los Goya.

XL. ¿El cine es negocio en toda Europa menos aquí?

J.A.B. Sí, porque en España, por cada euro de subvención en cine se devuelven tres al Estado. Este es un dato que la gente debería conocer y que los medios deberían subrayar continuamente para que los políticos se enteraran de una vez.

XL. ¿Pero el cine es negocio o es cultura? ¿Las subvenciones hay que darlas según taquilla o a proyectos minoritarios?

J.A.B. Las subvenciones deben darse a los directores noveles y a los proyectos más arriesgados, porque el Estado tiene que apoyar al cine como cultura, no como negocio. Existe esa dicotomía. el cine es arte y es negocio, y ambas cosas han de convivir. Luego hay otro tipo de ayudas, que en Europa funcionan de maravilla, que son las desgravaciones fiscales. En Inglaterra, de cada libra que gastas en una película, el Estado te devuelve automáticamente el 25 por ciento; por eso, las grandes producciones corren para rodar allí.

XL. ¿Y en España?

J.A.B. Aquí te devuelven el 18 por ciento, pero el entramado jurídico para recuperar esa parte espanta a cualquiera.

XL. ¿Ve imposible un pacto por la cultura y la educación?

J.A.B. Muy complicado. En Francia, por ejemplo, la cultura no es de izquierdas ni de derechas; es lo que articula la sociedad y hay un gran pacto entre los partidos. En España hay un discurso absurdo entre la izquierda y la derecha: el cine se asocia a la izquierda y la derecha se asocia a la -no cultura-. Este es un discurso muy infantil y con muy poca sustancia, muy poco relevante y muy poco riguroso.

XL. Dígame, ¿usted es partidario de la independencia de Cataluña?

J.A.B. Creo que las fronteras empequeñecen. Queremos ser europeos, queremos ser una gran potencia en el mundo, y todo lo que sea reducirnos a nosotros mismos nos hace más pequeños. Yo siempre he pensado que cuantas menos fronteras tenga el mundo en el que vivo, más grande será.

XL. Pero hay un sentimiento identitario cada vez mayor que se asocia al deseo de independencia.

J.A.B. Pero ¿quién es el que establece la identidad? Porque los ciudadanos de Barcelona son muy diferentes a los de Gerona. Debatir sobre eso es complicado.

XL. ¿Le resulta incómodo hablar de este tema?

J.A.B. No me gusta mucho porque vivimos en una sociedad en la que es muy difícil hablar de política sin que te instrumentalicen, porque el debate en el que vivimos es muy poco riguroso. Vivimos en un partido de fútbol continuo: todo es el Barça o el Madrid. Y las cosas no son blancas o negras: las cosas son, sobre todo, blancas y negras.

XL. Una curiosidad, cuándo dejó de ser Juanan y pasó a ser Jota?

J.A.B. [Se ríe]. En la escuela de cine. Me empezaron a llamar Jota, Jotilla…

XL. Su padre pintaba carteles de cine y usted también lo hizo un tiempo para pagarse la escuela.

J.A.B. Mi padre pintó carteles en los ochenta, pero siempre ha sido pintor de construcción. Quiso ser artista desde niño, pero su familia tenía muy pocos recursos. Es emigrante andaluz en Cataluña y nunca pudo estudiar. Íbamos al cine, como mucho, dos veces al año, también porque vivíamos lejos del centro. Sin dejar de trabajar, se sacó un curso de pintura por fascículos, pero nunca pudo dedicarse a ello, hasta que en los ochenta pintó algunos carteles para cines. Pero, como viene de una clase social tan pobre, cuando supo que Picasso y Van Gogh pasaron mucha hambre de jóvenes, no dudó en dedicarse a pintar edificios.

XL. Tiene un hermano gemelo, Carlos, que en alguna gala ha recogido felicitaciones por usted.

J.A.B. [Sonríe]. Mi hermano es muy artista y trabaja conmigo en temas relacionados con la música. Tengo una hermana que es psicóloga y otra que es escritora. Somos una familia muy creativa para venir de padres que no tuvieron recursos. Mis padres son mis héroes porque entendieron que en la formación de sus hijos estaba su futuro.

XL. ¿Y usted es el héroe de ellos?

J.A.B. Bueno, ellos viven todo esto con mucha más intensidad que yo. Guardan todos los recortes de prensa y se ponen contentos cuando me ven en la tele. Lo disfrutan más porque yo estoy todo el día estresado y trabajando.

XL. Es curioso porque en sus tres películas hay una relación compleja entre madre e hijo.

J.A.B. Pues ya ves que no es mi caso. A mí lo que me gusta más de mi madre es que valora las cosas que son importantes de verdad. Y, en toda esta vorágine, lo que de verdad le preocupa es que yo esté bien.


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