Los carniceros del grupo Buffalo Bridge desuellan y destripan a los bisontes recién abatidos. Ellos se quedan con los huesos, las entrañas y la piel. Lo aprovechan todo para vestirse y alimentarse.
Tras descuartizar la carcasa del búfalo -que se ve al fondo de la foto-, Kari Ronkin cuece los huesos en ollas a presión. La grasa se separa y guarda en tarros.
Alex y Ephona Heathen vivían en California, él hacía trabajos ocasionales y ella estudiaba Antropología. En 2008 vendieron todo y se embarcaron en el estilo de vida del salvaje Oeste.
Las familias de Buffalo Bridge viven sin agua corriente. Sí tienen electricidad porque venden sus pieles por Internet. En la foto, en la tienda comunal donde se reúnen para comer.
Invierten horas en retirar los restos de carne y grasa de piel del animal. Las vísceras las cocinan a la manera india. Han recuperado recetas ancestrales.
Para curtir la piel del bisonte, extienden con los pies una pasta hecha con los sesos del animal. Después la ahúman para ablandarla y que dure más.
En el Parque Nacional de Yellowstone viven más de 5000 bisontes, a los que también se llama ‘búfalos’. Alcanzan los 900 kg de peso y 1,80 m de altura y son muy veloces. corren a 55 km/h.
Sacan la vejiga del bisonte, la vacían, la inflan y después la utilizan como bolsa. En la foto, la carnicera Hari Ronkin a punto de comenzar el proceso.
De los 30 millones que hubo en las praderas americanas, solo quedaron 23 ejemplares. Los protegieron y se multiplicaron. Ahora hay excedente. Por eso, los indios los cazan y un grupo de blancos los descuartiza y encurte a la manera del salvaje oeste. Por Norbert Höfler
El canto del jefe de los yakamas resuena en el valle del río Yellowstone. Pide a los dioses que les concedan búfalos para alimentar a su pueblo. Sus ruegos son escuchados. Tras un risco aparece una madre bisonte con su cría. Se los distingue perfectamente a través de la mira telescópica. Surgen nuevos ejemplares. Pronto son ya 14. La manada sale a campo abierto.
Solo los indios tienen permiso para disparar. Más tarde, cuando llegue el momento de descuartizar a los animales, contarán con la ayuda de un grupo de rostros pálidos.
«En 2006 se volvió a permitir la caza del bisonte solo a las tribus que vivían originariamente en el parque Yellowstone»
Todos los años se reúnen durante la temporada de caza para aprovechar la carne y la piel de los bisontes abatidos. Se hacen llamar Buffalo Bridge. Sus pantalones, chaquetas y gorros se los han hecho con la piel y el cuero de los búfalos (como llaman los americanos a los bisontes) que cazan los indios.
Conocen la forma de sacar partido a prácticamente todos los huesos y órganos de estos animales. Se trata de una sabiduría tradicional que los propios cazadores indios han olvidado.
El grupo Buffalo Bridge ha recuperado la sabiduría tradicional olvidada por los indios y se la están enseñando a las tribus como los yakamas
Delano Saluskin, de la tribu yakama, dispara y acierta a la madre bisonte en la nuca. Unas 20 o 30 detonaciones resuenan en el valle. Los 14 bisontes yacen muertos sobre la nieve. Saluskin es el primer cazador yakama que abate un bisonte en los últimos 130 años. En 2006 se volvió a permitir su caza.
La autorización es exclusiva para las tribus que vivían originariamente en Yellowstone, antes de que los colonos blancos y los soldados los expulsaran y arrinconaran en sus reservas.
Tres horas después de su muerte los animales están despellejados y descuartizados por la gente de Buffalo Bridge, un grupo de personas que vive casi como en el antiguo Oeste, como carniceros o curtidores. la atmósfera de su campamento parece sacada de El último mohicano.
Tras años de disputas entre ecologistas y ganaderos se acordó que en Yellowstone vivieran 3000 bisontes. Si hay más, los cazan
La caza del bisonte es un asunto muy controvertido. Los ecologistas exigen la creación de zonas protegidas más grandes. Los ganaderos, por su parte, quieren reducir las poblaciones de este ‘tanque con pelo’, al que acusan de comerse los pastos reservados para sus vacas.
Tras años de desavenencias y discusiones, finalmente las autoridades del parque, los estados limítrofes y los ganaderos firmaron un acuerdo por el que se permitía que pastaran en la reserva hasta 3000 búfalos, aunque la cifra actual ya excede el límite en dos millares.
Estas cacerías se ocupan de reducir el excedente, los indios han abatido a un millar de bisontes. A otros los han llevado al matadero.