Conferencias en Yale, Harvard,Georgetown… la grave crisis económica ha hecho que el ex presidente del gobierno se detenga para escribir un libro en el que, desde su experiencia, propone soluciones. «España puede salir de la crisis» (ed. Planeta) es el título. Tan claro y directo como su autor. Hablamos con él de economía… y más cosas. Por Virginia Drake [Este artículo fue publicado el 5 julio de 2009]

Mariano Rajoy: '¿Qué promesas no cumplí?'

Mariano Rajoy: '¿Qué promesas no cumplí?'

Gobernó España seis años y medio, hasta convertirse en el primer presidente destituido por una moción de censura. Año y medio después publica 'Una España mejor', crónica personal de sus…

Nos ha citado en Madrid, el domingo de Resurrección, a caballo entre las Universidades de Yale y Harvard. Llaman la atención su elocuencia, sus extraordinarios zapatos de noble origen inglés y su acompañante: un precioso cachorro negro de perro labrador. Empieza su sexto año en la Universidad de Georgetown, pertenece al Circuito de conferenciantes en el mundo y nos ha advertido que no quiere hablar de los notables de su partido, sólo de la grave crisis de la que, asegura, el Gobierno de Zapatero no sabe cómo salir.

XLSemanal. ¿Le gusta más su agenda de vida intelectual que la antigua de presidente del Gobierno?

José María Aznar. Ésta es más manejable y, sobre todo, más viajera.

XL. ¿Y más agradecida?

J.M.A. Más agradecida, no, porque el tiempo que eres presidente del Gobierno siempre lo recuerdas como el mejor de tu vida.

XL. Pese a todo lo que le ha caído encima…

J.M.A. Pese a todo.

XL. Después de pasar estos últimos años en Inglaterra y EE.UU., supongo que el inglés ya no será su asignatura pendiente.

J.M.A. Yo tenía unos conocimientos rudimentarios aprendidos en el colegio cuando tenía 15 años. A los 17 lo dejé y a los 51 lo he retomado, y me va mejor por el mundo.

XL. Mariano Rajoy acaba de reconocer que él tampoco habla inglés, que también era de francés, parece que sea éste un requisito para aspirar a presidir el Gobierno de España.

J.M.A. ¡Son circunstancias! y Rajoy no está ahora en el proceso de ponerse a aprenderlo, ¡ya tendrá tiempo!

XL. ¿Le cambia a uno el carácter cuando deja de tener responsabilidades políticas?

J.M.A. Hay que esperar que todo sea susceptible de mejorar.

XL. Como el buen vino, ¿cree que ha mejorado con los años?

J.M.A. Creo que sí [se ríe].

XL. ¿Cómo nos ven desde fuera?

J.M.A. Como un país que se ha metido en líos, después de haber hecho las cosas bien durante 30 años, de haber vendido al mundo dos grandes transiciones, la democrática y la económica, que eran operaciones muy difíciles, y de haber asombrado a todos con nuestro desarrollo económico. Pero ahora el pensamiento mayoritario es que hemos perdido ese impulso.

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XL. ¿Reconoce 30 años buenos, después de repetir una y mil veces aquello de «¡váyase usted, señor González!»?

J.M.A. Es que en política la humildad es una de las virtudes más importantes. Saber escuchar y ser humilde. Yo ya no veo las cosas con la perspectiva de entonces.

XL. A ver si me aclaro, ¿el humilde y el que sabía escuchar era Felipe González o usted con el paso del tiempo?

J.M.A. [Sonríe] Siempre hay que ser humilde, pero especialmente cuando se está en el Gobierno. El poder es una tentación permanente de dejar de ser humilde y dejar de serlo es dejar de escuchar y de comprender muchas cosas.

XL. ¿Cree que usted irradia humildad y saber escuchar?

J.M.A. No, no, yo no presumo de humilde; no he dicho que lo haya sido. Por eso es bueno limitar los mandatos porque, aunque algunos presidentes son ya un problema desde el comienzo, está claro que al cabo de los años te conviertes más en un problema que en una solución.

XL. Me lo ha puesto fácil, ¿eso fue lo que le pasó a usted?

J.M.A. Yo tenía claro dónde no quería estar, ni personal ni políticamente ni por razones de la historia de España.

XL. En su libro presume de haber tenido sólo cuatro asesores, frente a los más de 60 que dice haber hoy en la Moncloa, ¿los suyos valían por 15 o no necesitaba tanto consejo?

J.M.A. ¡Los míos eran muy buenos! [se ríe]. Tener cuatro asesores económicos es suficiente si tienen talento e inteligencia; pero el asunto no es tener cuatro o 60, es tener equipos capaces e inteligentes y, afortunadamente, yo los tenía.

XL. He recordado estos días su secretísimo cuaderno azul, ¿qué pasó por su cabeza al ver que la prensa le madrugaba todos los cambios ministeriales al presidente del Gobierno?

J.M.A. Primero, que una crisis de Gobierno hay que hacerla con enorme discreción; segundo, que nunca hay que hacerla estando fuera de España; tercero, que la tienes que hacer tú, que no te la hagan; cuarto, que nunca la hagas antes de unas vacaciones; y quinto, que, si la haces, sea para mejorar.

XL. ¿Al presidente del Gobierno le han fallado las cinco cosas?

J.M.A. Es difícil encontrar algo que haya funcionado.

XL. Cuando es el mercado el que falla, ¿no cree imprescindible que el Estado intervenga?

J.M.A. Admito como necesaria cierta intervención en Educación, Sanidad, Obras Públicas…, pero otra cosa distinta es que sea un factor económico determinante. Las economías intervenidas y socializadas han fracasado históricamente.

XL. ¿Ve bien que el Estado acuda al rescate de un banco?

J.M.A. ¡Es su obligación! En esta crisis no es el mercado el que ha fallado, sino las capacidades de los Estados para supervisar y regular la actividad financiera. La democracia no falla porque se elija un mal gobierno.

XL. Pero si el mercado no hubiera fallado, no hubiera sido decisiva esa supervisión…

J.M.A. La responsabilidad es, sobre todo, de los directores de las agencias y de los gobiernos de los que depende una supervisión correcta. No creo que haga falta más regulación ni más control, sino mejor regulación y mejor control.

XL. Si los gobiernos son los responsables de que las instituciones no fallen, ¿qué responsabilidad le atribuye al presidente Bush en esta crisis?

J.M.A. Bush tiene responsabilidad en el sentido de que los elementos de supervisión del sistema financiero no han funcionado como debían.

XL. ¿Al margen de considerarlo un gran estadista?

J.M.A. Bush tiene la responsabilidad de haber aceptado una política de inmensa liquidez en los circuitos económicos, pero ésa es una responsabilidad compartida con todos los gobiernos del mundo y decidida, fundamentalmente, por los bancos centrales, que son los que bajaron los tipos de interés que abarataron tanto el dinero.

XL. ¿Y por qué le parece bien acudir al rescate de un banco y no de otras empresas: los bancos, sí; los coches, también; los medios de comunicación, no…?

J.M.A. Hay un matiz: la economía no funciona sin el sistema financiero. Por eso, para salir de la crisis lo primero que hay que hacer es devolverle solvencia. El sistema financiero está basado en la confianza; cuando ésta se quiebra, se viene el sistema abajo.

XL. Si 17 países del G-20 han tomado medidas proteccionistas, ¿se equivocan los 17?

J.M.A. Se equivocan todas las políticas que se basan en el incremento del déficit y de la deuda y en el proteccionismo. Lo que tendrían que hacer los gobiernos es culminar la Ronda Doha de liberalización del comercio mundial. Eso serviría para incrementar el crecimiento económico en el mundo.

XL. Resulta paradójico que muchos de los países que llamamos «ricos» sean precisamente quienes aplican más medidas proteccionistas: el más cercano es Francia y, ahora, Obama parece que incentivará a quien utilice cemento americano y otros productos nacionales.

J.M.A. Es que esos países no están aplicando correctamente el libre mercado. Si, como consecuencia de la actual situación, los gobiernos deciden que haya más proteccionismo, se llevará al mundo a una gran depresión como la de los años 30 del siglo pasado. Lo que empezó siendo una grave crisis financiera terminó siendo una gran depresión, justamente porque se establecieron medidas proteccionistas.

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XL. Mientras unos ponen sus ojos en Obama como el motor de salvación, usted augura que nos llevará al desastre. Cuando el consumo se ha reducido tanto, ¿no es bueno que el gasto público aumente, a pesar del déficit?

J.M.A. Creo, sinceramente, que es una mala receta. Si a una crisis económica con mucho desempleo, con escaso consumo y con pérdida de confianza en el sector financiero se le introduce además la carga financiera de un endeudamiento excesivo, será más complicado salir.

XL. ¿Fue un lapsus calificar el triunfo de Obama como un «exotismo histórico»?

J.M.A. Es que yo no dije eso, yo dije que era una circunstancia extraordinaria en la política norteamericana, y así es.

XL. ¿Cómo cree que pasará Obama a la historia?

J.M.A. Obama tiene grandes capacidades personales, pero lo que debe demostrar es su liderazgo político, porque tiene enormes responsabilidades. Hay mucha gente en Europa que piensa que Obama es capaz de andar por encima de las aguas o lanzar rayos por los ojos y que tiene toques milagrosos. Obama ha de tomar decisiones y, si las toma proteccionistas, se equivocará. Y si cree que va a convencer a los ayatolás de Irán para que se conviertan de peligrosos en buenos… pues se va a equivocar; pero si toma una política muy seria para evitar que Irán tenga una bomba nuclear, creo que acertará.

XL. Miremos hacia China, ¿cree de verdad, como dice en su libro, que ese país ha sacado de la pobreza a millones de personas desde que ha apostado por la economía de mercado?

J.M.A. No es que yo lo crea, es que está demostrado. La gran transformación del mundo fue cuando los 3.000 millones de personas que antes estaban sujetas a economías intervenidas media Europa, la antigua Unión Soviética, China, la India, algunas otras repúblicas asiáticas pasaron a participar de la economía libre. Por eso se dice que China transforma el mundo y por eso el mundo vivió, antes de esta crisis, el mayor periodo de crecimiento de las últimas centurias.

XL. Se lo preguntaré de otra manera: ¿cree que se puede separar libertad política de economía de mercado?

J.M.A. Yo no digo que eso no se pueda hacer, se puede tener una economía de mercado y se puede tener un sistema sin libertad política. También digo que eso no es recomendable, no soy partidario de ello, pero hacer se puede hacer.

XL. Los países del G-20 acordaron en 2008 no dejar caer ninguna entidad financiera. ¿Qué pasó con Lehman Brothers?

J.M.A. Yo no sé exactamente qué pasó.

XL. No era too big to fall («demasiado grande para caer»).

J.M.A. No lo sé, el caso de Lehman Brothers, probablemente, no tenía salvación. Se trata de tener bancos solventes, no insolventes sostenidos artificialmente.

XL. ¿Usted lo hubiera dejado caer?

J.M.A. Yo no sé lo que hubiera hecho, pero no soy partidario de mantener empresas que no son rentables ni competitivas con ayudas públicas; es una mala política.

XL. ¿Hubiera acudido al rescate de Caja Castilla-La Mancha de la manera que se ha hecho?

J.M.A. Sinceramente, conmigo en el Gobierno no se hubiera producido esta crisis que se ha producido.

XL. ¡Balón fuera! y una buena dosis de autoestima.

J.M.A. [Se ríe] No, no es eso; pero cuando me piden conferencias por ahí fuera y les pregunto qué les interesa que les cuente, me dicen que mi experiencia. Yo puedo aportar ahora un valor importante: el de la experiencia y, por decirlo diplomáticamente, me estoy dando cuenta de que es bastante larga. Yo creo saber lo que España necesita para salir de la crisis. Yo recibí un país en unas condiciones económicas muy malas, muy deterioradas y pude dejar el país más rico de la historia de España; pero esta herencia se ha dilapidado en cinco años.

XL. ¿Qué responsabilidad tiene el boom económico de la era Aznar en la burbuja inmobiliaria que se creó y que hoy agrava la crisis en nuestro país? ¿Cuánto creció, por ejemplo, el crédito hipotecario entre 2000 y 2004?

J.M.A. Todo ese crecimiento se produjo como consecuencia de una serie de decisiones políticas: un principio claro de austeridad, estabilidad y equilibrio presupuestarios, la entrada de España en el euro, como factor clarísimo de estabilidad y confianza; un gasto público muy controlado, bajadas de impuestos acompañadas de reformas fiscales, reformas laborales, privatización de muchas empresas…

XL. Permítame insistir, ¿qué parte de aquel crecimiento del empleo y de la economía se debió a la construcción y qué parte a las reformas estructurales?

J.M.A. Es que el crecimiento no fue el resultado de un concepto aislado ni de la casualidad, sino de una política en su conjunto.

XL. Un dato de 2002: con un PIB del cuatro por ciento, la producción del sector de la construcción suponía el 17 por ciento en España, mientras que en el resto de Europa era del cinco. ¿No preveían que esto podría explotar?

J.M.A. Es que fuimos nosotros, los antipatriotas, quienes advertimos que se podía avecinar una crisis muy grave para España. El problema es que, en este momento, los antipatriotas más destacados son los millones de parados de España.

XL. Como dice Zapatero, ¿tenemos la mejor banca de Europa?

J.M.A. Nosotros tenemos que conseguir un sistema financiero que funcione y que sea solvente; y el Banco de España, durante décadas, lo ha hecho razonablemente bien. Pero hay que tener cuidado con presumir de algunas cosas porque la realidad se cobra una factura muy cruel.

XL. ¿Tiene algún familiar en paro y con hipoteca?

J.M.A. Tengo varios familiares en desempleo, sí, y procuro ayudarlos. En los peores momentos de paro, la institución familiar salvó la situación y ahora volverá a hacerlo. La red de solidaridad más importante que existe es la familia; por eso dedicarse a destruir la familia y sus valores es bastante absurdo.

XL. Denuncia el terrible endeudamiento de las instituciones y el enorme gasto público de este Gobierno, pero ¿conoce alguna comunidad autónoma, gobernada por el PP o por el PSOE, que no pida recurrentemente más dinero?

J.M.A. Primero, a mí no me gusta la política de endeudamiento y por eso lo bajé de una manera radical. Nosotros llegamos con un endeudamiento del 70 por ciento y lo dejamos en el 40. Segundo, hay que distinguir para qué es el endeudamiento, porque hay distintos tipos. Y tercero, lo que hace falta es un sistema coherente. España tenía un sistema de financiación de comunidades autónomas en el año 2002 aprobado por unanimidad y abrirlo ha sido un error; y hacerlo en plena crisis económica, peor que un error, ha sido un disparate político. En consecuencia: ahora mismo es imposible cerrarlo. Pensar que en una situación como ésta la parte puede sobrevivir a costa de hacer todavía más pobre al todo es absurdo. Este problema no se va a resolver en España por partes, sino en su conjunto.

XL. Hablando de gasto, se dice que el Ayuntamiento de Madrid es el más endeudado de Europa, y el alcalde es de su partido y la teniente de alcaldesa es su mujer.

J.M.A. La teniente de alcaldesa, especialmente, es muy buena [se ríe]… y el alcalde, también.

XL. Pero se endeudan extraordinariamente y suben impuestos.

J.M.A. Creo que el Ayuntamiento de Madrid lo hace razonablemente bien, ha transformado la ciudad y ahora lo que hay que desearle es que gane la candidatura olímpica.

XL. Así que el fin ahora justifica los medios… y la deuda.

J.M.A. No, el fin no justifica los medios, pero es muy importante tener la candidatura olímpica.

XL. Dice en su libro que Alemania pudo, hace unos años, superar mejor la crisis gracias a que los estados federales devolvieron transferencias al Estado Federal. A renglón seguido, reclama para España un mercado nacional de bienes y servicios, pide la recuperación de políticas nacionales… ¿Está sugiriendo a las comunidades autónomas que devuelvan transferencias?

J.M.A. Estoy sugiriendo que los dos grandes partidos lleguen a un acuerdo, como ocurrió en Alemania, y reestructuren desde un punto de vista competencial la situación del Estado. Y eso, en algún caso, puede llevar a que recupere algunas competencias que en este momento tiene cedidas a las comunidades.

XL. ¿Como por ejemplo?

J.M.A. Que los ríos sean competencia de una comunidad es absurdo. Los dos grandes partidos alemanes lo que pactaron fue el desbloqueo del Estado. Los Landers llegaron a bloquearlo y no se podía gobernar porque quedaba un Estado residual.

XL. ¿España tiene un Estado residual?

J.M.A. Sí, España está en una situación de Estado residual y, por tanto, hay que recomponer el Estado. Si las comunidades autónomas se declaran propietarias de los ríos y el agua no se puede tocar y los temas de Educación no se pueden tocar y la Historia no tiene pautas comunes y la lengua no se puede enseñar… se produce lo que algunos llaman ‘desvertebración’ y otros, ‘decentrifugación’. Por eso, la actual crisis española no es sólo económica; es una crisis económica añadida a una crisis política de fuerte contenido institucional.

XL. Hablaba antes del reducido pero gran equipo que formó, le sugiero que hablemos de uno de ellos: Rodrigo Rato.

J.M.A. Fue un gran ministro; sin duda ninguna, que desarrolló una tarea muy brillante.

XL. A algunos les sorprendió que abandonara la dirección del Fondo Monetario Internacional «por razones personales».

J.M.A. Yo contribuí a que fuese director del Fondo Monetario Internacional, pero no a que dejara de serlo; por tanto, la pregunta tiene otro destinatario [ríe].

XL. Usted, que lo conoce bien, ¿cree que se mantendrá alejado de la política o que regresará si se lo piden?

J.M.A. Si me pidiera consejo, que no me lo ha pedido, yo le diría que se mantenga alejado de la política. Pero, como no me lo ha pedido, a lo mejor es que no le interesa mantenerse alejado.

XL. ¿Cree que volverá?

J.M.A. No tengo ni idea.

XL. Declaraba no hace mucho que Bush estaba viviendo en su despedida la hora de la ingratitud, ¿cómo fue la suya?

J.M.A. Como decía Churchill, todas las grandes naciones son ingratas, que es una manera de decir que dejar el Gobierno siempre es difícil. Lo que pasa es que depende mucho de cómo lo dejes. El autor de la cita lo dejó porque perdió unas elecciones después de haber ganado la Segunda Guerra Mundial y, probablemente, las perdió porque nunca se debió presentar a ellas, porque ya había hecho lo más importante que podía hacer en la vida, por su país y por la humanidad.

XL. Comparaciones aparte, ¿ha sentido la ingratitud?

J.M.A. Mmmm, no la he sentido.

XL. Pues le llovió todo tipo de reproches.

J.M.A. Bueno, he sentido obsesión personal. Todavía leía el otro día unas declaraciones de alguien que decía: «Las próximas elecciones europeas van a resultar ser una elección entre la política de Aznar y la de Obama». Yo me río. Seis años después todavía andamos igual. ¡Esto es una cosa…! Por una parte, ¡encantado de la vida!, pero es una tontería muy grande. Me llama la atención la obsesión de la gente.

XL. ¿Hacia usted?

J.M.A. Sí, debe de ser difícil vivir con tanta obsesión y con tanto odio, ¿no?

XL. Existe una apreciación un tanto recurrente respecto a su figura. Hay quien distingue dos Aznares muy diferentes: el de la primera legislatura, gobernando en minoría; y el Aznar de los dos últimos años: el de la guerra de Iraq, el del Prestige, el de la boda de su hija… ¿Hubo dos Aznares?

J.M.A. No, hubo sólo uno; yo no cambié, cambiaron las circunstancias, no la persona. Creo que ésa es una simplificación. Los españoles, a veces, son muy curiosos. Cuando no tienes mayoría, les gusta pedirte cosas que, precisamente por estar en esta situación, no puedes hacerlas y te esfuerzas por llegar a acuerdos. Después, les pides la mayoría y, cuando te la dan y haces las cosas que querían que hicieras, te dicen que eras mejor cuando no había mayoría [se ríe]. A veces se tienen percepciones que no corresponden a la realidad, porque es mucho más fácil tener una percepción que dedicarle unos minutos a estudiar realmente la evolución de las cosas.

XL. Lo encuentro especialmente sereno…

J.M.A. Y muy contento.

XL. Y le han regalado un perro, que se ha traído a la entrevista.

J.M.A. Yo tenía dos cocker: uno se murió hace seis años, la chica, y el viudo se murió en Navidad. Unos amigos me han regalado este labrador. Llevo con él una semana y estoy encantado.

XL. ¿Y cómo lo ha llamado?

J.M.A. Sam. Le pedí a mis nietos que eligieran el nombre.

XL. Parece genético esta tendencia al sueño americano.

J.M.A. Es que una de las cosas buenas del sueño americano es que sigue existiendo; si no, Obama no estaría ahí.

XL. ¿Va a educar en inglés a Sam?

J.M.A. No, le hablo en español; lo que no he conseguido todavía es que el perro me hable, pero debe de estar a punto.

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