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EL BLOC DEL CARTERO

Silencio

Lorenzo Silva

Martes, 03 de Abril 2018

Tiempo de lectura: 4 min

«Wovon man nicht sprechen kann, darüber muß man schweigen». O lo que es lo mismo: «Sobre aquello de lo que no se puede hablar, hay que callarse». Es la regla que Ludwig Wittgenstein dejó en su Tractatus Logico-Philosophicus, muy útil en la vida con carácter general, y que se ha revelado especialmente pertinente merced a su masiva inobservancia a raíz de la desaparición y posterior hallazgo sin vida del niño almeriense Gabriel Cruz. Muchos que no tenían nada que decir, que nada podían aportar, optaron por abrir la boca y lanzar al aire exabruptos, juicios sumarísimos, apreciaciones irreflexivas. La carta de la semana le pide perdón a Gabriel por tanto ruido desconsiderado e improcedente. Desde aquí nos sumamos y damos gracias a quienes supieron, calladamente, cumplir con su deber. LA CARTA DE LA SEMANA

Carta a un pececillo que escapó

Descansa en paz, Gabriel, y no mires: no veas a quienes ahora protestamos, nos indignamos, gritamos y clamamos. Esta generación que eleva quejas justas al tiempo que las empaña con actitudes deleznables no te merece y no te verá crecer: no tendrá ese privilegio e intentará utilizar sin éxito tu trágico final con propósitos ideológicos y políticos, reconvirtiéndose (reconvirtiéndonos) en la generación susceptible que siempre hemos demostrado ser. Así que, mientras nosotros cerramos los ojos al sufrimiento de los inocentes que como tú nos padecen, y mientras nos solazamos convenciéndonos de que la violencia solo es patrimonio de unos pocos sin ser capaces de condenarla en nosotros mismos... duerme y descansa, Gabriel: yo sé que el cielo estará lleno de pececitos que, como tú, han abandonado este océano lleno de podredumbre. Allí te esperan otros tantos inocentes. Samuel García Moreno (Logroño)
Por qué la he premiado...Por tomar nota de algo que nos ha puesto en evidencia a todos, salvo a unos padres, unos pocos profesionales y a quienes supieron callar.

Fútbol, ¿de interés social?

Algún bienintencionado ha propuesto que se nombre Bien de Interés Social al fútbol y así lo piden a la Unesco. El fútbol actual ha dejado hace ya tiempo de ser un deporte para convertirse en un espectáculo de masas, politizado y con más desventajas que ventajas, escandaloso por sus altos costos en fichajes, sueldos, primas y derechos de imagen, así como por los odios y riñas multitudinarias con muertos de por medio que fomenta entre sus seguidores. Y hay más: invasión de campos, insultos racistas, compra y venta de partidos, árbitros amenazados, escándalos en la FIFA y la UEFA... ¿Bien de Interés Social para quién? Ángel Santamaría Castro (Bilbao)

Humanidad

En la sobremesa del sábado pasado, un amigo expresaba la dificultad que tiene con sus hijos pequeños para compartir experiencias lúdicas de contacto, como puede ser jugar a la pelota. Coincidíamos al pensar que actualmente habitamos en una sociedad altamente tecnificada que atrae cada vez más el deseo por la frescura tecnológica.Esta nos invita a interesarnos por una acumulación de estímulos que nunca parecen ser suficientes. Cada vez disponemos de menos autonomía para realizar tareas como dirigirnos a cualquier lugar sin un GPS o saber cualquier dato de memoria. Por otro lado, estamos más controlados en cuanto a la información que disponen de nosotros: ubicación, preferencias... Todo ello no es gratuito. Esta nueva realidad nos encamina hacia la construcción de una sociedad omnipresente donde nuestras acciones pasarán a estar dirigidas por un 'servidor global' que tomará las decisiones por nosotros. Conforme pasen los años, tenderemos a vivir y a actuar más como una multitud solitaria que como una sociedad singular. Aún estamos a tiempo de retomar nuestro sentido humano y no acabar haciendo realidad la ficción distópica de Orwell 1984. Esther Olló Comas (Barcelona)

Trabajo en equipo

Son el mejor ejemplo de trabajo en equipo, con total ausencia de protagonismo o afán por sobresalir, sabiéndose privilegiados. Nadie es más importante que otro, pero todos son igual de necesarios; actúan con un ritmo determinado, medido, ni mayor ni menor que el del compañero. Fuertes, rudos o refinados, pero delicados porque son conscientes del valor de las obras de arte con las que trabajan. Anónimos: desde fuera es difícil conocer su identidad, tampoco les importa; desempeñan su tarea en la oscuridad, fiados ciegamente a las indicaciones que reciben. No existen celos, no se dan zancadillas, no interesa acabar pronto ni llegar al final antes que el compañero; se apoyan y se ayudan recíprocamente poniendo alma en esa tarea común porque el único objetivo, lo que importa, es que la obra de arte sea admirada. Representan un modelo de trabajo que haría triunfar a cualquier gran empresa, pero dudo que exista alguna capaz de inspirar en sus empleados el grado de amor, orgullo y pasión que sienten los que tienen el privilegio de ser costaleros de la Macarena, el Cristo del Gran Poder o cualquier otro paso de la Semana Santa española. Marián Rico Romero (Zaragoza)

Cataluña, mejor con el 155

Pocos contaban hace un año con que el Gobierno Central aplicara el 155. Era cruzar un Rubicón y su sola mención producía agrias polémicas. El caso es que en Cataluña llevamos ya tres meses con el 155 y no se ha producido ningún apocalipsis. Por el contrario, resulta que las farmacias catalanas están por fin cobrando a tiempo; que más de doscientos mil funcionarios catalanes van a cobrar la paga que la Generalitat les adeudaba; que se ha cortado el despilfarro en las polémicas 'embajadas catalanas' y los sueldazos de casi cien mil euros que se habían puesto sus 'embajadores' fichados a dedo, y que proveedores del Gobierno catalán admiten ya que, desde la aplicación del 155, «Cataluña ya no está entre las autonomías que vigilar y está pagando bien». Con este panorama, dan muy pocas ganas de que vuelvan otra vez los políticos que provocaron la huida de tres mil empresas y la inestabilidad permanente. Antoni Peiró (Lérida)