Hija de Melanie Griffith y Don Johnson, hijastra de Antonio Banderas, nieta de Tippi Hedren… Dakota Johnson ya tenía ganas de que se la empezara a conocer por sí misma. Y con su papel en ‘Cincuenta sombras de Grey’ (Anastasia Steele) lo ha conseguido. Por Ixone Díaz Landaluce

La actriz nos habla en exclusiva sobre sexo, sadomasoquismo, feminismo y la experiencia de crecer rodeada de estrellas de Hollywood. La cita es en el mítico Chateau Marmont, el refugio Angelino de las estrellas desde que Hollywood es Hollywood. Dakota Johnson es, como quien dice, una recién llegada a la industria del cine, pero un lugar tan vetusto y lleno de historia como este parece el escenario perfecto para hablar con ella.

Al fin y al cabo, es la tercera generación de estrellas de su familia. Hija de Melanie Griffith y Don Johnson (y nieta de Tippi Hedren), a sus 25 años ha llegado el momento con el que soñaba desde que era niña y acompañaba a sus padres en los rodajes. Se lo tiene que agradecer a Anastasia Steele, la protagonista femenina de Cincuenta sombras de Grey. El personaje de la novela erótica superventas de E. L. James era el papel más cotizado entre las actrices jóvenes de Hollywood. Johnson ni siquiera estaba en las quinielas, pero consiguió hacerse con él interpretando un explícito monólogo de Persona, la mítica cinta de Ingmar Bergman, durante la audición.

Hasta ese momento había mantenido un perfil relativamente bajo para una hija deestrellas como ella. Cuando terminó el instituto, firmó con una agencia de representación; trabajó como modelo para firmas como Mango; y empezó a conseguir pequeños papeles en películas como La red social, las comedias Eternamente comprometidos e Infiltrados en clase, o la cinta de acción Need for speed. Incluso tuvo su propia serie de televisión, Ben and Kate, pero solo duró una temporada en la parrilla. Johnson, que viste de negro y apenas lleva maquillaje, es amable, pero tímida y algo parca en palabras.

Me advierten de que está prohibido preguntarle por su vida privada. Y eso incluye a su famosísima familia. Se nota que no quiere hablar más de la cuenta o meter la pata. Y es que, aunque lleva toda la vida en el escaparate de Hollywood, nunca se había enfrentado a la fama (y a la prensa) en primera persona. Pero ya no es la ‘hija de…’, sino una estrella por sí misma.

XLSemanal. Creo que después de conseguir el papel, tuvo que guardar el secreto durante semanas. Eso sí que tuvo que ser una tortura, ¿no? 

Dakota Johnson. En realidad fue maravilloso, porque no tenía que hablar de ello con nadie…

XL. ¿Y cómo reaccionó su entorno cuando por fin confesó?

D.J. Todo el mundo me preguntaba si estaba asustada.

XL. ¿Y lo estaba?

D.J. Sí, claro. Me daba miedo desnudar mi alma y mi cuerpo. No solo tenía que sentirme emocionalmente vulnerable, sino también físicamente expuesta. Fue una decisión difícil. Pero me pareció un argumento interesante desde el principio. Me intrigaba. Además, pienso que las cosas que te asustan son, precisamente, las que tienes que hacer.

XL. ¿Es cierto que, como suele decirse, las escenas de sexo acaban siendo puramente mecánicas?

D.J. Sí, es casi como seguir una coreografía. Todo es extremadamente técnico. Además, Sam (Taylor-Wood, directora de la película) logró que hubiera un ambiente seguro e íntimo en el rodaje. No digo que no fuera raro e incómodo, porque lo es, pero tampoco es que estés viviendo un momento sensual, ni mucho menos. Más que nada porque hay un señor sujetando un micrófono a dos metros de ti.

XL. La novela de E. L. James ha estado rodeada de polémica desde su publicación. ¿Cree que la relación sexual que ilustra es saludable?

D.J. Creo que es una visión única y diferente de las relaciones. Antes de hacer esta película, no estaba familiarizada con la subcultura sadomasoquista, pero es gigantesca y está presente en casi todo el mundo. Y creo que es perfectamente saludable. Son dos personas que se quieren desesperadamente; él no se aprovecha de ella, y ella toma sus propias decisiones sexuales. Creo que Ana es una mujer inteligente y elegante que tiene derecho a hacer lo que quiera con su cuerpo.

XL. Se ha llegado a tildar el libro de ‘antifeminista’. ¿Entiende esas críticas?

D.J. Es curioso porque la mayoría de las personas implicadas en la película son mujeres. Y, sinceramente, creo que hemos hecho un gran trabajo amplificando el tono emocional de la historia de amor. No importa lo que se diga, es un estudio interesante sobre cómo fluye la confianza y el control entre dos personas.

XL. ¿Y usted se considera feminista?

D.J. Sí, creo que las mujeres tienen que estar socialmente consideradas igual que los hombres. Y por eso me resulta curioso que se diga que esta película es antifeminista. No puedo pensar en una película que defienda más la idea de que las mujeres estén al mando de sí mismas. Puedo entender por qué la gente piensa que Christian la domina, pero ella no hace nada en contra de su voluntad. No es que la ate, la encierre y la torture.

XL. También se ha criticado la ‘glamurización’ de la violencia en la pareja. Supongo que no está de acuerdo…

D.J. No, en absoluto. De hecho, esta película hace pedagogía sobre lo que significa la cultura sadomasoquista. Es una forma diferente de placer y a algunas personas les encanta. Y eso se tiene que aceptar y respetar. Todo el mundo puede tener la vida sexual que le dé la gana mientras no haga daño a nadie.

XL. Este es el tipo de papel que puede encumbrar o hundir una carrera. ¿No le dio vértigo esa perspectiva?

D.J. Vaya, ¡gracias!

XL. No me negará que es un papel arriesgado para una actriz joven como usted…

D.J. Bueno, si a la gente no le gusta la película, no pasa nada. A algunas personas les gustará y a otras no. Haré otros filmes. Esta no es mi vida entera.

XL. Tenía nueve años cuando rodó su primera cinta, ‘Crazy in Alabama’, a las órdenes de su padrastro Antonio Banderas. ¿Cómo recuerda aquella experiencia?

D.J. Fue como: ¡Por fin me dejan participar! [Se ríe]. Crecí entre rodajes y rodeada de gente creativa. Por eso siempre pensé que, en algún momento, yo también haría lo mismo que ellos.

XL. ¿Y en su casa apoyaron esa vocación o intentaron quitarle la idea de la cabeza?

D.J. Crecí en un ambiente en el que no solo se aceptaba que quisiera expresarme artísticamente, sino que se me animaba. Así que sabía que terminaría haciendo algo relacionado con este mundo. De hecho, creo que una parte de mí pensaba que no sería capaz de hacer otra cosa.

XL. ¿Y siempre tuvo confianza en sí misma?

D.J. Sí. Creo que tuve la suerte, aunque también la desgracia… Mis padres han pasado por mucho. Y mi familia también. Eso me ayudó a tener agallas.

XL. ¿Y precisamente por eso no le asustaba formar parte del mismo negocio?

D.J. Todo da miedo, ¿no? Pero hay que vivir.

XL. Supongo que sus padres le han dado muchísimos consejos para sobrevivir en esta industria. ¿Con cuál se queda?

D.J. Sí, me los dan, pero también me dejan que tome mis propias decisiones.

XL. ¿Le molesta hablar de su familia?

D.J. No me molesta a mí, pero les molesta a ellas (señala a las publicistas que están sentadas en un rincón y que intervienen para que cambiemos de tema).

XL. ¿Pero por qué? ¿Cuál es el problema?

D.J. Simplemente, creo que no necesito hablar de mi familia.

XL. Está bien. Hablemos de otras cosas. ¿Qué tal habla español? ¿Se animaría a rodar una película en nuestro idioma?

D.J. Creo que sería capaz, pero eso no quiere decir que vaya a hacerlo. Si me pones a prueba, seguramente mi español es horrible, pero cuando estoy un poco borracha, ¡puedo hablar con fluidez! Simplemente, tendría que hacerme alcohólica [se ríe].

XL. La fama siempre ha formado parte de su vida, pero ahora la está experimentando de primera mano. ¿Es muy diferente?

D.J. Sí, lo es. Cuando era pequeña, siempre era a la que pisoteaban cuando la gente trataba de llegar a mi madre o a mi padre. Era aterrador, porque quería protegerlos y también quería sentirme protegida. Solía pensar: «¿Qué les hace pensar que está bien observar constantemente a mi familia?». Cuando me hice mayor, entendí que la gente, simplemente, los admira. Pero, ahora, las redes sociales lo han cambiado todo. Todo el mundo es la prensa. Supongo que esto viene con el oficio. No lo sé, solo soy una artista…

XL. ¿Y qué hace para protegerse?

D.J. Para empezar, no estoy en las redes sociales. Y, luego, hacer una vida lo más normal posible. Me gusta pasar tiempo con mis amigos y apenas salgo. Llevo una vida muy tranquila.

XL. Está en un momento crítico en la carrera de cualquier actriz. Las decisiones que tome ahora pueden marcar el resto de su trayectoria… ¿Cómo está escogiendo?

D.J. Elijo los proyectos que me emocionan, pero sobre todo los que me asustan. Si leo un guión y no me lo puedo quitar de la cabeza, señal definitiva de que tengo que hacerlo.

XL. ¿Dónde le gustaría estar dentro de diez años?

D.J. Haciendo películas con las que la gente disfrute. Y sueño con tener un rancho con caballos en Nashville.

El ‘best seller’ de la discordia

Inspirándose en la saga vampírica para adolescentes Crepúsculo y añadiendo altas dosis de erotismo a la mezcla, la británica E. L. James dio con la fórmula del éxito en 2011. Cuatro años después, las tres entregas de Cincuenta sombras de Grey han vendido más de 100 millones de ejemplares en todo el mundo y han sido traducidas a 52 idiomas. La trilogía cuenta la relación romántica, pero sobre todo sexual, entre Anastasia Steele -una estudiante universitaria virgen- y Christian Grey -el multimillonario dueño de un imperio empresarial con una vida sexual secreta y sadomasoquista-.

Popular entre las adolescentes, pero sobre todo entre mujeres maduras y casadas, algunos consideran que la novela ha inaugurado un nuevo género: el llamado «porno para mamás». Pero con el éxito llegó la controversia.En concreto, se haacusado a James de glorificar las relaciones abusivas. De hecho, un estudio elaborado por la científica social Amy E. Bonomi y publicado en el Journal of Women’s Health, en 2013, advertía de que la relación entre los dos protagonistas contenía la mayoría de las características de una relación íntima violenta. El estudio, que utilizó los estándares establecidos por el Centro para el Control y Prevención de Enfermedades de Estados Unidos, concluyó que casi todas las interacciones entre Ana y Christian eran de naturaleza abusiva y que estaban caracterizadas por el acoso, la intimidación y el aislamiento

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