El neurocirujano italiano Sergio Canavero quiere trasplantar por primera vez una cabeza humana. Médicos y científicos lo consideran un loco. Pero, ¿lo está de verdad? Por Vivian Pasquet

Canavero, de 51 años, hace poco dejó su trabajó como neurocirujano en un hospital de Turín. A lo largo de 22 años operó a cientos de pacientes e investigó nuevos métodos para tratar el párkinson. Pero el año pasado tuvo un enfrentamiento con sus colegas. «Ha perdido la razón», dicen. «No entienden mi plan», replica él.

A principios de 2015, la revista británica New Scientist informó de que el neurocirujano italiano Sergio Canavero quería hacer un trasplante de cabeza a finales de 2017 de una cabeza humana en un cuerpo nuevo. Poco después, el doctor abandonó su puesto de trabajo y no volvió. Hoy, nos asegura que en estos años ha ganado dinero suficiente como para poder dedicarse por entero a su gran proyecto.

«El trasplante de cabeza se podría haber realizado aquí, en Italia. ¡Pero los italianos no son capaces! Es evidente que una operación como la que propongo no está a su alcance».

Un debate ético

En estos momentos, su vida es cualquier cosa menos sencilla. Para sus críticos, a veces es un loco y a veces es un monstruo, o un chapucero o un charlatán, y siempre centro de un polémico debate ético.
El trasplante de una cabeza humana a un cuerpo ajeno es uno de los pocos objetivos considerados irrealizables por la medicina moderna. Y eso que, desde que en 1954 se realizara con éxito el primer trasplante, el de un riñón, prácticamente no quedan órganos que no se hayan reemplazado. En la actualidad, los médicos trasplantan corazones y brazos, manos, córneas, rostros, úteros y penes.

El sueño de la inmortalidad

Sergio Canavero sostiene que el trasplante de cabeza no solo sería un tratamiento más, sino la solución definitiva para casi todas las enfermedades. Una especie de comodín. Dice: «¿Tienes cáncer? ¡Pues cuerpo nuevo! ¿Tienes diabetes? ¡Cuerpo nuevo! ¿Eres paralítico? ¡Cuerpo nuevo!».

Desde que su proyecto saliera publicado en New Scientist, no dejan de escribirle nuevos voluntarios para ofrecerle sus cuerpos… o para pedirle uno nuevo. Los hay que sufren enfermedades incurables y los hay que sueñan con la inmortalidad. Y personas para las que el trasplante de cabeza es el siguiente paso lógico en un mundo en el que manipulamos los genes y cultivamos niños en tubos de ensayo, en el que nos medimos, optimizamos y controlamos constantemente. En el que cada vez se discute más en torno a las fronteras éticas solo para descubrir que en realidad ya no hay fronteras claras.

¿Un genio o un loco?

Sergio Canavero no tiene laboratorio propio, no forma parte de ningún grupo de investigación. Y, aun en el caso de que el primer trasplante realmente tuviera lugar en 2017, él solo sería un simple asistente, pues no puede acreditar la experiencia quirúrgica necesaria. Todo lo que tiene es una idea y el don de hacer que la gente se entusiasme con ella.

Canavero es un hombre muy solicitado desde el año pasado; periodistas de todo el mundo quieren hablar con él, le llegan peticiones desde Francia, Israel, Estados Unidos, la India… Todos quieren saber qué tipo de persona es este nuevo doctor Frankenstein. ¿De verdad se trata de un demente? ¿O de un genio incomprendido? ¿O incluso de un posible candidato al Premio Nobel? Canavero habla de las resistencias con las que se encontró el primer trasplante de corazón, allá por 1967.

El corazón estuvo considerado durante mucho tiempo como el órgano central del cuerpo, se le atribuía un significado mágico. Trasplantarlo se entendía como una profanación de la obra de Dios, como una blasfemia. Lo mismo ocurre hoy con la cabeza, afirma Canavero, que se ve a sí mismo como un pionero. Le gustaría impulsar una competición entre países, similar a la carrera para llevar al ser humano a la Luna. De momento, asegura Canavero, quien va en primera posición es China.

Allí colabora con Ren Xiaoping, un cirujano que formó parte del equipo que trasplantó una mano con éxito. Fue en Estados Unidos en 1999. Ren ya está ensayando en ratones, simios y cadáveres humanos la técnica quirúrgica que se aplicará en el trasplante de cabeza, para lo que cuenta con fondos estatales. No obstante, Canavero también está en contacto con científicos de la India, Estados Unidos, Corea del Sur…

Ya tiene candidatos

Canavero asegura que hacen falta tres cosas para conseguir que la gente se entusiasme con tu idea. La primera: la certeza de que te cuentas entre las personas más inteligentes del mundo. La segunda. soportar que los demás se rían de ti. La tercera. una historia personal que conmueva a la gente.

El doctor asegura que los trasplantes de corazón, en su día, crearon las mismas resistencias éticas

De la historia conmovedora se encarga el ruso Valery Spiridonov. Canavero se lo llevó cuando lo invitaron a asistir como orador principal a la convención anual de la Sociedad Americana de Neurocirugía de 2015. Se refiere a él como su «primer paciente». Spiridonov padece una enfermedad muscular incurable, está postrado en una silla de ruedas y en las entrevistas repite que, para él, un trasplante de cabeza sería la única posibilidad de llevar una vida relativamente normal.

Valery Spiridonov, a man who has volunteered to be the first person to undergo a head transplant, attends a news conference in Vladimir, Russia, June 25, 2015. The 30-year-old Russian, who has a degenerative muscle condition known as Werdnig-Hoffman, wants to become the first person ever to undergo a human head transplant performed by Italian neurosurgeon Dr. Sergio Canavero who says he believes he has a 90 percent chance of success. REUTERS/Maxim Zmeyev - RTR4YXN6

Valery Spiridonov se ha ofrecido a ser el primer paciente de Canavero

¿Puede el cerebro vivir sin un cuerpo?

El cerebro es el órgano más sensible del cuerpo humano. A diferencia de los pulmones o el hígado, solo puede sobrevivir sin riego sanguíneo unos pocos minutos. Al cabo de solo tres o cuatro minutos sin oxígeno, las células empiezan a deteriorarse, al cabo de cinco los daños son irreversibles. El paciente quedará impedido, si no muere antes. Este fue durante mucho tiempo el obstáculo principal a la hora de separar la cabeza del cuerpo.

Pero hay soluciones. El neurocirujano Robert White trasplantó una cabeza de mono con éxito en 1970. Para ello, refrigeró la cabeza hasta ralentizar su metabolismo celular. Mantuvo la refrigeración durante una hora, lo que le permitió acoplarla a los vasos sanguíneos del donante antes de proceder a cambiarla de cuerpo. El método ideado por Canavero se llevaría a cabo de forma similar.

Pero hay otro problema. Un problema que condena a miles de personas a la silla de ruedas y que se cuenta entre los principales retos de la medicina actual. La médula espinal está unida al cerebro de forma indisoluble. Para trasplantar una cabeza hay que cortarla. Y, hasta la fecha, todos los intentos de regenerar una médula seccionada han fracasado.

white trasplante cabeza simio

El doctor White fue el primero en tasplantar una cabeza de simio a otro cuerpo

El mono de White podía ver, oír y sentir, cierto, pero la cabeza no tenía ningún tipo de control sobre el cuerpo. Este problema provoca la risa de Canavero. La médula espinal está formada por segmentos dispuestos uno a continuación de otro. A través de ellos discurren millones de fibras nerviosas, como si fuera una autopista. Estas fibras abandonan la médula por diferentes desvíos, por seguir con la metáfora, y se dirigen a distintos lugares del cuerpo, transmitiendo y recibiendo las señales necesarias para las sensaciones físicas o los movimientos.

Headache, conceptual artwork

Canavero asegura que si se corta la médula a la altura de la quinta vértebra las células no se atrofiarán

Si se corta la médula a la altura de la quinta vértebra cervical, tal y como Canavero plantea, la persona podría seguir respirando, aunque quedaría paralizada de las cuatro extremidades y apenas tendría control sobre sus funciones físicas voluntarias.

Canavero dice que ya ha contado muchas veces cuál es la solución para este problema, lo que pasa es que la gente no le escucha. No se cansa de explicárselo una y otra vez a todos esos ‘idiotas’, y lo hace siempre con la siguiente imagen. sostiene un plátano en la mano y pide que pensemos que es una médula espinal. Luego arroja la fruta contra el suelo con fuerza. «Así es como se queda la médula de una persona paralítica por culpa de un accidente -dice Canavero-. destrozada».

A continuación coge otro plátano y un cuchillo muy afilado. Con él corta el plátano en dos. «Y así se queda la médula cuando se la secciona para un trasplante». La diferencia, remata Canavero, es bastante grande.

Objetivo: encontrar un pegamento

En este punto de la historia, y eso lo admiten incluso sus detractores, el neurocirujano italiano tiene razón. En un corte limpio, las células nerviosas no se atrofian inmediatamente, y en teoría cabe la posibilidad de repararlas. Siempre y cuando se cuente con el pegamento adecuado.

«Este trasplante solucionaría cualquier enfermedad al dotar al paciente de un cuerpo nuevo», afirma el neurocirujano

En el verano de 2016, un pegamento como ese viaja metido en una botella de plástico dentro de una bolsa en Seúl, la capital surcoreana. Al lado de la botella van unas tijeras, vendas y un bisturí. La botella tiene una etiqueta. «polietilenglicol (PEG)». El dueño de la bolsa es C-Yoon Kim. Son las siete de la tarde de un viernes y Kim va de camino a una operación.

pegamento neurocirujano xlsemanal

Un tipo de ‘pegamento’ para reunificar las células, es un compuesto que se usa como laxante

Su intención es probar en un perro, concretamente en un beagle, que el plan de Canavero funciona. unir de nuevo con pegamento una médula espinal cortada a la altura de la quinta vértebra cervical. Ya lo ha ensayado en cinco ratones. Y con éxito, dice. La operación tiene que realizarse a última hora de la tarde. la clínica a la que se dirige se dedica sobre todo a atender a mascotas de particulares, y nadie debería enterarse de que allí también se realizan experimentos con animales.

El método ya se ha ensayado con un perro

C-Yoon Kim estudió Veterinaria y Tecnología médica, ahora investiga con células madre. Cuando supo de los planes de Canavero, se apresuró a escribirle un e-mail. «Quiero entrar en su equipo», le dijo. Y forma parte de él desde aquel mismo día.

El experimento de hoy lo ha planeado con Canavero, aunque nunca se han visto cara a cara. C-Yoon cuenta. «Tenemos una amistad vía Skype». Y añade: «Sergio Canavero está uniendo a científicos de todo el mundo».

El polietilenglicol no es una sustancia recién descubierta. La fórmula química de este PEG se puede encontrar en pomadas, cremas solares, barras de labios y laxantes. También tiene la capacidad de hacer que la membrana que cubre las células del cuerpo se vuelva más permeable, y de esa manera fusionar dos células en una sola unidad. Si se colocan las fibras cortadas de la médula espinal como si fuesen dos haces de espaguetis, uno a continuación del otro, el PEG puede unir sus extremos como si se pegaran los espaguetis con una cola extrafuerte. Sergio Canavero lo describe de la siguiente manera. «Cortas los espaguetis, echas unas gotas de PEG y ¡bum!».

La operación con un beagle: un éxito

El beagle bautizado como KFDAFK2 es un cachorro de tres kilos y medio y dos meses de edad; menea la cola mientras Kim lo coloca en la mesa de operaciones, lo afeita y desinfecta.

20.31 horas: La anestesia hace efecto. Primer corte, de 12 centímetros de largo. Todo perfecto, Kim sonríe.
21.29 horas: Llega a la vértebra cervical número cinco del cachorro, que asoma blanca entre la nuca.
21.38 horas: Kim se abre paso hacia el canal medular con unas tenazas.
21.50 horas: La médula espinal del perro queda completamente descubierta, tiene un resplandor blanquecino.
22.05 horas: La médula espinal del perro es seccionada.
22.09 horas: C-Yoon Kim aplica PEG sobre los extremos seccionados.
22.16 horas: La incisión queda suturada.
Poco después, a las 22.40, todo ha concluido.

El animal se despierta lentamente, gimotea, mueve la cabeza, hace sus necesidades en la mesa de operaciones. C-Yoon le acaricia suavemente la cabeza. «Hecho», dice.

A los cuatro días de la operación, C-Yoon Kim está en su despacho de la Universidad de Konkuk, en Seúl. Ha intercambiado docenas de e-mails con Canavero: «Tiene buena pinta», «podría funcionar». Dice que si el perro puede mover las patas traseras estaremos ante la primera prueba de que el adhesivo sintético funciona.

Sus críticos afirman que el éxito de su trasplante con un perro no basta. Un caso aislado no es suficiente

Kim coloca al perro en el suelo. Lo empuja ligeramente. Y las patas traseras se mueven.
«Increíble, verdad?», grita Kim, y aplaude emocionado.

El 13 de septiembre de 2016, seis meses después de nuestro encuentro en Turín, la revista especializada norteamericana Surgical Neurology International publica cinco trabajos nuevos sobre el tema. En ellos, el surcoreano C-Yoon Kim describe, junto con científicos de la Rice University de Texas, cómo procedió a seccionar la médula espinal de varias ratas y luego volvió a unirla con el PEG. También habla del experimento con el beagle.

Los científicos contraatacan

Sus críticos aseguran que estas publicaciones carecen de relevancia científica. Apenas ofrecen fotos creíbles o mediciones electrofisiológicas. Es cierto que el beagle puede andar, pero un caso aislado no basta. Y, aunque en apariencia Kim sí seccionó la médula espinal, no hay pruebas fundadas de que realmente lo hiciera.
Canavero rechaza las afirmaciones. Los experimentos realizados por C-Yoon Kim han demostrado que el PEG mejorado funciona. Además, el científico coreano va a practicar en breve la autopsia del perro para aportar pruebas consistentes. Canavero se muestra triunfante. «El que tenía razón era yo, todos los demás estaban equivocados. ¡El trasplante será una realidad!».


PARA SABER MÁS

Head transplantation: and the quest for immortality. Por Sergio Canavero. Editado por Createspace Independent Publishing Platform. En inglés.

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