Los expertos afirman que para dominar una segunda lengua son claves la motivación y las oportunidades para practicarla. Pero ¿qué hay de cierto en las teorías que defienden que los factores hereditarios y físicos facilitan el aprendizaje? Por G.G.

De niños, aprendemos a hablar la lengua materna con rapidez y sin esfuerzo. No sucede igual con la adquisición de un segundo idioma. Hay personas que no lo logran nunca por mucho que se empeñen y otras para las que resulta más sencillo.

El primero de los factores que interviene en el aprendizaje de un segundo idioma es el fisiológico. Estudios sobre el cerebro y el aparato vocal han demostrado que, al nacer, el bebé puede discriminar los contrastes fonológicos de todos los idiomas conocidos, aunque a partir de las 48 primeras horas de vida muestra preferencia por el que se habla a su alrededor. Y también que en la pubertad, el cerebro ya ha perdido gran parte de su capacidad para distinguir entre fonemas que nunca ha oído. La conclusión de estos dos datos es que quienes aprenden mínimamente una segunda lengua antes de los 12 ó 14 años, edad en que el aparato fonador ya está desarrollado, lo harán con más facilidad y con mejor acento, con independencia de si están más o menos dotados.
Este dato no tiene por qué desanimar a quien desee aprender un idioma de adulto. Los restantes factores son tan importantes como la edad, y la mayoría de ellos se deduce al analizar cómo aprenden los más pequeños su lengua materna.

Los niños que, por ejemplo, hablan con mayor rapidez y facilidad son aquellos que más se comunican con sus progenitores. Por este motivo, el estudiante maduro debería procurar sobreexponerse a la lengua que desea aprender viendo películas en versión original, relacionándose con personas que hablen ese idioma o visitando el país. Y se necesita mucho tiempo para dominarlo, sobre todo si se tiene en cuenta que desde que el bebé da su primer grito hasta que adquiere habilidad para comunicarse pasan entre 15 y 18 años, es decir, unas 55.000 horas de inmersión verbal de manera continuada.

Un bebé recién nacido es capaz de distinguir los fonemas de todos los idiomas, pero a partir de las 48 horas de vida prefiere los maternos

Una nueva pista la obtenemos al preguntarnos qué pasa dentro del niño cuando empieza a hablar. Según la teoría conductista, defendida en los 50 por B. F. Skinner, en el proceso de aprendizaje del idioma materno influyen los estímulos externos. Si el niño consigue que sus primeros balbuceos sean comprendidos por sus padres, repite la expresión. Por medio de esas confirmaciones (verbales y no verbales), el bebé aprende a expresarse de manera eficaz. De esto se deduce que quien desee aprender un segundo idioma obtendrá grandes progresos si necesita practicarlo obligatoriamente.

La clave está en la angustia

El lingüista Jean Piaget apuntó que la tensión que ocasiona la incertidumbre de si seremos comprendidos o no es también un factor decisivo en el aprendizaje. Para el niño, esta tensión es una fuente de motivación, pero en un adulto puede provocar inseguridad y vulnerabilidad, y le hace retraerse de hablar en la lengua recién aprendida para evitar equivocarse y sentirse ridículo. Por otro lado, la facilidad para aprender idiomas depende también del bagaje gramatical que se tenga en la propia lengua.

Pero lo más importante es emplear lo que hemos aprendido para comunicarnos. La práctica ha demostrado que la actitud del estudiante vale más que sus capacidades naturales o los diferentes métodos audiovisuales y tecnológicos que utilice. Así que nunca es tarde para empezar ni nadie está totalmente incapacitado para aprender idiomas.


Algunas pistas falsas

  •  Confusión de lenguas. Hace unas décadas se sostenía que si un niño aprendía desde pequeño dos lenguas a la vez podía confundir ambas. La práctica ha demostrado con creces que esto no es así, ni siquiera por el hecho ocasional de que durante el proceso de aprendizaje el niño utilice a veces las dos lenguas al construir una misma oración.
  •  Sólo porque sí. Es un mito creer que únicamente por estar expuesto a dos idiomas desde niño ambos se aprenden sin dificultad. Para lograrlo, es necesario que los padres hablen con los niños en los dos idiomas.
  • Bajo el influjo de Mercurio. La astrología sostiene que los nativos de signos como Géminis o Acuario, regidos por el planeta Mercurio, están más dotados para los idiomas. Ningún estudio lo ha demostrado.
  • Teoría Maduracionista. En los 60 tomó auge esta teoría. Según ella, no es posible adquirir el lenguaje cuando los órganos de fonación ya están formados. Hoy se sabe que, con métodos especializados, se puede enseñar a hablar a cualquiera.

Tres hipótesis

Aptitud innata. La mayor predisposición para aprender idiomas podría estar determinada por la herencia genética y por el hemisferio cerebral dominante de cada persona. Roger Sperry demostró que existe una diferencia en las funciones entre los hemisferios cerebrales. Mientras el izquierdo está especializado más en el lenguaje y la escritura, el derecho lo está en procesos no verbales como el arte o la música. Como cada persona está más o menos dominada por uno de ellos, eso explicaría la tendencia de algunos para aprender idiomas.

Bilingüismo. Dado que el idioma materno se adquiere de modo natural, cada vez hay más expertos que recomiendan el aprendizaje de una segunda lengua a edad temprana. Karl Kim reforzó esta teoría en 1997 al descubrir que quienes aprenden dos idiomas en la infancia desarrollan en el área de Broca -una región cerebral relacionada con las funciones lingüísticas- una zona donde se almacenan e interpretan ambas lenguas, lo que facilita su aprendizaje, al contrario que quienes lo hacen de mayores, que desarrollan una para cada lengua.

Comunicativismo o método natural. Aprender un idioma con este método es cosa de niños. Desarrollado en los años 50 a partir de las teorías del lingüista Noam Chomsky, resta importancia a normas gramaticales rígidas y propone un aprendizaje que imite en todo al utilizado por los niños para adquirir su lengua materna. Su éxito está demostrado, aunque es fundamental que los profesores den sus clases en el idioma que se desea aprender. En Suecia, donde los estudiantes tienen más nivel de inglés que los españoles, pese a practicar menos horas, el 46 por ciento de los profesores enseña en inglés, mientras en España sólo lo hace el 15 por ciento.


5 PREGUNTAS CLAVE

¿Por qué es tan difícil no tener acento al hablar una segunda lengua?

Los músculos del aparato fonador culminan su desarrollo a los 12 años. Por eso, cuando se aprende una segunda lengua después de esa edad es muy difícil no tener acento si tiene fonemas que la materna no posee.

¿Por qué ciertos pueblos lo aprenden mejor?

Porque sus idiomas maternos tienen gran riqueza fonemática y su aparato del habla se adapta con mayor facilidad a los fonemas de otras lenguas, aunque las aprendan de adultos.

¿A qué edad debe empezar el estudio de otro idioma?

Tradicionalmente se comenzaba a enseñar a los diez años, pero los pedagogos y lingüistas coinciden ahora en que tiene mayores beneficios empezar a los tres años.

¿Están dotados los loros con el don de lenguas

La capacidad de aprender ‘idiomas’ es genética y la aplican cuando se ven obligados. Pero lo hacen con gran esfuerzo físico. Su nivel de comprensión verbal sigue siendo un misterio.

El intérprete ¿nace o se hace?

Aunque pueda existir una aptitud innata, en realidad el intérprete se hace porque es preciso adquirir un dominio absoluto de las lenguas en que se trabajará y desarrollar la capacidad de escuchar y traducir a la vez.

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