Un club japonés celebra un torneo anual. Luchan tirando de sus cabezas peladas. Les divierte y ayuda a aceptar su falta de pelo. Por Fátima Uribarri

Cada año, desde 1989, se celebra en la ciudad japonesa de Tsuruta un torneo peculiar. Lo disputan 30 de los 65 miembros del Club de Calvos. Su ‘arma de combate’ es su cabeza pelada, donde adhieren una ventosa unida a un cordel rojo. Cuando el árbitro da la señal, los contrincantes comienzan a tirar con fuerza hacia atrás, igual que en el popular juego de la soga.

Ofrecen la sede de su Club de Calvos para celebrar un futuro campeonato olímpico

Gana el que consiga despegar la ventosa de su rival. Ambos contrincantes quedan doloridos y con la rojez de la ventosa dibujada en plena calva, pero no les importa. Repiten cada año. Les divierte y los reafirma en la aceptación de su calvicie. «Comencé a perder el pelo a los 40 -cuenta Masamoto Sasaki, ahora de 43 años- y gracias a este club me siento bien por ser calvo». Estos duelistas sin pelo están tan contentos con su iniciativa que ofrecen las instalaciones de su club como sede de un futuro campeonato olímpico.

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