Oro, plata y esmeraldas por valor de miles de millones, eso es lo que se cree que iba a bordo del San José, un galeón español hundido en 1708 y que ahora parece haber sido localizado en estas aguas, frente a las costas de Colombia. Más de cuatro países defienden su propiedad. Entre ellos, España. Viajamos hasta Cartagena de Indias. Por Frank Ochmann

El San José tiene que estar por aquí. El tesoro más fabuloso de todos los tiempos yace en algún lugar de este fondo marino.

«Estas son las últimas fotos», dice un antiguo capitán de la Armada colombiana. No quiere que mencionemos su nombre. En realidad, no estoy autorizado a decirles nada. Nadie lo está . El 5 de diciembre, el presidente de su país -Juan Manuel Santos- hizo público a través de Twitter que habían localizado el mítico galeón; y, desde entonces, el Gobierno colombiano ha intentado controlar toda la información. Santos también mencionó a un inversor estadounidense, pero no dijo de quién se trataba.

Arrugas de preocupación surcan el rostro del oficial de la Armada. Tiene a sus espaldas 30 años de servicio, 20 de ellos dedicados a la búsqueda del San José. «Nuestro presidente se ha aventurado demasiado. Quería atraer la atención del mundo entero. Y lo ha conseguido».

Son solo las ocho de la mañana, pero el sol ya escuece en la piel. Los delfines nadan en parejas por las aguas turquesas del Caribe. Una belleza de postal. Sin embargo, este paraíso es engañoso. El mar que rodea estas islas ha sido escenario de cientos de combates. Se cree que en estas aguas es donde se hundió el San José en 1708. Un galeón que arrastró a las profundidades a 600 hombres, además de un vientre lleno de oro de Perú, plata de Bolivia y esmeraldas de Colombia.

«Hasta que no hayamos subido algo no hay pruebas»

Apenas se dio la noticia del hallazgo del tesoro, sonaron voces reclamándolo desde las dos orillas del Atlántico. Desde España, bajo cuya bandera navegaba el San José. Desde Perú, Bolivia y Ecuador, de donde procedían los metales nobles. Desde Estados Unidos, país de origen de la empresa cazatesoros Sea Search Armada (SSA), que aseguró haber localizado el galeón antes que los colombianos, en 1980.

Restos el galeón San José Batalla naval

Pero ¿es cierto que la Armada colombiana ha encontrado el San José? Podría haber centenares de barcos hundidos frente a Cartagena de Indias. «Las probabilidades son elevadas -dice el capitán-. Pero hasta que no hayamos subido nada, no hay pruebas». En las fotos submarinas se puede distinguir la silueta de varios cañones, y vasos, botellas, una espada, todo sorprendentemente bien conservado después de más de 300 años sumergidos en agua salada. Expertos como la prestigiosa profesora estadounidense Carla Rahn Phillips, de la Universidad de Minnesota, que ha dedicado buena parte de su carrera a investigar el San José, respaldan las palabras del capitán. «Los españoles llevaban un registro minucioso de las piezas de artillería embarcadas en las naves reales», explica la historiadora. Estos cañones con adornos de delfines podrían servir para confirmar la identidad del pecio.

En busca del rastro perdido

En 1980, SSA, una empresa norteamericana y con permiso de las autoridades colombianas para buscar el San José, afirmó haber localizado el galeón. Aseguraron que se encontraba a 100 metros de profundidad, a entre 10 y 12 millas náuticas de la costa, a 76o0020 longitud este y 10o1019 latitud norte. El galeón estaría cubierto por una gruesa capa de corales. Por eso, SSA pedía autorización para usar dinamita. En vez de dársela, Colombia le retiró la licencia.

«Nuestro presidente se ha aventurado dando la noticia», dice un capitán de la armada colombiana»

Un oficial de la Armada colombiana que también participó en aquella primera operación acepta reunirse con nosotros en una taberna del barrio pesquero de Cartagena de Indias. El oficial ha pasado 20 años trabajando en el tema del San José. Habla de una historia de suspense que solo está esperando que alguien decida rodarla. Empieza a hablar a borbotones. «¿Por qué de repente el presidente quiso hacer público el descubrimiento? ¿Quién ese ese misterioso inversor en la sombra? Y, sobre todo, ¿cómo se supone que vamos a rescatar el tesoro? Si lo hacemos como hay que hacerlo, necesitaremos muchos años. Pero el inversor extranjero y el presidente quieren ver el dinero ya. Esta fiebre del tesoro ciega a la gente».

La fiebre del tesoro

Tras el supuesto hallazgo de los restos del San José, el Gobierno colombiano se negó a que la empresa estadounidense siguiese en la operación. Y, tras una reforma legal, el porcentaje del valor del hallazgo al que tendría derecho SSA dejó de ser el 50 por ciento, como constaba en el contrato original, y pasó al 5 por ciento. Comenzó así un agrio litigio legal que se ha prolongado hasta la actualidad. El caso se llevó ante la Corte Suprema de Justicia de Colombia, también ante el Tribunal Supremo de Estados Unidos, que declaró al galeón como propiedad del Estado colombiano, y, por último, ante Naciones Unidas.

En 1995, la presión de la justicia se hizo tan intensa que el por entonces presidente de Colombia, Ernesto Samper, encargó a nuestro oficial que examinase el punto señalado por SSA. Utilizamos la tecnología más moderna para examinar el lugar, y comprobamos que no se trataba del San José, sino de un arrecife de coral. SSA difundió una mentira para hacer creer a sus inversores que habían tenido éxito. La búsqueda le había costado diez millones de dólares.

El representante de SSA en Colombia vive en Barranquilla. Danilo Devis es un abogado de mirada desafiante y, como era de esperar, defiende que este nuevo capítulo en la historia del San José no es más que una fábula. «Solo hay dos posibilidades. O se trata de nuestro antiguo emplazamiento, o han descubierto otro barco, posiblemente el Santa Teresa». Este buque se hundió años antes, en 1682. «Si al final es verdad que han encontrado el San José en otro sitio, me corto el brazo», remata Devis.

«El Gobierno colombiano no nos deja ir para comprobarlo. No facilitan las coordenadas. Tienen miedo. Si no se trata de nuestro emplazamiento, renunciaremos a todas nuestras reclamaciones». Presuntamente, SSA ya estaría planeando examinar por su cuenta el lugar del hallazgo. «Se encuentra en aguas internacionales. Si recurren a su Armada para detenernos, pediremos apoyo a las Fuerzas Armadas estadounidenses. Y habrá un conflicto internacional». Devis, un hombre que ya ha cumplido los 76 años, tiene prisa. Lleva tras el San José hace desde hace 25 años, media vida. «Queremos el 50 por ciento dice. Es lo que nos corresponde según el contrato, confirmado en 2007 por la Corte Suprema de Justicia de Colombia. Pero estamos abiertos a negociar». Con las cifras que se están manejando, solo el 10 por ciento del total significarían 500 millones de dólares, o más. «Sí -afirma el abogado con una sonrisa-. No está mal, ¿verdad?».

«No está  nada claro el valor real del tesoro. Los listados del cargamento se fueron a pique con él»

Pero no está nada claro cuál podría ser el valor real del tesoro del San José. Los listados del cargamento se fueron a pique con él. Es cierto que se conservan los informes de su buque gemelo, el San Joaquín; de acuerdo con las ordenanzas españolas, debería haber llevado una carga similar a la del San José. Sin embargo, estimaciones como las de la historiadora Carla Phillips excluyen un factor desconocido: la parte privada del cargamento, que no aparece reflejada en ningún archivo oficial. Además, el contrabando era una actividad que se practicaba a lo grande. A esta dificultad hay que añadir errores de bulto en muchos de los archivos de la época. Por ejemplo, los ingleses confundían peso y real, lo que multiplicaba las cifras por 8 o por 10. El resultado es que, de una u otra forma, el tesoro se ha ido haciendo cada vez más grande. En su novela El amor en los tiempos del cólera, Gabriel García Márquez dispara su valor a: «Más de 500.000 millones de pesos». Cifras como esa pueden hacerle perder la razón a cualquiera.

En los años durante los que estuvo paralizada la búsqueda oficial del San José, a Cartagena de Indias acudió todo tipo de cazadores de tesoros para intentar dar con el pecio. Álvaro Serra lleva 30 años detrás del oro. Fue cazador de canguros en Australia y marinero en las Filipinas antes de asentarse en Cartagena para buscar tesoros. Fui víctima de la fiebre, como otros muchos aquí. Estaba obsesionado con hacerme millonario . Buceó hasta los restos del galeón Santa Isabel y de la fragata LHermione, encontró monedas de oro y plata, pero nunca suficientes para mantener a su familia. El que era su verdadero objetivo, el San José, le perseguía hasta en sueños. «Que lo hayan encontrado es una liberación para todos nosotros», admite.

¿Una liberación? ¿De verdad? La disputa legal podría prolongarse durante años. Y el rescate del tesoro tampoco será un juego de niños. En principio, barco y tesoro se subirán a la superficie en 2017, según el Gobierno colombiano. Sin embargo, en el mundillo especializado, así como en las instituciones de Naciones Unidas, hay bastante preocupación en torno al destino del pecio. Se teme que pudiera ser saqueado, como ocurrió con aquel otro galeón también llamado San José, hundido frente a las costas de Panamá en 1631. Y eso también da que pensar a los historiadores: el San José es la tumba de casi 600 españoles, no el premio de la versión marina del juego de la búsqueda del tesoro.

¿Cuánto pesan estos reparos, cuánto pesan el respeto a los muertos y la preocupación científica cuando se está hablando de millones de euros?


Nuevo XL Semanal
El nuevo XLSemanal

A partir de ahora consulta los nuevos contenidos en la web de tu periódico

Descúbrelos