Marco, por Cercas

Recuerdo haber entrevistado a Enric Marco en alguna ocasión. Y, claro está, recuerdo también el estremecimiento que producía su relato. Cualquiera que escuche en primera persona a una víctima de un campo de concentración nazi difícilmente podrá evitar un arañazo de impresión, y Marco presidía entonces la Asociación Amical de Mauthausen, en la que figuraban inscritos los supervivientes de la pavorosa ‘solución final’ de Hitler y compañía, siendo él uno de ellos. Al menos eso aseguraba. Los trabajos de un investigador de la historia concluyeron de forma documental que Marco mentía. jamás pisó un campo de concentración ni fue víctima de represalia nazi alguna por haber sido un luchador antifascista exiliado de la España de Franco. Era un impostor. Fascinante.

La figura de Marco merecía un análisis y unas cuantas gotas de literatura. Captó el interés de uno de los mejores dibujantes de pasajes y emociones que conozco y leo. Javier Cercas (El impostor, Random House, 2014). El autor de Soldados de Salamina se acercó temerosamente a la figura de Marco y lo ha desnudado en un libro, como otros de su factoría, inquietante e inevitable. Asegura el autor haber tenido miedo al libro, al compromiso de buscar en el fondo de la historia del impostor, pero el resultado desmiente esos temblores. la radiografía es tan pasional como impecable, haciendo verdad aquello de que a veces puede crear fascinación algo detestable, como una impostura semejante a la del barcelonés Marco, hijo de una cautiva de esquizofrenia que nunca acabó de reconocerle y de un padre desentendido y emparejado con una áspera borrachuza que lo maltrataba. Su infancia consistió en pasar de mano en mano, de familia en familia, sin acabar de encontrar nunca un ambiente adecuado para el afecto, yendo del anarquismo a la república y de la república a Alemania a formar parte de brigadas de trabajadores de intercambio que proporcionó el régimen de Franco al Tercer Reich. Y ahí empieza el cuento.

Cercas cita a Magris cuando este afirma que todo mentiroso, por colosal que sea, sabe que la mentira bien armada es aquella que contiene no pocos elementos de verdad. Creo que la cita es de Magris, pero ahora que lo escribo no estoy seguro; en cualquier caso podría serlo. La mentira colosal de Marco contenía, efectivamente, fragmentos de verdad, aroma a certidumbre, por cuanto Marco fue detenido por la Gestapo y encarcelado algunos días por algunas cuestiones menores relacionadas con el orden público. Es decir, en puridad, nuestro hombre sí estuvo detenido por los alemanes solo que en un calabozo un par de días y no en los temibles barracones de Flossenbürg. Al poco fue devuelto expeditivamente a España y Marco comenzó, paso a paso, a reconstruir su vida, a inventar su historia con tanta precisión y detalle que nadie que le escuchara, ni siquiera auténticos protagonistas de la tragedia, podía sospechar que todo era producto de la fantasía.

Una vez desenmascarado al cabo de muchos años, después de haberse revelado como una referencia nacional y continental del sufrimiento, Marco fue convertido en una excrecencia social. A pesar de ello no se arredró. Defendió su proceder asegurando que gracias a su habilidad para la comunicación y su capacidad para seducir auditorios hizo de la causa de los represaliados un permanente altar de reconocimiento y respeto. Y es posible que así fuera. su habilidad en las diferentes performances en las que estuvo implicado estaban fuera de duda. Su argumento, por demás, guarda cierta similitud con el que utilizaron sin asomo de vergüenza los apologetas y partidarios de otra cuentista global, Rigoberta Menchú, la líder indigenista guatemalteca que también inventó una vida de penurias que ni con mucho se asemejaba a la realidad. El argumento era que ella no hacía otra cosa que asumir la historia colectiva y personificarla didácticamente para así transmitir el sufrimiento de un pueblo. Y tal y tal, cabría añadir.

A pesar de ello, Cercas sitúa a Marco en el fuego de los infiernos. Le condena, para ser más exactos. Pero antes desarrolla un esfuerzo en un intento de comprender al personaje. El debate del libro estriba también en si comprender es justificar. Cercas cree que no. El resultado está a la vista en un libro apetitoso. Juzgue usted mismo.

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