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PEQUEÑAS INFAMIAS

Mal de muchos, consuelo de todos

Carmen Posadas

Sábado, 04 de Julio 2015

Tiempo de lectura: 3 min

A pesar de lo que me gustan los refranes, hay algunos que no solo me parecen sobrevalorados, sino mentirosos o incluso perniciosos. En otra de estas Pequeñas infamias nuestras, recuerdo haberles hablado no hace mucho de ese que sostiene que debe decirse el pecado, pero nunca el pecador, lo que solo sirve para propalar insidias. Mira qué bonito. Se cuenta el pecado el chisme, el rumor, la trola, pero se protege religiosamente al chismoso, al calumniador. Tampoco me gusta ese otro que apunta que, cuando el río suena, agua lleva. Cualquiera que haya sido víctima de un juicio basado solo en apariencias sabe muy bien que la verdad no siempre coincide con ellas. Hoy me gustaría añadir a la lista un tercer refrán: "Mal de muchos solo consuela a los tontos". Está claro que yo debo de serlo, y de remate, porque sí que me consuela saber que no estoy sola ante una desgracia, que lo que me pasa también le ocurre a otros y que, por tanto, pueden comprender lo que siento. No sé dónde leí, hace ya tiempo, que en realidad el refrán original era precisamente el que figura como título de estas líneas, pero que alguien, queriendo lucirse con un ingenioso juego de palabras, trocó todos por tontos. A partir de ahí, igual que en el famoso cuento de Andersen El traje nuevo del emperador, la gente, con tal de que no la tomaran por boba, dio por bueno el trueque de palabras y todos nos quedamos un poco más solos ante la desgracia. Por fortuna las cosas están empezando a cambiar y, sin que se haya modificado la creencia de que el refrán es acertado, Internet se ocupa de refutarlo todos los días. Para comprobarlo, no hay más que ver las muchas iniciativas en la Red que sirven para poner en comunicación a quienes están pasando por una misma situación penosa. Personas traicionadas en el amor, por ejemplo; otras que han perdido su trabajo enfermos que se enfrentan a un mismo e incurable mal Como explica Ana Casas, promotora de Creando Lazos, uno de los muchos grupos y clubs que existen para poner en contacto en este caso a pacientes con cáncer de mama, "la idea es compartir, intercambiar experiencias con otras mujeres que están pasando por la misma situación que yo. También, aumentar la percepción de nuestras vivencias y, sobre todo, apoyarnos cuando comienzan los efectos secundarios, el miedo, las fatigas, la caída del pelo". Mención aparte y emocionada merecen los varios clubs que existen en Facebook en los que padres que han tenido la desdicha de perder a un hijo o una hija intercambian fotos, vídeos y comentarios como el que transcribo a continuación: "[ ] Yo sé que, aunque el tiempo nos reclame y la vida se esfume, siempre voy a amarte POR SIEMPRE SERÉ TU MAMÁ, mi pedacito de cielo Gracias por los años que me regalaste a tu lado". Y es que no es lo mismo compartir el dolor con personas que están pasando o han pasado por idéntico trance que hacerlo con quien, por muy generoso y solidario que sea, no ha vivido y, por tanto, ni siquiera puede imaginar lo que supone pasar por una experiencia así. Existen en el diccionario hermosas palabras que describen lo que alguien puede sentir por otro que está viviendo un gran dolor. Compasión, pena, misericordia, piedad, caridad, lástima pero solo hay una que signifique identificación absoluta con el sufrimiento ajeno: conmiseración. Y he aquí el único sentimiento capaz de consolarnos en la desgracia porque la conmiseración no la brinda más que quien ha pasado por el mismo trance. Podría enumerarles multitud de iniciativas de gente que ha encontrado en la Red ese consuelo de todos que tan poca consideración parece tener, al menos si hacemos caso al refranero. Personas que padecen enfermedades raras; otras que son víctimas de la depresión, del miedo, de abusos, de violencia machista, de acoso escolar, de prejuicios de todo tipo. Lacras que antes se sufrían en silencio y en gran soledad, pero que ahora encuentran con quien intercambiar consejo, ánimo, iniciativas, reuniones, viajes y, por qué no, también amores. Sí, sobre todo amores. Al fin y al cabo otro refrán bastante más sabio que el de "mal de muchos" dice que dos (o más) corazones en pena acaban compartiendo un mismo latido.