Albergues incendiados, cócteles molotov, agresiones, insultos, pintadas neonazis… Sajonia es el lado oscuro de la hospitalidad mostrada por el Gobierno alemán. ¿Por qué el estado germano que menos refugiados recibe es el centro de la xenofobia? Por Silke Müller y Holger Witzel

Llevan días sin dormir. Por miedo, dicen. Temen que esos hombres vuelvan. Las farolas de la ciudad alemana de Clausnitz se apagan a las 11:30 de la noche. Solo las ventanas de una casa en las afueras permanecen ‘encendidas’. Allí guardan vela Lena, Forat y Rana, recién llegadas desde Siria.

Las tres hermanas llegaron en autobús al sur de Sajonia. Las imágenes en vídeo de su llegada recorrieron el mundo gracias a Facebook y al hashtag #Clausnitz. Un nuevo caso de violencia ultraderechista contra extranjeros en Alemania. El número 42 en lo poco que va de año.

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Explosión en Bahrendorf: en esta casa viven refugiados sirios. Alguien situó un explosivo junto a la puerta. La Policía investiga quién está detrás del atentado

Eran las imágenes borrosas de un cerco humano acompañado por un repetido «¡ey, ey, que os jodan, volveos a casa!». Una turba de 100 personas intentaban impedir que la veintena de refugiados salieran del autobús. Cuando la multitud se dio cuenta de que los extranjeros no salían, cuando percibieron el miedo en sus rostros, la masa gritó: «¡Vamos, fuera! ¡Sacadlos de ahí!».

Y la Policía actuó. Pero no contra los violentos. Los agentes se dirigieron hacia los refugiados y los sacaron del autobús a la fuerza. Redujeron con violencia a Luai, de 15 años, y a Forat, de 44. Los policías alemanes metieron a los refugiados en un edificio como si fuesen ganado. La turba los jaleaba, rugía.

Y allí siguen. A Lena, Forat y Rana les han adjudicado una vivienda en uno de los edificios de las afueras de la localidad. Familias de Afganistán, Siria, el Líbano e Irán han sido repartidas en tres edificios contiguos. En tiempos de la RDA, estas casas albergaban a trabajadores de una cooperativa; más tarde fueron adquiridas a bajo precio por una inmobiliaria. Muchas de las viviendas siguen vacías. Nadie quiere vivir allí.

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Las tres mujeres están sentadas en el suelo. Nos ofrecen manzana y pistachos. Comen lo que les traen unos cuantos voluntarios. Rana coge su móvil y una aplicación para traducirnos lo que siente: «Queremos nuestra dignidad». Sigue tecleando: «No queremos quedarnos en este lugar peligroso», dice el móvil. «Huimos de la guerra en Siria y ahora nos volvemos a sentir como en la guerra -cuenta Lena-. Queremos irnos de aquí».

En los años noventa, Sajonia ya era el campo de maniobras para las bandas neonazis

En Alemania, los refugiados han sido objeto de manifestaciones de rechazo, gritos, persecuciones. Pero más de la quinta parte de los ataques contra albergues para refugiados registrados en 2015 tuvieron lugar en una región: Sajonia.

Los más alemanes de los alemanes

Sajonia es uno de los estados de Alemania con menos extranjeros y más ataques. En ningún otro lugar del país se registran tantas acciones xenófobas y tan poca oposición a ellas. Las organizaciones de víctimas se quejan de que el número de estos ataques está muy por encima de las cifras oficiales. Casos como el de Clausnitz se catalogan como «faltas contra el derecho de reunión», por lo que desaparecen de los registros de actividades ultraderechistas. Y no es algo nuevo. En los noventa, Sajonia ya era un campo de maniobras habitual para las bandas neonazis. Los terroristas del NSU, un grupo radical, disfrutaron de apoyo en la zona; aquí planeaban sus asesinatos y aquí se escondían.

El rostro de las tres hermanas sirias sigue marcado por el terror. Forat, la mayor, fue tratada con especial dureza por un policía que, según aseguran las tres, la golpeó. La Jefatura de Policía no responde a estas acusaciones. Asegura que se hizo absolutamente inevitable emplear cierta coerción . Añadió que un joven -presumiblemente Luai, de 15 años- habría provocado a la multitud con gestos violentos, hecho que está siendo investigado. La Policía recibió el apoyo de sus superiores. El ministro de Interior, cuyo distrito electoral es Sajonia, declaró: «No percibo nada criticable en esta actuación policial».

Forat, ama de casa; Lena, maestra divorciada, y Rana, que en su país estudiaba Literatura Árabe estas tres mujeres en Berlín, Londres o París no llamarían la atención. Serían tres jóvenes musulmanas más en unas culturas influidas desde hace mucho tiempo por la emigración. Sus opciones de labrarse su propio camino serían bastante buenas. Pero no así en Clausnitz. Este albergue en Sajonia es como una cárcel sin alambradas, rodeada por un pueblo lleno de guardianes hostiles.

El camino que lleva al supermercado más próximo atraviesa todo el pueblo. «Nos reconocen por los pañuelos en la cabeza, no podemos ir a ningún sitio solas», dice Rana. Nadie les ha dicho que hay un autobús que hace el trayecto varias veces al día. Pero sí les han dicho que por un taxi hasta allí les van a pedir cincuenta euros.

En Sajonia la canciller Merkel fue recibida con gritos de ‘cerda’ y ‘traidora’ el año pasado

En Clausnitz apenas viven un millar de personas. En una reunión celebrada a finales de enero, los vecinos manifestaron su preocupación por la llegada de refugiados y solicitaron que les enviaran familias, no hombres jóvenes y solteros. Y fueron familias las que llegaron, pero aun así las recibieron con odio y desprecio.

La Alemania más ultramontana, retrógrada y xenófoba se manifiesta aquí, en Sajonia. Los sajones se sienten desde hace mucho tiempo los más alemanes entre los alemanes. Incluso en la época de la RDA, skinheads y neonazis se movían a su antojo por Sajonia. Tras la Reunificación, la escena ultraderechista de la Alemania occidental intentó afianzarse en Dresde, la capital. Y todo ese trasfondo sigue vivo en la actualidad.

Parásitos del estado

Hans Vorländer, politólogo de Dresde, habla del «chovinismo sajón». Con ello quiere decir que al sajón solo le importa él mismo. O, como lo expresa el escritor Durs Grünbein, también nacido en Dresde. el ciudadano de a pie sale a la calle porque quiere defender lo suyo de las amenazas, de cualquiera que sea, siempre encontrará alguna. Y la verá preferiblemente en la gente que viene de fuera, que tiene otro color de piel y profesa otra religión.

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Incendio en Radebeul: este edificio era un centro de refugiados. Sufrió un incendio y hubo tres heridos. La Policía asegura que todavía se desconocen las causas del suceso / Foto: Arno Burgi/dpa

Hay un total de 42 neonazis sajones con orden de detención en paradero desconocido. Los delitos que se les atribuyen son daños, lesiones graves, robo y, de forma recurrente, fraude en la obtención de prestaciones sociales. Los neonazis llamarían a eso ser parásitos del Estado del bienestar

Esos 42 casos en Sajonia suponen un 11 por ciento del total: 372 en toda la República Federal. Pero en Sajonia solo vive el cinco por ciento de la población del paísque en Sajonia el número per cápita de órdenes de detención contra neonazis es el doble de la media de Alemania.

El domingo por la mañana flota cierto aire de desconcierto en la iglesia de Clausnitz. Al servicio religioso han acudido 35 personas, más de lo habitual. En su mensaje a los fieles, Kathrin Roder aborda los últimos sucesos: «Los medios hablan del Caso Clausnitz, pero para muchos de nosotros es un accidente que no debería haberse producido».

¿De verdad fue solo un accidente? Mientras la predicadora pronuncia estas palabras, por los servicios de noticias de Internet circulan las imágenes de un albergue de refugiados ardiendo en Bautzen. Un nuevo ‘caso’ en Sajonia. Pero esta vez con aviso previo. Durante los últimos días habían venido apareciendo en Facebook mensajes contra este alojamiento, todavía sin ocupar. Por ejemplo, un usuario había escrito: «Qué bonito, todo el mundo se alegra, la gente de bien está superfeliz. Por desgracia, me temo que va a haber que reformar el tejado». La Policía sajona sigue investigando el suceso, aunque los expertos hablan de incendio provocado.

¿Solo una minoría muy ruidosa?

Los sucesos marcados con #Clausnitz y #Bautzen, #Freiberg, #Dippoldiswalde, #Meissen y #Heidenau acaban conformando una realidad que podría resumirse en #Sajonia. Según las encuestas, el 60 por ciento de los sajones reconocen que el número de refugiados les asusta. ¡El 60 por ciento! La media en toda Alemania es del 38.

Durante años no se ha actuado decididamente contra las estructuras políticas de la extrema derecha. Cuando la canciller fue recibida entre abucheos y gritos de «cerda» y «traidora» en Heidenau el verano del año pasado, Frank Kupfer -portavoz de la CDU en el Parlamento de Dresde- habló de ciudadanos totalmente normales con sus propios problemas. En Sajonia, estos ciudadanos totalmente normales llevan mucho tiempo votando opciones entre la extrema derecha y la muy extrema derecha.

Sajonia ama sus tradiciones, pero entre esas tradiciones está la de mirar hacia hacia otro lado

Precisamente un miembro de AfD era el responsable de dirigir el alojamiento para refugiados del pueblo. Su nombre: Thomas Hetze. La opinión pública se indigna por el hecho de que un miembro de AfD, contrario a la política de asilo, pueda dirigir un albergue para refugiados. Hetze ha sido relevado de sus funciones en Clausnitz, pero únicamente para protegerlo, como se afirma desde las instituciones locales. Y sin que nadie le haya echado en cara ningún error en su actuación.

Siempre pasa lo mismo cuando los disturbios protagonizados por la ultraderecha en algún lugar de Sajonia saltan a los titulares de prensa. Los políticos muestran su rechazo. Luego se convoca una manifestación antifascista. Al cabo de un par de días, todos los habitantes del lugar en cuestión dicen sentirse incomprendidos y prejuzgados. Y, a continuación, cae un manto de silencio. Un par de personas se implican y tratan de hacer algo, pero la gran mayoría se queda en casa y confía en que todo vuelva a su cauce.

Sajonia ama sus tradiciones. Pero entre esas tradiciones se encuentra ya el mirar hacia otro lado, dejar la resolución de los problemas para más adelante. «No somos nazis», repiten desde Sajonia. Los que actúan así son individuos aislados, marginados sociales. Pero en esta región de Alemania la gente no ve motivos suficientes para expresar su rechazo hacia esos supuestos individuos aislados. Sven Scheidemantel, nacido en Dresde y miembro de una organización en defensa de la multiculturalidad, afirma. «En casi todas las ciudades sajonas hay personas que piensan como nosotros. Pero gracias a que la mayoría es tan silenciosa es por lo que la minoría puede ser tan ruidosa».

Rana y sus hermanas no quieren volver a vérselas con esa minoría. Pero no podrán salir de Clausnitz mientras no sea admitida su solicitud de asilo. Mientras llega ese momento, están atrapadas en un complejo de viviendas en un inhóspito rincón de Alemania.

Ataques a inocentes

El pasado mes de febrero el fuego se adueño del hotel Husarenhof, donde iban a ser alojados 300 refugiados. Un grupo de personas aplaudieron al ver las llamas. Un mes después, un autobús con refugiados fue acosado por una turba de manifestantes. Todo en Sajonia.

MÁS CASOS

CASO 1 

Brutalidad y agresiones en Clausnitz

Las hermanas Forat, Lena y Rana huyeron de la guerra en Siria. Ahora están en la localidad de Clausnitz y no se atreven a salir a la calle. Un centenar de xenófobos las insultó a su llegada en un autobús con otros refugiados el pasado 18 de febrero. La Policía, en vez de protegerlas, las trató como a animales y las agredió.

Este vídeo grabado con un teléfono móvil ha dado la vuelta al mundo. una turba bloquea entre gritos un autobús de refugiados, que fueron brutalmente sacados de su interior por la Policía.

CASO 2

Fuego en Bautzen

El hotel Husarenhof iba a ser un centro de residencia para refugiados. Tras el incendio del 22 de febrero, algunos de los vecinos afirmaron. Aquí no queremos ningún centro de refugiados .

CASO 3

Asedio en Heidenau

El 21 de agosto de 2015 cientos de radicales de ultraderecha asediaron durante dos noches el albergue de emergencia para solicitantes de asilo, habilitado en un antiguo gran almacén.

CASO 4

Neonazis en Freital

Durante una manifestación contra el racismo el 30 de julio de 2015, varios nazis arrojaron botellas contra los participantes. En la imagen, uno de ellos hace el saludo nazi; fue detenido.

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