Un pequeño grupo de escritores, académicos y economistas denominados ‘postrabajistas’ consideran que el final del trabajo es algo positivo y hasta deseable

«La sociedad cree de forma irracional en el trabajo porque sí», asegura Benjamin Hunnicutt, postrabajista e historiador de la Universidad de Iowa, y ello, dice, a pesar de que la mayoría de los empleos no son gratificantes. Los ‘postrabajistas’ creen que si el Gobierno regula una serie de factores, el final del trabajo asalariado puede suponer una etapa de bienestar.

Los jubilados no se divierten tanto

Las teorías de Hunnicutt descansan sobre ciertas asunciones relativas a la fiscalidad y la redistribución de la riqueza con las que muchos no están de acuerdo. Pero, incluso si nos olvidamos de este punto, sus teorías se enfrentan al hecho de que la vida de jubilados y parados que describe no se parece a la que experimentan hoy. Estos no aprovechan el tiempo libre para interrelacionarse con amigos o dedicarse a nuevos proyectos y aficiones. En su lugar, lo que hacen es ver la televisión o dormir. Según el instituto Nielsen, los jubilados están frente a la pantalla un promedio de 50 horas semanales. Los estudios indican que las personas que no trabajan, en realidad, son las que se sienten más aisladas; resulta sorprendentemente difícil reemplazar la camaradería que se da en torno a la máquina de los cafés de la oficina.

Un estudio demostró que muchos disfrutan más estando en la oficina, incluso quejándose de su empleo, que gozando de su tiempo libre

La depresión asociada

La mayoría de las personas quieren trabajar y se sienten deprimidas si no pueden hacerlo. Las consecuencias negativas del desempleo van más allá de la ausencia de ingresos; quienes pierden el empleo son propensos a sufrir dolencias mentales y físicas.

Mejor en la oficina

En 1989, los psicólogos Mihaly Csikszentmihalyi y Judith LeFevre efectuaron un estudio sobre los trabajadores de Chicago. En principio, las personas que estaban en su lugar de trabajo aseguraban preferir encontrarse en otro lugar, pero, al responder a unos cuestionarios específicos, estos mismos empleados afirmaban sentirse menos angustiados en la oficina o en la fábrica que en cualquier otro lugar. Estos dos psicólogos acuñaron la expresión «la paradoja del trabajo» para designar este fenómeno: muchos individuos disfrutan más quejándose de sus empleos que gozando de excesivo tiempo de ocio.

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