Hazte premium Hazte premium

Investigación forense Los crímenes que resolvió la ciencia

Huellas dactilares, sangre, saliva, análisis de voz, pelos, pisadas... Un libro del investigador británico David Owen describe los métodos científicos empleados en la investigación criminal en todo el mundo. Les contamos seis casos que superan la imaginación de los guionistas de las series de true crime.

Lunes, 07 de Agosto 2023, 14:20h

Tiempo de lectura: 7 min

Un odontólogo forense (en la imagen anterior) declara que las marcas de mordeduras de las nalgas de una víctima coinciden con la dentadura de Ted Bundy.

CASO TED BUNDY

Un 'serial killer' pillado por los dientes

alternative text
Momento de la detención de Ted Bundy

Delito

Asesinó, entre 1969 y 1978, a entre 40 y 50 personas a lo largo y ancho de EE UU. Es uno de los asesinos en serie más prolíficos de la historia.

Prueba

Ted Bundy mostraba una fijación especial por asesinar a mujeres jóvenes de pelo oscuro y largo, que le recordaban a su ex novia, la cual lo había rechazado unos años atrás. Según los múltiples test psiquiátricos que se le realizaron, presentaba una personalidad propia de esquizofrénico. Bundy fue capturado en Pensacola (Florida), tras haber matado a su última víctima, una niña de 12 años llamada Kimberly Leach. Cuando el cuerpo de Leach apareció, se encontraba en avanzado estado de descomposición y apenas contenía pruebas directas, aunque los rastros de semen hallados en la ropa interior de la niña coincidían con el tipo de Bundy.

Asimismo, se encontraron en el lugar del crimen huellas idénticas a las de las suelas de sus zapatos. Pero la prueba decisiva, y que más impresionó durante el juicio, fueron una serie de mordeduras en el pecho y las nalgas de otra de las víctimas. El odontólogo Richard Souviron mostró a los miembros del jurado fotografías de los dientes de Bundy y comparó sus rasgos característicos hasta convencerlos de que coincidían perfectamente.

Resultado

El juicio contra Theodore Robert Cowell Bundy comenzó el 25 de junio de 1979 en Miami. El 23 de julio, lo declararon culpable de dos asesinatos y una semana después lo condenaron a la silla eléctrica. Tras varias apelaciones, a las 7.06 de la mañana del 24 de enero de 1989, Bundy fue ejecutado en la silla eléctrica en la prisión estatal de Florida, tras haber confesado entre 40 y 50 asesinatos. Sus últimas palabras fueron: «Me gustaría dar mi amor a mi familia y amigos».


CASO O. J. SIMPSON

La mejor interpretación de su vida

alternative text
El deportista se prueba durante el juicio un guante de cuero que apareció en la escena del crimen.

Delito

Nicole Brown Simpson, ex mujer del famoso deportista y actor, y su amigo Ronald Goldman aparecen apuñalados.

Prueba

Las pruebas contra O. J. Simpson son abrumadoras. El ADN de la sangre hallada en la escena del crimen coincidía con el del deportista. Había huellas ensangrentadas de un zapato Bruno Magli del número 46, marca y número que usaba Simpson. En la primera entrevista, la Policía se fijó en que el futbolista tenía un corte en la mano izquierda; junto a los cadáveres, había aparecido un guante de la mano izquierda y el de la derecha estaba ante la casa de Simpson. Por último, en el coche y en casa del acusado se encontraron gotas de sangre de las víctimas.

Resultado

Pese a las pruebas, Simpson fue absuelto gracias a su eficaz defensa que apeló al racismo que, según ellos, movía a la Policía y detectó varios fallos. Un momento clave fue cuando la acusación pidió a Simpson que se pusiese el guante de la escena del crimen. Era pequeño. La acusación argumentó que, al estar empapado de sangre, se contrajo al secarse y que se lo estaba probando con guantes de látex debajo, pero la escena sembró una duda decisiva. No obstante, las familias de las víctimas acusaron a Simpson por la vía civil, en la cual fue declarado culpable.


CASO MARCHAL

Una dudosa falta de ortografía

alternative text
Omar Raddad, a la izda., detrás de su abogado, Jacques Vergès, defensor, entre otros, de El Chacal y Milosevic.

Delito

El brutal asesinato de la rica viuda Ghislaine Marchal, en su villa de Cannes (Francia), acabó con un inocente entre rejas.

Prueba

Todo indicaba que, cuando estaba agonizando, Ghislaine Marchal, de 65 años, escribió con su sangre en el sótano de su villa de Mougins las palabras condenatorias: «Omar m`a tuer...», «Omar me ha matado». El jardinero, un marroquí llamado Omar Raddad, había desaparecido llevándose supuestamente 4.000 francos de la casa. Tras su captura, lo condenaron a 18 años de cárcel, a pesar de que insistió en su inocencia. Enseguida surgieron las dudas. Los grafólogos aseguraron que, además de una incorrección gramatical a todas luces incomprensible en la señora Marchal (culta y aficionada a los crucigramas), había claras diferencias entre lo escrito en la pared y la caligrafía de la víctima.

Asimismo, el profesor Fournier, médico forense, llegó a la conclusión de que el asesinato se había cometido el mismo día del descubrimiento del cadáver, una jornada después de lo declarado en el juicio. Si se aceptaba esta premisa, Raddad tenía una coartada irrefutable, pues había pasado el día con su familia y sus amigos en Tolón.

Resultado

La desafortunada suma de contradicciones y los esfuerzos de los abogados de Raddad condujeron a que se le concediese un indulto parcial en 1998. Tras cumplir cuatro años de condena, el acusado salió de la cárcel y empezó a trabajar en una carnicería halal de Marsella diez días después. Hasta el momento, no ha sido atendida su petición de que se celebre un nuevo juicio para aclarar lo que, según él, fue un error de la justicia. La Fiscalía, por su parte, insiste aún en que mató a su señora para robarle el dinero y pagar deudas de juego, y los abogados alegan que Raddad es un chivo expiatorio de los familiares interesados en quedarse con los bienes de su adinerada pariente. ¿Quién de todos ellos lleva razón?


CASO SACCO Y VANCETTI

Las balas en el lugar equivocado

alternative text
Los italianos Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, en 1927, justo antes de su ejecución.

Delito

Dos anarquistas fueron acusados de asesinar al encargado de los pagos de una fábrica de zapatos.

Prueba

La prueba crucial fue una bala del calibre 32 hallada en el cuerpo del guardia de seguridad asesinado. Nicola Sacco, un sospechoso habitual por sus actividades anarquistas, llevaba balas de ese tipo en el bolsillo. Su compañero, Bartolomeo Vanzetti, llevaba una 38 que la Policía dijo que le había robado a la víctima. En el microscopio, Calvin Goddard, de la Oficina de Balística de Nueva York, demostró que las acalanaduras y marcas provocadas por las estrías del cañón de la pistola coincidían en el caso de Sacco y la víctima.

Resultado

Sacco y Vanzetti fueron ejecutados en 1927, pero en 1977 el gobernador de Massachusetts publicó una proclamación de inocencia. Sin embargo, un equipo de peritos reexaminó las pruebas de balística en 1983 y confirmó que eran correctas. Lo que nadie pudo demostrar es que Sacco disparase. Para sus partidarios, los condenaron por sus ideas políticas.


CASO DUFFY

'Cazado' por su perfil psicológico

alternative text
Dos policías interrogan a un joven en la estación de Surrey tras uno de los asesinatos

Delito

El violador del tren atacó a varias mujeres en Londres y alrededores entre 1982 y 1986. Seguía siempre la misma pauta.

Prueba

Sus víctimas lo describieron como un hombre de entre 25 y 30 años, 1,75 metros de estatura, rubio y de mirada penetrante, pero no proporcionaron detalles suficientes para identificar a un individuo concreto. En un determinado momento, el violador comenzó a asesinar a sus víctimas cerca de la red ferroviaria de los alrededores de Londres, estrangulándolas con un torniquete tras la agresión. Destruía todas las pruebas, eliminaba los rastros de violación en las víctimas que no mataba y quemaba el pubis de las que asesinaba para borrar cualquier posible indicio.

Un experto en perfiles, el profesor David Canter de la Universidad de Sussex, afirmó que la facilidad para entablar conversación con las víctimas femeninas indicaba que el agresor estaba casado o que mantenía una relación estable, y el hecho de que hubiese violado y asesinado a una chica de 15 años sugería que no tenía hijos. El perfil encajaba con el número 1.505 de la lista de 2.000 sospechosos potenciales elaborada por la Policía: John Patrick Duffy, quien había sido arrestado por violar a su ex mujer tras su separación y trabajaba como carpintero del ferrocarril, lo cual le dejaba tiempo libre durante el horario laboral y, a la vez, explicaba su conocimiento de la red ferroviaria.

Resultado

Duffy fue juzgado por cuatro asesinatos y varias violaciones y condenado a cadena perpetua en febrero de 1988. Cuando el carpintero fue juzgado por violar a su ex mujer, vio a una de sus primeras víctimas, que lo miró directamente a los ojos sin reconocerlo. A partir de ese momento, decidió matar a sus víctimas para eliminar el peligro de que lo identificasen. En la cárcel admitió haber cometido otras 17 violaciones y un asesinato más.


CASO LITVINENKO

Polonio con extra de 'wasabi'

alternative text
Litvinenko, de 43 años, posa en la UCI del University College Hospital de Londres, en 2006.

Delito

Alexander Litvinenko, un destacado desertor ruso que vivía en Londres, fue envenenado con una dosis de polonio 210.

Prueba

Los exámenes de su cadáver mostraron la presencia de polonio 210 en la orina, un potente emisor de radiaciones alfa letales cuando el cuerpo de la víctima lo absorbe a través de comidas o bebidas contaminadas. La Policía encontró rastros de la sustancia en la casa del expatriado y en los lugares de sus últimas citas, incluido el restaurante japonés donde comió por última vez. La red se extendió cuando se hallaron rastros en los dos hospitales en los que había estado ingresado, en la oficina del magnate ruso exiliado Boris Berezovski y en dos aviones que habían volado entre Moscú y Londres.

Resultado

Se solicitó la extradición de Andrei Lugovoi, ex miembro del KGB que el día del envenenamiento se había reunido con Litvinenko, pero el Gobierno ruso se negó, alegando que su Constitución lo prohíbe expresamente. Lugovoi insiste en su inocencia.