Tengo 26 años, nací en El Palà de Torroella –donde vivo– y soy el jefe de cocina del restaurante Tomás, que abrieron mis abuelos. Acabo de ganar el concurso ‘Top chef’, emitido en Antena 3. Por Virginia Drake

XLSemanal. ¿Hay que ser un poco friki para concursar en televisión?

David García. No, aunque no me planteé hacerlo. La productora me propuso hacer el casting. Rascando, supe que era Top chef y me animé.

XL. Y lo seleccionaron.

D.G. Sí, pero fui a Madrid buscando una experiencia nueva; no para ganar.

XL. Pero se ha sentido una superstar.

D.G. La verdad es que sí [ríe]. Vivo en un pueblo donde no conoces a nadie famoso y, de golpe, con mi inseguridad, me planté allí, con un par de cojones. Cuando llegué al final, dije. ¡Coño, he ganado! . Me dio un subidón tremendo.

XL. ¿Se llena hoy más su restaurante?

D.G. ¡Imagínate! Solo 12 horas después ya teníamos 200 personas en lista de espera. Ya damos mesa para abril.

XL. ¿Y ha subido los precios?

D.G. ¡Nada! Puedes seguir comiendo desde 15 euros en el comedor tradicional y hasta 55 en el gastro, con un menú de diez platos. Tenemos los precios que nos permiten vivir.

XL. Si le pide ir Artur Mas, ¿qué hace?

D.G. ¡Uf! Ayer recibimos una llamada de una autoridad y se enfadó un poquito porque no pudimos darle mesa.

XL. Ni siquiera en la cocina, donde los chefs de moda reciben a los vips.

D.G. Mi cocina es muy humilde. Solo caben cuatro mesas de trabajo y hace un frío horrible; ahora estamos a 13 grados, vamos con camisetas térmicas.

XL. Pues no sea roña y arregle eso. acaba de ganar 30.000 euros.

D.G. Es que la campana extractora se lo lleva todo. Mi cocina siempre estará preparada para cocinar, no para hacer show. Soy muy sereno y la gente dice que tengo la cabeza bien amueblada.

XL. También hay quien dice que es un cocinero un poco ñoño y cursilón.

D.G. Porque la sensibilidad no está de moda, sino ser un cabroncete, y no lo soy. Me dicen repipi porque hablo con diminutivos [suspira]. Lo que sí tengo es un poco rollo karma, tipo místico.

XL. Pues, al agradecer el premio, en su misticismo, recordó a sus compañeros del colegio y los llamó capullos.

D.G. De los 12 a los 16 años lo pasé muy mal: era gordísimo, el rarito, el diferente, más sensiblón. Eso me fue comiendo

XL. ¿Diferente? ¿Habla de homosexualidad?

D.G. No, no [ríe], hablo de kilos, pesaba 92. Me acomplejaba. Hasta que un dietista me dejó hecho un figurín. Hoy tengo un cuerpazo de la hostia [ríe], peso 64 kilos. No soy rencoroso, pero ahí está aún esa puntilla.

Top cafetero ¡Una locura!

Tomo cuatro cafés con leche y algo dulce, tipo galletitas de mantequilla. ¡Me encantan! Desayuno muy mal, pero a esa hora no me entra más .

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