Es uno de los lugares más peligrosos y hermosos de la Tierra. La zona que rodea al volcán Dallol, en Etiopía, está cubierta de sal, ácido, vapores tóxicos y magma supurante. Un equipo de científicos busca allí el origen de la vida. Por Rüdiger Braun

África se está partiendo en dos. La tierra se abre a una velocidad de hasta dos centímetros al año. Los expertos aseguran que en solo un millón de años el Cuerno de África se desgajará y formará un nuevo continente. El paisaje lunar del desierto de Danikil, en Etiopía, se convertirá entonces en el fondo del mar Rojo.

Los científicos logran predecirlo con asombrosa precisión gracias a los satélites y los nuevos instrumentos… y gracias también a la impresionante zanja de 60 kilómetros que se abrió en septiembre de 2005 al norte de Etiopía. La tierra se abrió -es literal- y se tragó a los animales a los que no dio tiempo a escapar en una escena propia de una película apocalíptica.

«Es un lugar muy peligroso: aflora material a 115 grados, como si fuese lava», cuenta Purificación López-García

Desde el punto de vista geológico, este pico de África es una mina. Es también una de las zonas más inhóspitas del mundo: un paisaje ‘extraterrestre’, con temperaturas de más de 50 grados, agujereado por las heridas del volcán Dallol y coloreado de amarillo y verde chillón, con magma supurante y charcos de agua hirviendo.

Añadamos un hedor insoportable -por las emanaciones de azufre- y la presencia de sal, ácidos, minerales y extraños microorganismos y comprendemos por qué la zona es tan interesante para los científicos.

volcán Dallol, Etiopía, xlsemanal

Los científicos (aquí en un descanso) urgen a la Unesco a que impida que la zona acabe como una mina a cielo abierto

En esta esquina del norte de Etiopía en un pasado remoto era frecuente que irrumpiera agua salada del mar Rojo. Cuando se evaporaba, se formaron enormes capas de sal. Ahí siguen. Bajo ellas, todo bulle. El magma incandescente empuja hacia arriba las corrientes subterráneas de agua. En su camino hacia la superficie se va formando un cóctel químico de sales y diversos compuestos de hierro, potasio, manganeso y azufre, que le dan al paisaje su extraño colorido.

No es aconsejable andar alocadamente por este terreno tan peligroso. Hay que mirar dónde se pisa: bajo finas costras de sal se abren fuentes de agua hirviendo y charcos de ácido. También conviene usar mascarilla para protegerse de los vapores tóxicos. Los pájaros muertos que rodean estos lugares son una señal de alarma.

El documentalista Olivier Grunewald llegó por primera vez al cráter del volcán Dallol, en Danakil, hace 16 años. No le extrañó que, en la lengua del pueblo nómada afar, Dallol signifique ‘entrada al infierno’. Y, sin embargo, «me sentí totalmente abrumado por su belleza irreal», recuerda.

 

volcán Dallol, Etiopía, xlsemanal

Dallol es zona volcánica activa: en 1926 se registró la última gran erupción. Hay que pisar con cuidado. Bajo finas costras de sal se abren fuentes de agua hirviendo

Grunewald ha estado allí seis veces; la última, con una expedición que incluía geólogos y microbiólogos. Hasta ese momento, la zona apenas había sido investigada en profundidad por culpa de la inestable situación política.

Bandidos y rebeldes llevan años haciendo de Danakil un territorio muy peligroso. Los ataques a turistas extranjeros son siempre una eventualidad con la que hay que contar. Por eso, la visita al paisaje volcánico de Dallol solo es posible con escolta militar.

Lo que más interesa a los investigadores es averiguar si en este hábitat tan duro se puede constatar la presencia de extremófilos. Se trata de microorganismos que pueden resistir altas concentraciones de sal, ácidos potentes y temperaturas próximas al punto de ebullición.

volcán Dallol, Etiopía, xlsemanal (4)

Purificación-López García es directora de investigación del Centre National de la Recherche Scientifique (CNRS) de Francia. Es uno de los científicos que estudian la presencia de bacterias y organismos capaces de sobrevivir en condiciones extremas en la región de Danakil (Etiopía).

La microbióloga Purificación López-García, del Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS), se entusiasma cuando habla de su participación en la expedición. «Cerca del domo salino de Dallol había un lago oscuro y liso como un espejo, que parecía una entrada secreta al inframundo -dice-. Es un lugar extremadamente peligroso, en la zona circundante aflora material a 115 grados, como si fuese lava». Es un entorno, asegura, que despierta todo tipo de sensaciones, incluido el miedo.

volcán Dallol, Etiopía, xlsemanal (3)

Es un mar de fuentes termales con esculturas de sal que surgen como enormes termiteros. Hay que llevar mascarilla por los gases y el hedor del azufre; y guantes para evitar quemaduras.

Las investigaciones han confirmado que el lago contiene bischofita, un mineral que cristaliza tan pronto como aflora a la superficie. Dallol nos permite saber más sobre cómo fue el origen de la vida hace unos 3500 millones de años, cuando en la Tierra las temperaturas eran mucho más altas que ahora y había una actividad volcánica mayor.

El equipo del CNRS sigue analizando en el laboratorio las muestras que tomó durante la expedición, evaluándolas en el plano microbiológico y el genético. «Hemos encontrado algunos tipos de bacterias a las que les gusta la sal, y una serie de arqueas muy inusuales, entre ellas probablemente algunas nuevas, pertenecientes a una clase desconocida», dice López-García.

volcán Dallol, Etiopía, xlsemanal

Los científicos han detectado en esta zona de calor extremo -se superan los 50 grados- microorganismos capaces de sobrevivir

Las arqueas son microorganismos similares a las bacterias en los que persisten características propias de las primeras formas de vida que aparecieron en la Tierra: pueden crecer en temperaturas superiores a los 100 grados e incluso sobrevivir en soluciones salinas altamente concentradas y en entornos extremadamente ácidos.

Los científicos creen que en Dallol queda mucho por descubrir. Pero no son los únicos interesados por esta zona: también lo está una gran empresa dedicada a la elaboración de fertilizantes porque bajo la superficie se encuentran enormes depósitos de potasio. Olivier Grunewald quiere salvaguardar Dallol, «un patrimonio natural de la humanidad único», dice. Urge que la Unesco lo proteja.

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