¿Hilo dental, ala delta, tipo bañador…? La clave del éxito de Érika Bronze es la marca del bikini. Por Fernando Goitia

La brasileña está haciendo una fortuna ayudando a las mujeres a broncearse a la carta en su casa de Realengo, un suburbio deprimido de Río de Janeiro. Bronze recibe 30 clientas al día en su azotea de 40 metros cuadrados a 70 reales (20 euros) la sesión. Según llegan, se quitan la ropa y eligen la marca que quieren conseguir.

Su crema solar acaba de ser aprobada por el regulador brasileño

Con cinta aislante negra, Bronze demarca en cada caso la zona que proteger del sol, coloca gasa húmeda sobre pezones y vello púbico y extiende por el resto del cuerpo una crema de invención que acaba de ser aprobada por la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil.

Cada diez minutos un empleado riega a las clientas, que pueden pasar hora y media seguida al sol

Supervisadas por dos empleados -uno avisa de cuándo hay que girarse; el otro riega a las clientas al grito de «¡bombero!»-, las parroquianas pasan entre 40 minutos y hora y media al sol, tres días seguidos. Érika recibe clientas de todos los puntos de Brasil y ya traza ambiciosos planes de expansión por su país.

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