El actor norteamericano -convertido en estrella mundial- acaba de conseguir su tercer Emmy por su interpretación de Tyrion Lannister y que ahora podemos ver en la última temporada de ‘Juego de tronos’ , a pesar de ello lleva muy mal la fama. Por Carlos Manuel Sánchez

¿Cómo acaba ‘Juego de Tronos’? Los lectores hablan

Peter Dinklage es tímido. Mucho. Una cualidad contradictoria cuando alguien se gana la vida como actor. Pero esa timidez forma parte de su atractivo. La cámara percibe su fuerza y también su delicadeza. Ha vivido, ha leído y ha sufrido bastante más que la media. No es un bufón ni cuando hace comedia.

El gran reto del último rodaje de 'Juego de tronos'

El gran reto del último rodaje de 'Juego de tronos'

El choque entre los caminantes blancos y 'los vivos' ha sido el gran reto del último rodaje de Juego de tronos. Un capítulo entero que se rodó a lo largo de…

Que su papel como Tyrion Lannister en Juego de tronos lo haya catapultado al estatus de megaestrella es casi una faena para alguien que ha hecho su carrera en el cine y el teatro independientes. Y que sigue dando el ‘callo’ en ese circuito, donde conoció a su mujer, la directora teatral Erica Schmidt, con la que tiene una niña de seis años, de la que ha conseguido que no trascienda su nombre. [No, no se llama Zelig]. Se convertirán en padres por segunda vez a finales de este año.

XLSemanal. ¿Cómo lleva lo de ser un sex-symbol?

Peter Dinklage. No soy un sex-symbol para nada.

XL. Tiene una legión de admiradoras que discrepa.

P.D. Que no, que no…

XL. ¿Seguro?

P.D. Segurísimo.

XL. Pues dígame que ha aprendido del amor.

P.D. A saber escuchar. Para amar, hay que tener paciencia.

«Las mujeres se sienten atraídas por los hombres que tienen confianza en sí mismos y sentido del humor. Eso me ha dado mis oportunidades»

XL. ¿Y de las mujeres?

P.D. Que su definición del atractivo es mucho menos superficial que la de los hombres, aunque también pueden ser superficiales. Pero es raro que se conformen con eso. Las mujeres se suelen sentir atraídas por hombres que tienen confianza en sí mismos. Confianza y sentido de humor. Eso me ha venido bien, la verdad. Me dio mis oportunidades.

XL. ¿Qué le hace feliz?

P.D. Me hace feliz mi familia. Y mis amigos. Con los amigos, uno tiene sus peleas también. Pero, conforme me voy haciendo más viejo, tengo la impresión de que la felicidad no se busca, dejas que suceda. Y está en todas partes. Unas veces es la recompensa por el trabajo, y otras veces llega después de pasar tiempos difíciles. Pero si fuéramos felices todo el rato, no tendríamos perspectiva. Yo no soy feliz todo el tiempo. Nadie lo es.

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Dinklage, con su mujer, la directora teatral Erica Schmidt, a quien conoció trabajando en el sector independiente de las artes escénicas, con su hija de seis años. Han conseguido que no trascienda su nombre. A final de 2017 serán otra vez padres

XL. ¿El éxito no da la felicidad?

P.D. Depende de cuál sea su definición del éxito.

XL. ¿Cuál es la suya?

P.D. Bueno, mucha gente piensa que el dinero es el éxito, sobre todo en este negocio, donde la taquilla manda. Pero no creo que sea verdad. Para mí, el éxito consiste en no tener nada de lo que lamentarte cuando termina el día. Nada que reprocharte. Alguien que gana mucho dinero pero que hace cosas de las que no está orgulloso puede sentirse un miserable.

XL. Hombre, si paga las facturas por lo menos se quita unas cuantas preocupaciones…

P.D. Pero el éxito en un trabajo no se mide por el salario. Tener éxito es poder hacer cosas que te importan. Tienes suerte si lo consigues. Y puede que no todo el tiempo lo consigas, que tengas que hacer algunas cosas que no te merecen la pena, excepto por el hecho de que te pagan. Pero si con cierta frecuencia haces cosas personales, que te salen de dentro, que son interesantes para ti, eso ya es mucho. Y te compensa, aunque no ganes ningún dinero con ellas. Que también suele pasar [ríe].

XL. A usted le ha pasado…

P.D. ¡Y tanto! Pero me encanta el trabajo duro. A veces los actores tenemos la suerte de ir a sitios maravillosos, de tener todas estas comodidades… Pero a mí lo que me gusta de verdad es el trabajo duro. Y no me importaría ser un albañil, un jardinero, alguien al que le da el sol mientras trabaja. Y que cada día va viendo el resultado de lo que hace. Levantando un edificio o lo que sea. Y que por la noche duerme de un tirón porque está cansado.

XL. Lo veo recluido en esta autocaravana, yendo del hotel al set de rodaje, cuando a 500 metros la gente se está bañando en la playa… ¿No se siente aislado?

P.D. Bueno, me he traído a mi hermano Jonathan al rodaje. Está en el hotel. Es verdad que paso mucho tiempo solo. Soy bastante ermitaño. En España, sin embargo, me siento muy arropado. Hemos rodado aquí Juego de tronos, conozco a mucha gente: chóferes, técnicos… Cuando has trabajo en este negocio el tiempo suficiente, muchas caras te resultan familiares.

XL. Pero tengo la sensación de que estaría usted más a gusto si fuera menos famoso.

P.D. Sí, tener un perfil menos público estaría muy bien, la verdad. Pero, mire, al final del día la fama no tiene nada que ver conmigo. Vale, soy Tyrion Lannister, el de Juego de tronos, que es algo enorme, internacional… Está en todas partes. Y me encanta esta serie. Me encanta la gente con la que trabajo. Y estoy orgulloso de lo que hago. Si no lo estuviera, sería muy diferente.

XL. ¿Por qué Juego de tronos tiene ese éxito descomunal?

P.D. Hay dragones y batallas. Pero eso es accesorio. A la gente le gusta porque cuenta historias que le llegan y por los personajes… Sin eso, por muchos dragones y batallas que metas, no tendría interés. Pero es una locura a veces cómo reacciona la gente. Y yo no me puedo poner una gorra de béisbol y unas gafas de sol para pasar inadvertido. Me gustaría, pero mido 1,35. Es bastante abrumador.

XL. ¿Y cómo lo lleva?

P.D. Trato de protegerme. La mayoría de la gente es amable. Se te acerca, pregunta. Tienes que ser paciente, es parte del oficio. Pero a veces la gente no te respeta, te hace fotos a hurtadillas. Y los ves y piensas: «¿Por qué lo hacen?». No es por tener un recuerdo contigo. Es solo por tener una prueba de que te han visto. Suben la foto a las redes, pero no hay ningún recuerdo detrás, porque no han vivido ese momento. El recuerdo, si acaso, lo fabricarán después. Se inventarán una historia.

XL. Una especie de ‘miniposverdad’…

P.D. Sí, y es una pena. Además, me fastidia que saquen el móvil cuando estoy con mi familia. Porque paso lejos de mi familia mucho tiempo. Y cuando estoy con ellos quiero estar tranquilo. ¿Pero qué puedo hacer? Es mi trabajo… Tengo amigos que van a la oficina y que ven a su familia muy poquito también. Por la mañana temprano y por la noche. Así que llevo lo de estar alejado de los míos como puedo. Leyendo buenos libros, guiones…

XL. ¿El último buen libro que ha leído?

P.D. Años salvajes, de William Finnegan. Son las memorias de un tío que va por el mundo buscando la ola perfecta.

XL. Un viaje iniciático…

P.D. Sí. Lo deja todo por eso. Por la próxima ola. Empieza en California, pero luego se recorre el mundo. Y unas cuantas veces está a punto de perder la vida. Pero esa búsqueda es la que le da sentido a su vida. Es un libro excelente. Se lo recomiendo.

«Soy un chico de pueblo. No le puedes quitar el pueblo a un tío que ha crecido en uno. No pretendas ser lo que no eres»

XL. Gracias. ¿Usted también busca la ola perfecta?

P.D. Sí. Uno siempre busca la siguiente historia, y espera que sea la gran historia; el siguiente papel, y bordarlo. La próxima vez será mejor, lo haré mejor… Eso te motiva.

XL. ¿Qué fue de aquel chico que creció en un pueblo [Morristown] de Nueva Jersey?

P.D. Lo tiene delante.

XL. ¿Pero queda algo de él?

P.D. ¡Por supuesto que queda! No le puedes quitar el pueblo a un tío que ha crecido en uno. No puedes pretender ser lo que no eres. No he perdido mis raíces si lo pregunta por eso. Y no quiero perderlas, aunque ahora viva en Nueva York. El pueblo forma parte de mi vida. Yo crecí en los años setenta, en los ochenta. Entonces, nadie cerraba la puerta de su casa. De crío, me pasaba el día en la calle. Cogía la bici por la mañana con mis amigos y volvía al anochecer. Todavía hay sitios en el mundo en los que puedes hacer eso, pero cada vez son menos. Es una manera de vivir fantástica, muy a la española.

XL. Lo era. Yo también viví algo parecido, pero los niños de ahora me temo que no…

P.D. Ya. Ahora, los padres estamos siempre con el ojo puesto, vigilantes. Son otros tiempos.

XL. Por lo que veo, guarda buenos recuerdos de su infancia…

P.D. Sí, mis padres eran muy alentadores. Te animaban todo el rato. Mi madre es profesora de música. Mi hermano es violinista. Mis padres eran liberales, muy concienciados… Me enseñaron la compasión hacia todos los seres vivos, el amor a la naturaleza.

XL. ¿Es usted vegetariano desde entonces?

P.D. Desde la adolescencia. Y fui vegano durante un tiempo. Ya no. Ahora como algo de pescado de vez en cuando.

XL. Tengo un amigo que no come mamíferos…

P.D. [Frunce el ceño, pero no dice nada].

XL. Le resulta difícil ser vegetariano debido a que nadie en su familia lo es. Así que de momento se limita a no comer mamíferos, porque tienen madre, como él. Y le es más fácil sentir empatía por ellos que por un salmón, por ejemplo.

P.D. Eso es muy antropomórfico. Su amigo solo respeta a los que tienen algo en común con él. Pues, mire, los pulpos son muy inteligentes. Dígaselo a su amigo. Mi padre pescaba, pero también estaba muy preocupado por el medioambiente. Él me enseñó a respetar a todos los animales. Incluso a los que pones en tu plato.

XL. Le preocupa el bienestar de los animales.

P.D. Sí, muchísimo. Debería preocuparnos a todos. Matar ocasionalmente para vivir es muy diferente a montar una industria donde los animales son tratados como si fueran cosas que no sienten ni padecen, donde su sufrimiento no cuenta para nada. Cerramos los ojos y hacemos como si ese sufrimiento no existiera. Este tema me pone de muy mal humor. Si empiezo, no paro… Es una cuestión de respeto. No respetamos el planeta ni a las criaturas que viven en él. Tenemos esta presunción de que somos los amos y que podemos hacer lo que nos dé la gana. En especial, en mi país.

XL. ¿Qué opina de la situación política en Estados Unidos?

P.D. Que es un desastre. Hemos elegido a la persona equivocada. Ni siquiera fue elegido limpiamente. Trump dice una cosa y hace otra. Se rodea de gente que no cree en el cambio climático. Sus decisiones -cancelar el Obamacare, lo del Muro…- ¡son absurdas, ridículas! Pero la gente en Estados Unidos nunca está satisfecha. Solo quiere cambios. Eso está bien si no entras en un bucle… De Bush a Clinton; luego, otro Bush; luego, Obama; ahora, Trump… Es como un péndulo. No avanzas. Ahora, a la persona que dirige el país solo le preocupa tener contentos a los lobbies y a sus amigos.

«No estoy impedido. Puedo caminar y hacer lo que quiera. Hay personas con discapacidades y las superan. Tienes que tomar el control»

XL. ¿No le da la impresión de que se aburre?

P.D. ¡¡¡Sí!!! Se aburre muchísimo. Él solo quería ganar las elecciones. Es un conquistador. Ahora está en la Casa Blanca, ya lo ha conseguido, y es como si el asunto ya no le interesara demasiado. ¡Un presidente que se pasa la vida en Twitter! Más preocupado de los comentarios que de gobernar. Es tan desmoralizador pensar en esto. El día de las elecciones, yo estaba en España rodando Juego de tronos. Y fue muy curioso porque los diálogos ese día iban sobre la corrupción, y sobre el afán de poder, y el miedo que da cuando llega alguien que puede tomar decisiones muy dañinas… Y era como si las escenas reflejaran lo que estaba pasando. Y las frases de mi personaje eran más cínicas que de costumbre. Fue un día muy triste.

XL. La realidad imita al arte.

P.D. Sí. La buena ficción es como la realidad, pero mejor contada. En fin, tengo la esperanza de que a Trump no lo van a reelegir. Habrá que aguantarle cuatro años, como mucho…

XL. ¿Ve usted factible un impeachment?

P.D. Está dando muchas y muy buenas razones para que lo echen.

XL. ¿Le preocupa el futuro?

P.D. Constantemente. Cuando tienes hijos siempre te preocupa, pero también intento ver el lado positivo. Quieres lo mejor para ellos.

XL. Como padre, ¿qué aspira a enseñarles?

P.D. A que luchen por sus convicciones. Yo soy un luchador. No estaría aquí, hablando con usted, si no lo fuera.

XL. ¿Sigue luchando?

P.D. Siempre.

XL. ¿Por qué lucha ahora?

P.D. [Se lo piensa]. Lucho para proteger mis instintos. Tengo 47 años. He vivido lo suficiente para saber lo que funciona para mí y lo que no funciona. No soy una persona difícil… De verdad que no lo soy. Me encantan los directores, los guionistas. No tengo el ego nada subido. Discuto, pero también se me puede convencer. Ahora también me dedico a producir. Y un productor debería proteger las ideas de los escritores, aunque no le gusten cosas del guion.

XL. ¿Alguna vez su altura ha sido una ventaja?

P.D. Obviamente me ha dado algunos papeles que no hubiera tenido… Pasé una adolescencia conflictiva. Las personas que somos ‘diferentes’ solemos pasarlo mal esos años.
Luego te haces adulto, tienes buenos amigos. Te lo tomas con humor. Nunca he visto mi altura como un problema o un obstáculo. Porque mi cerebro funciona bien, a veces [da unos golpecitos en la mesa de madera]. Mi corazón aún late [vuelve a tocar madera]. No estoy impedido. Puedo caminar y hacer lo que quiera. Hay gente que no puede. Personas con discapacidades. Y las superan. Tienes que tomar el control.

XL. Usted rechazó papeles [de duende y similares] en una época en que no se lo podía permitir…

P.D. Sí, pero quería estar orgulloso de lo que hacía. Tenía otros trabajos. De oficinista, de limpiador… Cualquier cosa. Y así iba tirando. Pero era una cuestión de dignidad.

XL. ¿Y tenía un plan B si fracasaba?

P.D. Siempre he querido ser escritor. Pero me falta disciplina. Puedo desarrollar una historia, pero llego a la página diez y no puedo seguir avanzando. Me encanta escribir. Y muchos de mis mejores amigos son escritores, muy buenos escritores, mucho mejores que yo.

XL. ¿Y de dónde se saca la disciplina?

P.D. Supongo que está en el ADN. Mi hermano la tiene. Los grandes músicos la tienen. Los escritores de raza la tienen. Todos tenemos algún talento. Pero el talento no basta. Porque necesitas esa fuerza interior para sostener el impulso cada día.

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