Bajo la apariencia de algunos ‘cutis de porcelana‘ se esconde, a menudo, una piel que pica, se irrita o reacciona mal a muchos cosméticos. Te contamos qué significa tener la piel sensible y cómo cuidarla. Por Stefanie Milla / Fotos: Getty Images y Cordon Press

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Si nos ponemos estrictos, médicamente no existe una enfermedad llamada ‘piel sensible’. Sin embargo, sí hay patologías, como la rosácea o la dermatitis seborreica, que vienen unidas a una clara sensibilidad cutánea. Bajo este término se califica a la piel que reacciona de forma exagerada a estímulos como la aplicación de determinados cosméticos, perfumes o factores ambientales de cambio de temperatura. Es decir, es una piel que se irrita con facilidad, que no tolera cualquier crema y que a menudo arde, pica o escuece.

La hidratación es fundamental, pero hay que evitar desmaquillarse con agua. Mejor utilizar leches o bálsamos

Piel sensible: ¿se nace o se hace?

«Se está genéticamente predispuesto a tener este tipo de piel y, luego, el estilo de vida y las circunstancias externas hacen que pueda desarrollarse antes o después o con mayor o menor intensidad», explica Pilar Pérez, directora de formación de Uriage. Y siempre existen factores que reparten muchísimas papeletas a la hora de tener esa sensibilidad. Entre ellos se encuentran las pieles muy claras con tendencia a ruborizarse con facilidad, una capa córnea muy fina y una predisposición a deshidratarse con facilidad.

Fuego en la piel

¿Cuáles son los síntomas de una piel reactiva? Uno de los más característicos lo revela la frase que las personas con aparente ‘cutis de porcelana’ repiten como un mantra: «Me arde la piel». Así es: el cutis se calienta, pica, escuece… La razón parece estribar en que las pieles sensibles tienen una mayor densidad de nervios cutáneos, por lo cual reaccionan más y peor ante cualquier estímulo que altere su frágil equilibrio.

Ejército enemigo

¿Cuáles son los factores que agreden a este indefenso tipo de piel? Muchos y variados, por lo que la vigilancia debe ser constante.

  • Los factores internos son los más complicados de controlar. Dentro de ese capítulo entran determinados alimentos, como el alcohol o el picante, que para las pieles reactivas pueden arder tanto en la garganta como en las mejillas. También las emociones pueden provocar un exceso de sensibilidad (cutánea). Desde la falta de sueño y el cansancio al estrés, sin olvidar la angustia. Todo aquello que nos altera por dentro afecta a la piel. En ocasiones hay procesos dermatológicos que requieren terapias antiestrés o incluso de ayuda psicológica para ser eliminados, puesto que a menudo nuestra capa externa alterada es solo un reflejo de un interior igualmente patas arriba.
  • Los agresores externos son también variopintos. Desde los cambios de temperatura bruscos al sol, el viento, el aire acondicionado o la contaminación, la máxima es suavidad y suavidad.
  • En el capítulo de los cosméticos, el dermatólogo Luis Conde Salazar nos da las claves para localizar a los ‘malos’ de la película: «Cualquiera de los componentes de un cosmético puede originar intolerancia, pero los más frecuentes son los conservantes y las fragancias». Lógicamente, determinados activos como el retinol, los alfahidroxiácidos o la vitamina C ácida también pueden ser excesivos para estas pieles. En general, cuanto más sencilla la fórmula, mejor. Y no podemos olvidar uno de los principales agresores: el jabón, tan unido al agua, una combinación que puede alterar el delicado equilibrio de estas pieles.

Línea de defensa

La piel sensible ha de tratarse como la seda: con mucho mimo. Y sin agua o con la menor posible.

  • Para el desmaquillado, hay que usar productos ultrasuaves como aguas micelares, leches o bálsamos, que permitan eliminar el maquillaje sin frotar. ¡Nada de fricciones agresivas, ni al limpiar ni al secarse!
  • Usar fórmulas específicas para pieles sensibles es un must. Afortunadamente, la dermocosmética ofrece un abanico de fórmulas que no son solo suaves, sino también eficaces para mejorar los síntomas -la inclusión de activos neurocalmantes reduce la irritación y el picor- y combatir el envejecimiento.
  • La hidratación es imprescindible. Las pieles sensibles pierden agua con facilidad, lo que las fragiliza. Al protegerla con una crema adecuada, mejora la cohesión de esa barrera epidérmica y la hace más fuerte al reducir esa extrema susceptibilidad.
  • No al sol. Es imprescindible ir siempre bien fotoprotegida (con fotoprotectores minerales mejor que químicos).
  •  Una dieta rica en omegas-3, 6 y 9 parece mejorar el estado de cohesión de la barrera epidérmica.
  • Muchas pieles sensibles acuden a la cosmética natural pensando que allí hallarán un santuario, pero no siempre es así. Según el doctor Conde Salazar: «Todos los cosméticos naturales necesitan conservantes, por lo que podrán originar los mismos problemas que el resto de los cosméticos. Solo dependerá del tipo de conservantes y de la concentración que lleven».

Rosácea: la importancia de la detección temprana

Entre las patologías cutáneas que más a menudo pasan inadvertidas o que son incorrectamente diagnosticadas está la rosácea. Y es que ese delicado rubor que tiñe de forma tan romántica y delicada las mejillas de algunas personas puede convertirse, si no se trata en condiciones, en una piel surcada de venitas rojas y tejido engrosado. Solo hace falta que piensen en lo que conocemos normalmente como ‘nariz de bebedor’. Pues bien. no es tal, sino un estadio avanzado de rosácea.

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La especialista Pilar Pérez explica cómo detectar los primeros síntomas. «Son pieles que se ruborizan con facilidad. Una comida picante, un momento de vergüenza… cualquier cosa produce una rojez que inicialmente es transitoria y aparece en los pómulos, el mentón y a veces en el pecho. Pero con el tiempo esa rojez se cronifica, y esos pómulos enrojecidos se pueden mantener todo el tiempo e incluso aparecer pequeñas arañitas vasculares en las mejillas». No solo eso: «La rosácea puede ir acompañada de pequeñas pústulas que parecen granitos de acné. Y, sin embargo, si se manipulan, de ellos no sale grasa». Por desgracia, a menudo se confunde este proceso con el acné, lo cual lo agrava, ya que esas pieles necesitan ante todo delicadeza y los tratamientos antiacné mal controlados pueden ser bastante agresivos.

«La rosácea se ha relacionado tanto con la genética -la sufren más las personas de piel y pelo claros- como con un tipo de parásito, el Demodex follicolurum. Prácticamente todos tenemos este ácaro, pero se ha detectado que las personas con rosácea lo tienen en mayor número, y la exposición solar o el estrés, que altera el sistema inmunológico, lo pueden agravar». Es importante que este tipo de pieles se cuiden lo antes posible para evitar que pasen a estadios más severos, puesto que es una enfermedad inflamatoria crónica. En caso de brotes, el doctor Ricardo Ruiz recomienda «evitar la cortisona en crema, que suele empeorar el problema, y controlarlo con antibióticos e isotretinoina, evitando el sol al completo».

Jabones, los justos

Las pieles sensibles toleran poco el agua y los detergentes. Se recomiendan solo los jabones más suaves, como los panes dermatológicos y los ‘syndet’ (sintéticos).

LOS IMPRESCINDIBLES

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Protector solar
Expert Sun Protection Lotion Wetforce, de Shiseido. Se potencia al contacto con el agua (46 euros).

Un toque de color
Gel ligero efecto ‘baño de sol’ Hydra Zen BB Nude Gel, de Lancôme (42 euros). Para dar más luz al rostro.

Pieles extrasensibles
Crema ultracalmante Aqualia Thermal Extrasensitive, de Vichy (22 euros). Hidratación prolongada y alivio inmediato.

Pieles con rojeces
Crema Roséliane Antirojeces con SPF 30, de Uriage (21,49 euros). Fortalece la barrera inmunitaria.

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Maquillaje calmante
Crema de uso diario Daily Relief Cream Redness Solutions, de Clinique (54 euros). Atenúa las rojeces.

Cuidado diario
Emulsión para pieles hipersensibles y alérgicas, con fórmula estéril Tolérance Extrême, de Avène (22,44 euros).

Suero refrescante
NB-Ceutical S.O.S. Instant Rescue, de Natura Bissé (90 euros), controla las reacciones cutáneas y alivia al instante.

Reparador inmediato
Concentrado calmante Skin Relief n.º 80, de Bobbi Brown (41 euros). Dos gotas mantienen la irritación a raya.

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