Es el músico español con mayor éxito comercial de la década en nuestro país. Sacó tres discos en tres años y arrasó. Hasta que decidió tomarse un descanso en 2015 y sus fans entraron en pánico. Por Raquel Peláez

Pablo Alborán publica nuevo trabajo en noviembre. Y esta vez no solo habla de amor.

Ni pánico escénico ni dramas personales. Pablo Alborán necesitaba recoger velas durante un tiempo para reencontrarse con su antigua vida. Lo suyo con la fama no ha sido normal. Éxito tras éxito desde 2011, el músico vuelve el 17 de noviembre con su nuevo disco, ‘Prometo’. Renovado y de muy buen humor.

Con Pablo Alborán, las cifras son demoledoras. Más de dos millones y medio de copias vendidas con todos sus álbumes, 42 discos de platino y un Goya a la mejor canción original por la película Palmeras en la nieve. Ha sido el artista que más ha vendido en España desde 2011 hasta 2014 y el single que lo lanzó a la fama, Solamente tú, tiene más de 317 millones de reproducciones en YouTube.

Ahora regresa con un nuevo trabajo, donde promete volver a comerse el mundo con una faceta completamente desconocida. «Es obvio que el gran público asocia el nombre de Pablo Alborán con la música romántica. Pero yo soy músico y el encasillamiento me asusta», asegura. Sonidos electrónicos, canciones experimentales con algo de reggae, temas donde expresa su desilusión con la política…

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Biker de cuero: Sandro; Camiseta blanca: American Vintage

XLSemanal. Antes de empezar, aclaremos una cosa: ¿no me dirá que ha dejado atrás al Pablo más romántico?

Pablo Alborán. Claro que no. De todas formas debo decir que en mi vida normal yo no soy un romántico al uso, como en las películas. A mí el ‘pastelón’ no me gusta. La gente me acusa de intenso, y no: ¡no soy un intenso en el amor! Llego incluso a ser muy frío.

«En esta etapa, mi familia me ha cuidado mucho. Necesitaba volver a la normalidad y escucharme a mí mismo un poco más»

XL. Hombre, usted frío… Con títulos como Ladrona de mi piel o Esclavo de tus deseos

P.A. [Se ríe]. Es que mi romanticismo se basa en otras cosas: en escuchar a la persona que tengo al lado, en detalles dedicados a ella en concreto… No lo de llevarle el desayuno todos los días. No es mi estilo. Pero sí creo que hay que defender el amor, porque se echa de menos que la gente siga emocionándose. Puede ser un topicazo, pero el amor es lo que mueve todo.

XL. Mucho mejor, gracias. Y dígame, en esa mezcla de géneros, ¿no nos encontraremos algo «suave suavecito»?

P.A. No, no, pero de todas formas admitamos que como la canción Despacito no hay nada. Yo me he tirado todo el verano bailándola. En mi disco no hay reggaeton como tal, pero sí mucha influencia de la música latina. Creo que el reggaeton hay que reinventarlo y crear letras que no sean ofensivas ni machistas.

Pablo Alborán: «Si criticas a una mujer te estás criticando a ti mismo»

XL. Desde luego, el reggaeton no es un ejemplo de igualdad de géneros…

P.A. Claro, porque las mujeres nunca salen bien paradas y eso no puede ser. Y el hombre tampoco, porque si criticas a la mujer te estás criticando a ti mismo. Reivindico que puede haber un reggaeton sano y con sensibilidad.

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Camisa: Brunello Cucinelli; Pantalón: American Vintage

XL. ¿Cree que la letra de una canción puede fomentar conductas como el machismo?

P.A. Bueno, también es muy fácil escudarse en eso. El que es misógino lo es sin más, algunos desde que nacen, no porque exista una canción que hable de ello. Pero al final quien critica a las mujeres es un completo idiota.

XL. ¿Pararía un concierto, como hizo Alejandro Sanz, para echar a un hombre al que viera pegando a una mujer?

P.A. Por supuesto. Creo que es lo normal. Es que, si ves algo así y no haces nada, eres otro inepto.

XL. Quizá lo de ‘inepto’ se queda corto. ¿Ha vivido alguna situación parecida?

P.A. Sí, durante unas vacaciones en Menorca con mi familia, cuando tenía 13 años. Escuchamos a un hombre pegando a su mujer en la habitación de al lado y se oía también a un niño. Decidimos llamar a la Policía, pero, como tardaban en venir, fuimos a ver qué pasaba y el señor pegó a mi padre. Al final, la mujer nos quiso denunciar a nosotros. Decía que habíamos intentado entrar en su habitación. Aun así, sigo creyendo que hay que hacerlo, hay que actuar. Y desde el escenario también.

XL. Y cuando está ahí arriba, ¿es consciente de lo que pasa entre el público?

P.A. Yo me doy cuenta de todo y reconozco perfectamente a la gente que me sigue desde siempre. Algunos han estado en más de 60 conciertos, viajando de un país a otro.

XL. ¿Qué es lo más curioso que ha visto desde el escenario?

P.A. Una petición de matrimonio en Chile. El tipo le contó a mi seguridad que quería darle esa sorpresa a su mujer. Debo decir que peticiones de estas hay millones y no podemos hacerlas porque sería imposible gestionarlo. Pero ese día me mandó una carta muy especial y le dije a mis cámaras que enfocaran a la pareja justo en el momento de la petición. Yo me emocioné mucho.

XL. Volviendo al disco: dice que vamos a ver alguna faceta suya que la gente no conoce. ¿No me diga que por fin va a sacar su lado canalla?

P.A. Para eso habrá que irse de copas, porque mi lado canalla sale ahí [se ríe]. Pero si yo soy muy payaso… La gente está acostumbrada a verme trabajando y, claro, ahí estás hablando de cosas serias, pero en realidad soy muy canalla y mis amigos lo saben.

XL. Entonces ¿a qué se refiere?

P.A. Hay un tema que habla sobre mi decepción con respecto a la política y al poder. Es como un grito de indignación. En el estudio de Miami donde grabamos el disco había mucha gente de Venezuela que venía destrozada por los últimos acontecimientos de su país.

XL. ¿ Qué le contaban?

P.A. Me enseñaban vídeos de su familia, de esos que ni siquiera se publican en las redes, y yo flipaba. Estaban absolutamente perdidos, no podían pensar ni en comer. Eso me dejó muy bloqueado. Entonces hablé con mi productor, Julio Reyes, sobre políticos de un lado y de otro, nos entró una mala leche alucinante y decidimos componer una canción.

«Cada vez que he tuiteado algo sobre Maduro me han llovido críticas por todos lados, pero las palizas, las muertes… eso es indefendible»

XL. A pesar de que ya había tenido usted algún altercado por hacer comentarios sobre la situación de Venezuela en las redes sociales…

P.A. Cada vez que he escrito sobre Maduro he recibido una cantidad tremenda de críticas. Y eso que nunca he hablado de Maduro directamente, porque no vivo allí. Hablaba a nivel humano y social y, sobre todo, de la guardia bolivariana, de los robos, de las palizas, de las muertes… Eso es indefendible. Pero, como es política, automáticamente me llovía un aluvión de críticas por todos lados, incluso metiendo a mi familia de por medio.

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XL. Así que de perdidos al río y saca una canción sobre el tema…

P.A. Sí, porque quería ir más allá de poner un tuit. Hay que mostrar indignación y hay que decirlo, pero mi tuit no sirve para nada, yo no tengo poder para cambiar las cosas. Mi música es mi manera de mostrar mi indignación. Y ya no solo por la situación concreta de Venezuela, sino en general, porque en casi todos los países hay corrupción, engaños, decepción… Es una canción que me ha servido para desahogarme y dejar de sentir esa impotencia de no poder decir ni hacer nada. Pero no soy un abanderando de nada, porque mi forma de ayudar en otros temas benéficos es otra, con dinero, y lo hago.

XL. Cuando grabó aquel tema, estaba en Miami y dicen que tenía la foto de varios personajes públicos que no le gustaban delante. ¿Había, entre ellos, algún mandatario estadounidense?

P.A. Trump estaba, sí, pero entre otros muchos. Cuando la escribí no pensaba en un acto político concreto, es por una decepción en muchos aspectos: por la falta de igualdad, por no sentirnos representados. Yo no soy americano. Solo puedo opinar sobre los valores que él muestra, igual que otros tantos.

XL. Estaba allí justo cuando él salió elegido, ¿cómo lo vivió?

P.A. No entendí que en Florida ganara Trump. Pregunté a todos los que conocía y me decían que no le iban a votar. Yo soy partidario de abrir puertas, no de cerrarlas. La gente del mundo de la música y del cine, del arte en general, no daba crédito. Pero, vamos, que yo he estado superbién en Miami y me he rodeado de gente de todas las culturas.

XL. Indignación al margen, ¿ha vuelto completamente renovado?

P.A. Total. Incluso he cogido el petate y me he ido solo por primera vez. Yo antes pensaba que la gente que viajaba sola estaba loca o que se había ido con alguien y no me lo quería decir [se ríe].

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Jersey, Salvatore Ferragamo; Pantalón: Zara, Deportivas, Lacoste

XL. ¿ Y ha conseguido pasar inadvertido?

P.A. Por eso también me fui a Londres, porque necesitaba ir en metro otra vez. Y no es que yo esté alejado de la realidad, pero sí de las cosas cotidianas.

XL. También pasó tiempo con su familia.

P.A. He tenido mi etapa Tamagochi, sí [se ríe]. Quiero decir que me han cuidado mucho. Ha sido maravilloso despertarme con el grito de mi sobrino por las mañanas, dormirme jugando al Uno con mi sobrina, ir al cine y romper con el ritmo frenético. Lo que necesitaba era volver a la normalidad y escucharme a mí mismo un poco más.

XL. ¿Encontró todo igual o sus padres habían desmantelado su habitación?

P.A. Mi habitación estaba intacta. Pero mi madre una vez se lo pensó, porque sí que lo ha hecho un poquito con los cuartos de mis hermanos. Transformó el de mi hermana, pero ya nos hemos hecho cada uno con nuestros rincones. Es una casa que mola mucho. La heredó mi madre y todos hemos hecho ya nuestra pequeña obra en nuestro espacio.

«Las fotos con el móvil me parecen guay. Me molesta más que me siga un paparazi y casi provoque un accidente»

XL. ¿Y no lo acusan sus hermanos de ser ‘el niño bonito’ de la casa?

P.A. Seguro, porque cuando mi hermano me coge alguna camiseta, mi madre lo pone en su sitio [se ríe]. A mí me cuida mucho. Claro, yo soy el que se va y el que no vuelve hasta meses después. Soy al que le pasan cosas más intensas. Aunque ellos lo mío lo viven con doble intensidad desde allí: lo bueno y lo malo. Incluso hay veces que no saben cómo gestionarlo. Por eso creo que mi madre intenta protegerme a lo bestia.

XL. Y el hecho de que todo el mundo tenga cámara en el móvil ¿no le ha complicado esa tranquilidad?

P.A. Es que lo del móvil me parece guay. Gracias a eso, por ejemplo, pillaron al conductor del atentado de Barcelona.

XL. Ya, pero también pueden grabarlo a usted en momentos personales…

P.A. Me molesta más que me siga un paparazi para saber dónde vivo y que casi provoque un accidente, que me ha pasado mil veces, a que me pillen saliendo por ahí y alguien me haga una foto. Tengo derecho a vivir.

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Camisa y pantalón: Levi’ s

XL. Dígame: ¿fallarle a Pablo Alborán es jugársela a salir en su siguiente disco?

P.A. Sí, sí, se la juegan… Soy peor que Taylor Swift [se ríe]. Porque antes de escribir me gusta escarbar en mi interior, me rebusco… Hombre, no sé cómo compone ella.

XL. Repartiendo ‘zascas’ a sus exnovios en varias de sus canciones, ya sabe…

P.A. A veces se me va la pinza y, aunque no me hagas nada, yo desarrollo una historia que me hubiera gustado vivir. Es decir, que no necesariamente escribo sobre lo que me pasa.

XL. Para entendernos, ¿alguna expareja le ha preguntando si alguna de sus canciones se refiere a su relación?

P.A. Una vez, creo que fue en el primer disco… Pero no, no, en general, he tenido la suerte de rodearme de gente que no es tan egocéntrica como para preguntarme algo así.


Dos años de reflexión

Cuando Pablo Alborán decidió retirarse de los escenarios en 2015, hubo todo tipo de especulaciones. El músico tuvo que aclarar entonces que se tomaría un tiempo para recuperar su vida. «Necesitaba ese parón para asimilar todo lo que me había pasado en estos años y plantearme hacia dónde debía ir», asegura.

Su refugio

El cantante, que nació en Málaga en mayo de 1989, tiene dos hermanos mayores, Casilda y Salvador, con los que mantiene una estrecha relación. La casa de sus padres en Málaga es el lugar donde se refugia para estar rodeado de «mi tribu». «Siempre busco el buen rollo porque con toda la locura de la fama, como no lo haga así, pierdo el tiempo»


Agradecimientos

Hotel Gran Meliá Palacio de los Duques (Madrid)

Estilismo: José herrera
Maquillaje y peluquería.: Juan Pacheco para Mac Cosmetics y GHD
Asistente de fotografía: Rocío Rucilla
Asistente de estilismo: Samuel Sanz

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