Fue el mayor narcotraficante del mundo, pero Joaquín Guzmán -alias el ‘Chapo’– ha llegado a su destino final. Por Judy Clarke / Fotos: Cordon Press y Getty Images

Tras ser extraditado a Estados Unidos, todo indica que será condenado a cadena perpetua. Mientras espera en una prisión de alta seguridad en Manhattan a que comience su juicio, amigos y enemigos tiemblan con lo que pueda contar.

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Mientras espera el juicio, Gúzman está en el Metropolitan Correctional Center de Manhattan (MMC). El MMC está en el centro de la ciudad, cerca del puente de Brooklyn, y, pese a su ubicación es una prisión de máxima seguridad

En el Metropolitan Correctional Center de Manhattan, las luces permanecen encendidas 23 horas al día. Joaquín Guzmán, alias el Chapo, de 60 años, tan solo puede abandonar su celda, que mide 6 por 3,5 metros, durante una hora. No le permiten recibir libros, «ni siquiera la Biblia», protesta su abogado, porque podría tener mensajes en clave. Las autoridades le han permitido una única visita desde enero de 2016: la de su mujer y sus hijos mellizos, de cinco años. El que fuera el ‘señor de la droga’ más poderoso de México, sufre, según su abogado, alucinaciones auditivas y depresión.
El MCC está en el centro de Nueva York, no lejos del puente de Brooklyn. Su ubicación le da un aspecto ‘frágil’, pero es una de las prisiones más seguras del país y ha sido denunciada por Amnistía Internacional porque las condiciones de los presos «son peores que las de Guantánamo». Por ahí han pasado otros ‘ilustres’ presos como Bernard Madoff o los implicados en el 11-S.

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Guzmán en la celda de la prisión de México desde donde fue trasladado a Estados Unidos horas antes de la extradición en enero de 2016. El capo se había fugado el año anterior de una cárcel de máxima seguridad

En el caso de Guzmán, las precauciones parecen comprensibles. Se escapó dos veces de prisiones de máxima seguridad en México. La primera, escondido en un camión de lavandería. La segunda, por un túnel debajo de una bañera. Las autoridades de Nueva York redoblan las medidas para que no haya una tercera antes del juicio.

Hasta ahora, en sus comparecencias ante el juez, el Chapo ha dicho poco más que «sí, señor». Pero su juicio será el próximo abril y, si opta por decir algo más, algunas personas muy poderosas van a ponerse nerviosas. Tras ser condenado en México por tráfico de drogas, tenencia ilícita, homicidio y uso de armas de fuego, Guzmán va a ser procesado en suelo estadounidense por cargos similares y tiene prácticamente asegurada la cadena perpetua.

El Gobierno mexicano ha conseguido eliminar a los grandes capos, pero la violencia ha aumentado. Cien mil personas han muerto en diez años

Durante su encarcelamiento en México, el Chapo dirigió su negocio desde la celda, pero no parece que eso vaya a ser posible desde Estados Unidos, y el cartel de Sinaloa -que hace pocos años se extendía por todos los continentes- está viniéndose abajo. Dos de los hijos de Guzmán, Iván Archivaldo y Jesús Alfredo, se las ven y se las desean para que la organización siga bajo el control familiar.

El código de honor, a la basura

Han pasado 11 años desde que el entonces presidente de México, Felipe Calderón, declarara la guerra al narcotráfico. Más de cien mil personas han muerto desde entonces, pero el Gobierno ha logrado parte de su objetivo: romperle el espinazo a los carteles golpeando a sus capos. Guzmán es el último de una decena de narcogerifaltes detenidos o muertos desde 2006. Pero, por desgracia, los funcionarios estadounidenses y los mexicanos coinciden en que esos golpes de efecto han llevado a la subdivisión de los carteles y ha provocado más violencia.

Tradicionalmente, los grupos mexicanos dedicados al tráfico de drogas operaban de modo similar al de la Mafia italiana. Tenían unos códigos no escritos que prohibían, por ejemplo, atentar contra familiares que no estuvieran involucrados en el tráfico de narcóticos. Con Guzmán, la violencia solo era el último recurso. Pero todo cambió al morir Edgar, uno de sus hijos, en 2008. Aunque Edgar no parecía interesado en los negocios de su padre, un cartel rival no dudó en matarlo a tiros en pleno centro de Culiacán, la capital de Sinaloa. Con esta ejecución, el viejo código de honor fue a parar al cubo de la basura.

Los hijos del Chapo no han heredado su sentido común. Fueron secuestrados en Jalisco, donde domina un cartel rival. «Hay que ser imbécil para pasearse por Jalisco»

Otro hito fue el caso de Vicente Zambada-Niebla, hijo de Ismael Zambada el Mayo, segundo de Guzmán. Detenido en 2009 en México, fue extraditado poco después a Estados Unidos. Allí, Zambada-Niebla llegó a un acuerdo con las autoridades norteamericanas. El premio: reducir su condena. El precio: un chivatazo que permitió la segunda captura de Guzmán, en 2014. Desde entonces, los miembros del cartel de Sinaloa que han sido atrapados o muertos se cuentan por decenas. Entre los narcos impera la paranoia. Y eso es precisamente lo que buscan las autoridades.

La nueva generación

En México, las cosas han cambiado mucho desde que el Chapo no está en el poder del mundo del narcotráfico. Pero no necesariamente a mejor.

Un nuevo cartel se ha extendido con rapidez y brutalidad. Se llama la Nueva Generación de Jalisco y se creó 2009 con restos de la organización de Guzmán. En 2015, este cartel asumió la responsabilidad del asesinato de 15 agentes de Policía y estuvo detrás de un ataque con lanzagranadas a un helicóptero militar. Pero la inteligencia mexicana no cree que la Nueva Generación tenga mucho futuro. Y ponen como ejemplo el hundimiento de los Zetas, un grupo paramilitar que empezó a trabajar para el cartel del Golfo en el noreste de México. A comienzos de 2000, los Zetas se extendieron por todo el país. Pero carecían de una red corrupta entre las autoridades. Eso, y su violencia descontrolada, hizo que los organismos de seguridad se fijaran demasiado en ellos. Poco a poco, sus cabecillas fueron suprimidos.

Esto es un caos

«Ahora que el Chapo no está, no hay orden ni disciplina», afirma un sicario del cartel de Sinaloa en Newsweek. Este hombre, cuyo mote es el Drako, no tiene claro el futuro del cartel. Asegura haberse encontrado con los hijos del capo unas cuantas veces y «se supone que son ellos los que mandan ahora, pero, si quiere saber lo que pienso, yo ya no sé quién está al cargo. Todos luchan contra todos».
Los hijos del Chapo no parecen haber heredado la cautela del padre. En agosto de 2016, los secuestraron mientras almorzaban en un restaurante de Puerto Vallarta. Sus captores finalmente los pusieron en libertad. Los intercambiaron por unos cautivos que retenía el cartel de Sinaloa, pero lo sucedido dejó las cosas claras para los agentes del Gobierno. «Hace falta ser imbécil para pasearse por Jalisco (el estado donde se encuentra Puerto Vallarta) a sabiendas de que hay un conflicto entre el cartel de tu padre y el de Jalisco -comenta Mike Vigil, antiguo jefe de la DEA-. Tuvieron suerte de que no los mataran».

La DEA cree que el cartel de Sinaloa se centra ahora en el fentanilo, 50 veces más potente que la heroína. Su centro de operaciones es Nueva York, donde está detenido el capo

Otra cosa distinta es lo que cuentan los agentes de la DEA que operan en Estados Unidos. Jack Riley, que persiguió al Chapo durante 15 años, advertía en la revista Rolling Stone sobre cómo su cartel seguía inundando el país con fentanilo, 50 veces más fuerte que la heroína y mucho más rentable por su producción sintética. Y, curiosamente, según la DEA, el Cartel de Sinaloa busca establecer en Nueva York su principal centro de distribución de fentanilo, precisamente la ciudad donde está encarcelado Guzmán. Solo este año, las autoridades se han incautado de más de 150 kilos de fentanilo puro en Nueva York, diez veces más que en 2016. Estas nuevas ramas del cartel, apunta Jimmy Arroyo, especialista de la DEA, intentan recuperar el perfil bajo de los ‘buenos tiempos’ del Chapo: «Saben que si matan gente, llamarán la atención».

Lo que sabe y no le dejan contar

El Chapo ejerció una violencia espeluznante, pero se hizo de oro porque confiaba en su inteligencia para hacer tratos con otros ‘señores de la droga’ y con funcionarios corruptos a uno y otro lado de la frontera. «Sabía que la violencia es necesaria para mantener a raya a la competencia, pero que no conviene recurrir a ella de forma constante y desmesurada», dice Riley.

El capo no solo intentaba negociar con capos rivales. Durante su primer encarcelamiento, desde 1993 hasta 2001, año en que logró escapar gracias a la red de corrupción que había tejido desde la prisión, trató de negociar con las autoridades. En 1998 intentó llegar a un acuerdo con Estados Unidos. Dos agentes de la DEA lo visitaron en la cárcel. Guzmán les ofreció revelar información sobre las rutas de la droga a cambio de no ser extraditado; los gringos dijeron que no porque tan solo daba nombres de subordinados. Por otro lado, a las autoridades mexicanas les entró el pánico: temían lo que el Chapo pudiera contar. Joe Bond, el agente de la DEA que se vio con Guzmán, asegura que en las oficinas del fiscal general mexicano le dijeron que no preguntara al capo sobre corrupción política. «El Chapo quería hablarnos de la corrupción. Tuvimos que hacer un papelón y decirle: ‘Lo sentimos, pero no estamos autorizados’ -recuerda Bond-. Aquello fue una payasada absoluta».

Cualquier cosa que diga el Chapo en el juicio sobre corrupción influirá en las elecciones mexicanas de junio. Muchos lo prefieren mudo, o incluso muerto

Guzmán se fugó antes de que pudieran extraditarlo y continuó expandiendo el cartel de Sinaloa. En 2004 declaró la guerra por Ciudad Juárez -una de las plazas más lucrativas en el narcotráfico- y atacó al cartel del Golfo. Cuatro años después, la organización del Chapo operaba en 54 países y era el principal cartel de Estados Unidos.

Tras su última detención, en enero de 2016, Guzmán pasó un año encerrado en Ciudad Juárez. Pero llegó un momento en que no pudo más e indicó a sus abogados que no se opusieran a la extradición. Funcionarios estadounidenses dicen que al Chapo no lo debieron de tratar con miramientos. «Estuvieron arrancándole información usando el tercer grado psicológico -dice Gilbert González, antiguo agente de la DEA, en Newsweek-. No estoy diciendo que recurrieran a la tortura del agua, ojo, pero… decidió que ya no aguantaba más y que prefería que lo enviasen a Estados Unidos. Pudieron con él». Quizá, pero el Chapo sigue siendo peligroso. Por eso, tanta gente lo prefiere mudo o incluso muerto.

¿Por qué no lo mataron?

El juicio no empezará antes de abril. La cantidad de pruebas que van a presentar es enorme. diez mil páginas de documentación y mil quinientas grabaciones de sonido. El mes de la vista resulta crucial para los mexicanos. Cualquier declaración que haga sobre corrupción política puede influir en las próximas elecciones generales, que tendrán lugar el 2 de junio de 2018.

El Chapo también puede meter a la DEA en problemas. Algunos críticos aseguran que entre 2006 y 2012, el organismo estadounidense llegó a confabularse con el cartel de Sinaloa en un momento en que la prioridad era combatir a otros grupos más violentos.

Está claro que algunos preferirían que Guzmán no prestara declaración. Pero no todos. Cuando tuvo lugar su detención en la ciudad de Los Mochis en 2014, muchos se sorprendieron de que los infantes de Marina mexicanos se contentaran con esposarlo en lugar de matarlo a tiros. Según dos antiguos funcionarios estadounidenses, la Marina mexicana pasó la pelota de Guzmán al Gobierno para que dejara clara de una vez su proclamada intención de acabar con los carteles y la corrupción.

Especulaciones sobre esto caben muchas. Quizá las más intrigantes son las que hacen girar alrededor del Chapo a los presidentes de México y Estados Unidos. Enrique Peña Nieto entregó precipitadamente a Guzmán a las autoridades de Estados Unidos el día antes de que Trump tomase posesión como presidente, para que no éste no pudiera atribuirse el logro de la extradición. Para Trump, el Chapo tampoco es un delincuente más. En 2015, cuando el millonario ya tanteaba la política y arremetía contra los mexicanos, desde una cuenta de Twitter atribuida al Chapo, el capo ofreció 100 millones de dólares por su cabeza.

Hoy algunos teóricos de la conspiración se preguntan si Trump no podría utilizar a Guzmán para influir en las próximas elecciones mexicanas. Cuando Sean Penn se reunió con el Chapo, entonces fugado, en un rocambolesco encuentro para lo que acabó siendo una entrevista publicada en Rolling Stone, el actor le preguntó si era cierto que había ofrecido dinero por matar a Trump. El capo se limitó a decir: «¡Ah! ¡Mi amigo…!»

EL CRIMEN QUE PAGÓ EL CHAPO

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Al Chapo le atribuyen jactarse de haber matado, o mandado matar, a dos mil o tres mil personas. El dato no es confirmable, pero hay una treintena de acusaciones de asesinato contra él. El crimen por el que cayó el Chapo por primera vez tuvo lugar en 1993. Guzmán se enfrentó a los hermanos Arellano-Félix, que controlaban Tijuana, y aquella guerra terminó con un descontrolado tiroteo en el aeropuerto de Guadalajara, en el que murió el arzobispo de la ciudad (en la foto). Al parecer, lo mataron por accidente. Guzmán fue detenido. Estuvo en la cárcel hasta 2001, cuando escapó.

LAS MUJERES EN LA SOMBRA

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Las mujeres siempre han sido importantes en el mundo de los carteles. Pero en los últimos años se ha estado dando un nuevo fenómeno: ahora hay algunas mujeres que controlan el dinero del narco. Guzmán ha contraído matrimonio por lo menos tres veces y sigue manteniendo una estrecha relación con sus antiguas esposas y amantes, dos de las cuales se consideran cómplices por Estados Unidos. La esposa actual, Emma Coronel (en la foto), no está acusada. Los analistas de seguridad creen que la mayor parte del dinero de Guzmán, millones de dólares, ha sido invertido en el sector inmobiliario y distribuido entre esposa y exesposas. Pero es otra mujer, una de las antiguas amantes del Mayo Zambada, quien parece estar situada por encima de todas las demás en Sinaloa. Blanca Cázares Salazar, conocida como La Emperatriz. El Gobierno estadounidense afirma que La Emperatriz es una de las principales operadoras del cartel de Sinaloa desde 2007.

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