Antes de viajar, ¿comprueba una y otra vez que ha apagado el gas y que lleva el pasaporte? A la vuelta del súper, ¿guarda por parejas los tarros en los estantes? ¿Quién no tiene una simple manía? El problema: que este tic se vuelva enfermizo y genere un trastorno obsesivo compulsivo. Una dolencia que sufre una de cada tres personas. Descubra dónde está el límite

Quien más quien menos tiene sus manías: verificar si el gas está realmente desconectado, sumar los números de la matrícula del coche que va delante de nosotros, organizar objetos con simetría… Las manías son una especie de atavismo; no en vano de nuestros antepasados más remotos sobrevivieron los más prudentes y precavidos. Pero las manías pueden transformarse en enfermedad. El trastorno obsesivo compulsivo (TOC) ocupa el cuarto lugar entre las alteraciones psiquiátricas más frecuentes, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Afecta a un tres por ciento de la población y provoca tantas incapacidades como las derivadas de la esquizofrenia. A quien lo sufre le asaltan pensamientos obsesivos y, para aliviar la angustia que le causan, desarrolla comportamientos repetitivos llamados ‘rituales compulsivos’.

La causa final de un TOC, igual que ocurre con las fobias, es un temor. Pero a diferencia de los fóbicos, que padecen un miedo irreal respecto a un objeto real y evitan entrar en contacto con él, a los obsesivo-compulsivos lo que les genera la angustia son los pensamientos, y para librarse de ellos adoptan comportamientos compulsivos. Por ejemplo, los pacientes que piensan que pueden contagiarse con sólo tocar a una persona pueden llegar a lavarse varias veces con productos pesados de limpieza, como el aguafuerte, para evitar ese peligro. Saben que sus pensamientos y sus actitudes son completamente ilógicas, pero no logran librarse de la condena impuesta por sus propias mentes, y eso acaba por incapacitarlos.

Si no ejecutan las tareas que se autoimponen, creen que algo malo les ocurrirá. Si las efectúan, estimulan aún más sus obsesiones. Se trata de un círculo vicioso

El impacto del TOC es devastador

Tras analizar a más de 700 pacientes, un grupo de médicos del hospital Mount Sinaí, en Nueva York, comprobó que en el 70 por ciento de los casos las relaciones familiares estaban hechas pedazos como consecuencia de sus manías y que nueve de cada diez obsesivo-compulsivos tenían la autoestima por los suelos. Eso explica que el trastorno venga acompañado con frecuencia de depresiones y alcoholismo y que los pacientes sean reacios a buscar ayuda.  Sin ayuda, la dolencia es incontrolable. Todos los rituales que efectúan los pacientes para alejar sus obsesiones sólo sirven para estimularlas aún más. Y la reacción contraria también lleva al mismo resultado: si no se ejecutan las tareas que se autoimponen, las obsesiones se agudizan. Es un círculo vicioso infernal.

Las causas del TOC aún no están claras. Se sabe que esta patología tiene componentes ambientales y genéticos, y gracias al desarrollo de máquinas que ‘leen’ el cerebro en funcionamiento se han descubierto que las obsesiones y las compulsiones aparecen en el córtex órbitofrontal y en los ganglios basales, las áreas que procesan las informaciones recibidas y controlan el miedo. Y también se ha establecido el papel en el desarrollo de la enfermedad de la serotonina, una sustancia producida en el cerebro que está asociada a las sensaciones de placer y bienestar. Mantener su correcto nivel en el cerebro es la base para el tratamiento farmacológico del TOC, que comenzó a ganar adeptos a finales de los 80, cuando surgieron los antidepresivos de la familia del Prozac.

Y aunque el TOC no tiene cura, la combinación de antidepresivos y psicoterapia reduce sus síntomas hasta un 80 por ciento. La terapia más utilizada es la comportamental-cognitiva, en la que el terapeuta intenta convencer al paciente de que sus preocupaciones son infundadas. Para ello se sirve de argumentos lógicos y expone al paciente al objeto de sus aflicciones. La mejoría se nota a las tres semanas de iniciar el tratamiento, pero la medicación debe mantenerse al menos un año para evitar las recaídas.

Manías, sí; obsesiones, no

Algunas alteraciones psiquiátricas pueden confundirse con el TOC, como el sexo compulsivo, el juego patológico, la hipocondría, la bulimia o la anorexia. Pero la gran diferencia es que, en estos casos, los pacientes no tienen conciencia de que sus pensamientos y actitudes son absurdos. Un obsesivo-compulsivo, que desarrolla un ritual en el cual deja de alimentarse, no lo hace porque se sienta feo. Toma ese camino para alejar de su mente algún pensamiento catastrófico. Además de eso, es consciente de que no comer le hace mal.
Todos somos susceptibles de tener arrebatos obsesivo-compulsivos en ciertos momentos, pero esas manías, como comprobar mil veces si llevamos el pasaporte encima, no tienen mayor importancia si no socavan nuestra salud. Pero para quienes el TOC es una carga inhabilitante hay una buena noticia: la enfermedad, con tratamiento, se puede controlar, y ya nadie está condenado a vivir como rehén de su mente.

CASOS MÁS FRECUENTES DE TOC

Higiénica «terror al virus»

Qué es: Miedo desmedido a ser contagiado por virus o bacterias. Se asocia a rituales de limpieza y lavado.

Mental «repetir me salva»

Qué es: La persona cree que si no realiza ciertas tareas, como repetir palabras, no se librará de sus pensamientos.

Simétrica «adicto al orden»

Qué es: Cuidado extremo con la exactitud o el alineamiento de los objetos. A veces, al tocar algún objeto sin querer con un brazo, la persona hace lo mismo con el otro.

INDECISA «NADA ES SEGURO»

Qué es: Inquietud constante por no estar completamente seguro de haber realizado determinada tarea.

Somática «estoy enfermo»

Qué es: Preocupación excesiva por padecer alguna enfermedad, incluso aunque la persona no presente ningún tipo de síntoma que la revele.

Sexual «el vicio me mata»

Qué es: La mente es dominada por pensamientos obscenos e impulsos incestuosos, no deseados, que causan gran sufrimiento a la víctima.

Agresiva «herir a mi hijo»

Qué es: Sentir que se está a punto de dañar a alguien.

Coleccionista «todo me sirve»

Qué es: Idea fija en coleccionar determinados objetos o no deshacerse de ellos, por pensar que todo podrá ser útil en el futuro.

FAMOSOS MANIÁTICOS

FRANZ KAFKA (1883-1924)
Preocupado por las enfermedades, el escritor checo dormía con las ventanas abiertas, incluso en invierno, para que circulara el aire.
HOWARD HUGHES (1905-1976)
El magnate norteamericano temía contaminarse por virus y bacterias: su coche tenía un filtro antigérmenes y su casa era sometida a limpiezas profundas.
SAN IGNACIO (1491-1556)
El fundador de los jesuitas «comenzaba a recordar sus pecados y se sentía de nuevo obligado a confesarlos otra vez», relata su biógrafo.
SAMUEL JOHNSON (1709-1784)
Antes de cruzar una puerta, el escritor inglés tenía que dar un número determinado de pasos en relación a un punto que él mismo se establecía.
KURT GÖDEL (1906-1978)
El mejor amigo de Einstein temía tanto enfermar que iba con abrigo hasta en verano. Al morir su madre, dejó de comer por miedo a ser envenenado.
VLADIMIR MAIAKOVSKI (1893-1930)
Poeta ruso revolucionario, estaba obsesionado con la limpieza (se lavaba las manos varias veces al día). Acabó suicidándose.
GLENN GOULD (1932-1982)
El pianista canadiense, por miedo a infectarse, nunca se quitaba los guantes, el sombrero y la bufanda. La enfermedad acabó alejándolo del público.

 

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