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EL BLOC DEL CARTERO

Venezuela

Lorenzo Silva

Lunes, 21 de Noviembre 2016

Tiempo de lectura: 5 min

Varios lectores nos escriben sobre Venezuela, a raíz del reportaje aparecido en la revista. De todas las cartas, escogemos una muy breve, pero elocuente. En las que quedan en el tintero se habla de la depauperación de un país en el que cuesta acceder a los productos más básicos y para tener algo que echarse a la boca se recurre a parientes que viven en el campo; donde la meta, cada vez para más venezolanos, especialmente los que tienen la nacionalidad española, es poner océano de por medio y acudir a la tierra de la que, paradojas del destino, emigraron por hambre sus antepasados. Al margen de disquisiciones políticas e ideológicas, y de los complejos antecedentes del chavismo, incluida la cleptocracia que lo precedió y propició, algo falla en la revolución que solo alcanza a repartir miseria. LA CARTA DE LA SEMANA

La mirada atrás

Todas las mañanas salgo muy temprano de mi casa para ir a trabajar. El garaje donde guardo mi coche no está en el edificio donde vivo. En el trayecto me cruzo desde hace algunas semanas con una mujer joven que, supongo, va camino de su trabajo como yo. La primera vez que nos cruzamos fue en un lugar poco iluminado y ella dio un respingo. Después nos hemos cruzado más veces, casi cada día, y cuando me reconoce sigue caminando sin prestarme mayor atención. Sin embargo, yo no he podido evitar fijarme en que mientras camina deprisa por esas calles todavía desiertas, todavía a oscuras, no deja de mirar atrás y a su alrededor. Como si tuviera miedo. Como si desde muy pequeña le hubieran enseñado a tenerlo. Como si, solo por ser mujer, fuera obligatorio tenerlo. Un miedo que los hombres no conocemos. Un miedo que me avergüenza seguir reconociendo en tantas miradas. Una mirada atrás que me avergüenza que todavía no hayamos sido capaces de dejar atrás. Una mirada atrás que, como a Orfeo, me rompe el corazón. Andrés Rubio Martínez. Logroño (La Rioja)
Por qué la he premiado... Por la fuerza que tienen los apuntes del natural cuando, como es el caso, desvelan la médula de los asuntos

A continuación el resto de cartas de la semana.

Jalogüin

Pero qué tontuna es esa por estos pagos. Todo lo que viene de fuera se ensalza, se copia... mientras que se desprecia o ignora lo que se tiene. Puede ser que exagere, pero... Si ya estamos siendo colonizados pacíficamente por la introducción, uso y admisión de una caterva de palabras y hasta expresiones anglófilas innecesarias; ahora hemos de contemplar un sinsentido por doquier. Todo lo que sea festivo, pues adelante... y sin remilgos a que en las almas infantiles, propensas a todo lo que sea divertido o estrafalario, anide esta estupidez. Además, exponiendo ignorancia. menos de la mitad de la mitad no saben de qué va y viene este fiestorro ni su significado. ¡Pero qué más da! ¡Qué desperdicio de calabazas! Con lo ricas que están las tortas de calabaza, donde vivo. F. J. Alcalde Martín (Albacete)

Perspectiva

Hoy, me contaba un amigo que esta semana le habían hecho una encuesta sobre la calidad de los autobuses públicos. Le preguntaban qué nota pondría a la limpieza, la temperatura, los asientos... Sus respuestas eran casi siempre 9 o 10. Al finalizar la encuesta, le preguntaron con extrañeza por qué daba notas tan altas. Mi amigo dijo: «Soy de Venezuela y llevo en España 12 meses. Estoy encantado. No sabéis lo que tenéis». Y yo me pregunto si, después de tantos años escuchando tantas lamentaciones, no deberíamos ver las cosas con un poco más de perspectiva. Quizá nuestro panorama no sea tan negativo. Y quizá, de paso, entendamos por qué muchas personas de todo el mundo deseen con toda el alma vivir en nuestro país. Javier García Herrería (Madrid)

 La paradoja del 'smartphone'

Hace unos días me senté en uno de los bancos que circundan la plaza de la iglesia de mi pueblo. Un chaval jugaba con un balón mientras llamaba a voces a sus tres amigos que, sentados enfrente de él cada uno en un banco diferente, absortos y ensimismados, miraban las pantallas de sus móviles e interactuaban con ellos. Así transcurrió el tiempo hasta que, harto de que sus amigos no le hicieran caso, aburrido y desesperado por sus actitudes, se fue a otro lugar a seguir pateando su balón. Este hecho ilustra lo que denomino 'paradoja del smartphone'. los dispositivos telefónicos se idearon para acercar a las personas lejanas. Los smartphones, para alejar a las cercanas. José Vaquero Sánchez (Granada)
Una de las dos Españas... Es inevitable: cada vez que escucho una tertulia política, viene a mi cabeza la imagen de esa pintura de Goya del duelo a garrotazos. En estas tertulias a dos bandos no se hace un pequeño esfuerzo para llegar a un entendimiento. Al contrario, todo son insultos, descalificaciones, trapos sucios y, cuando se agotan sus razonamientos, terminan con el «tú más». Es curioso que, participando en ellas periodistas con una inteligencia y preparación reconocidas, no se den cuenta de que muchas veces su falta de respeto los descalifica por completo. Acepto que un programa en el que se buscasen soluciones desde la tranquilidad tendría menos espectadores, pero el enfrentamiento con el que se pretende aumentar la audiencia me parece a veces peligroso. No pretendo ser alarmista, pero ¿de verdad alguien cree que estos programas son necesarios? Solo generan división y odio. Jesús María Perosanz Benedited (Guipúzcoa)
Animales y derechos Sirva este correo para contestar al señor Herrera y el señor Gistau. No todos los que defendemos los derechos de los animales a no ser maltratados somos personajes con rastas o perroflautas. Un espectáculo, sea el que sea, que incluya tortura y sufrimiento para cualquier ser vivo no es digno de protección ni de defensa. Verlo de otra forma apelando a la cultura y a la tradición es simplemente insultante. No se trata de equiparar al ser humano a la misma altura ética que a los animales (aunque más de una vez piense que son más éticos los segundos que los primeros); es aplicar a un ser vivo que siente y sufre algo tan humano como la compasión. ¿Dónde ven ustedes la irracionalidad de tal medida? Dice mucho de nuestra naturaleza ser los únicos del planeta capaces de hacer sufrir a otro ser vivo por mero entretenimiento, sin despeinarnos y sin sentir la más mínima empatía por ese ser que siente y sufre. Marisa Valdemoros (Correo electrónico)