Martes, 12 de Diciembre 2017
Tiempo de lectura: 4 min
Todos somos herederos de una tradición cultural sedimentada, en primera instancia, en nuestra lengua materna. Sobre esa base primordial, la experiencia, la lectura, el estudio y la observación depositan multitud de materiales adicionales, que nos inspiran y en cierto modo nos conforman. Nadie ha creado nunca desde la nada ni puede pretender que sus ideas le pertenecen en exclusiva. Todos copiamos de lo que nuestra vivencia cultural nos depara. Ahora bien, hay formas y formas de copiar. Está la copia servil, que solo reproduce lo que ya hay sin aportar nada. Está la copia subrepticia, que intenta hacer pasar por propia la invención ajena. Y está la copia leal, honesta, incluso creativa. Un buen ejemplo es nuestra carta de esta semana. Aprendan de ella muchos.
LA CARTA DE LA SEMANA
Copio y pego
He leído las cinco cartas elegidas del 30.º aniversario de vuestra revista. Todas pellizcan mi corazón. Me veo reflejada en la de Mariano, el profesor jubilado que se siente huérfano de alumnos y siente la espina de no haber atendido más a los más necesitados. Así me siento yo, exprofesora de 61 años. Soy también de la 'generación del huevo perdido', como Carlos, aunque no he tenido hijos. Y me considero «una joven eterna» como Ignacio. aunque no he alcanzado su longevidad, ya me han tocado muchos trechos de mal camino. Pero aún sueño, como M. G. H., con alcanzar algunas metas para seguir aprendiendo y envejecer con mis amigos. Y afrontaré, como Pilar, el resignarme a la soledad de un geriátrico. Aun así, nunca perderé la ilusión de avanzar con lo que conserve del pasado y el consuelo de contemplar en mis álbumes de fotos mis recuerdos, mis viajes y mis seres queridos. En definitiva, mi esencia. Serán el mejor bálsamo hasta mi último suspiro. Carmen Vilariño Vázquez, Oleiros (La Coruña)Por qué la he premiado... Por copiar y pegar con tanto arte (y citando y honrando la fuente).
Homicidios indirectos
Estos días estamos viendo cómo se juzga a los corruptos y las penas que se piden para ellos. Estoy muy decepcionado, como muchos de nuestros conciudadanos. Hay que concienciar a los que legislan de que la corrupción, además del robo continuado a los españoles, está posibilitando asesinatos indirectos, pues ya hay estudios que dicen que por cada mil euros robados hay un tanto por ciento de muertos por los recortes en sanidad, en dependencia y otros derechos sociales básicos. A estos corruptos, además de juzgarlos por la corrupción, se los debería juzgar también por homicidios indirectos, así las penas serían más elevadas y se lo pensarían más a la hora de robar el dinero de todos. Creo que las penas son muy livianas. Me parece absurdo que a una mujer que se encuentra una tarjeta de crédito y compra comida y efectos para sus hijos se la condene a la misma pena que a tantos chorizos. Aún creo que esto tiene arreglo. Le ruego al pueblo español que piense a la hora de votar, que no se deje llevar por los sentimientos y sea más responsable. Miguel Espinosa Torres (Valencia)Machismo cibernético
María es una joven de 15 años que vive en un pueblo, pero también es Rosa o Lucía y vive en cualquier otro lugar. El verano pasado, en una prueba de amor, envió a su novio una foto suya desnuda a través del móvil. Poco tiempo después, roto ese amor -como todos los amores eternos-, esa foto circula a todo wifi, llegando a todos los grupos de 'guasap' del pueblo y el mundo entero. Hasta su abuelo octogenario ha podido ver en su móvil a su nieta desnuda. La gente, sin pudor, llena de un machismo atávico, hace escarnio y reenvía la imagen sin ser consciente de que, a cada reenvío, a cada compartir en las redes sociales, más se hunde a la pobre María (o a Rosa, o a Lucía). Y para más escarnio, las familias de los estudiantes que acuden al instituto de María se quejan a su director, al que manifiestan que no les hace gracia que sus hijos compartan aula con ella. Que 'menuda elementa'. Nada, que reprochar, por supuesto, a quienes difunden la foto, ni siquiera al primer receptor. Y la pobre María (o Rosa, o Lucía), a punto del suicidio, sufre la condena infinita de un machismo atávico. Juan Manuel Chica Cruz, Úbeda (Jaén)Diálogo y ley
En el número 1568 de la revista, un lector pedía a nuestros dirigentes que siguieran las enseñanzas de Kant como guía para resolver el conflicto creado por el nacionalismo catalán. No estoy muy seguro de que, de haberlo conocido, hubiera propuesto sus «máximas del entendimiento común humano» para resolverlo. Sin embargo, tenemos la suerte de contar con Fernando Savater, un filósofo que conoce perfectamente la situación y cuyas enseñanzas aprovecho para reivindicar: «Se contraponen diálogo y ley. Es un absurdo, porque la ley es el resultado de un diálogo. La ley es el resultado de un largo diálogo que han tenido los legisladores hasta ponerse de acuerdo en un punto. Y eso que parece más sensato para todos es lo que al final se convierte en ley, de modo que cuando se aplica la ley se está aplicando el diálogo, porque es a lo que ha llegado la ley». Miguel M. Solana (Correo electrónico)-
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