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EL BLOC DEL CARTERO

Portaaviones

Lorenzo Silva

Martes, 09 de Abril 2019

Tiempo de lectura: 4 min

Cuestiona uno de nuestros lectores a quienes a su vez someten a crítica la llamada Leyenda Negra, esa que atribuye a España una cuota superior a la de cualquier otro país de las infamias que recoge la Historia. Habla de Castilla, supuesto colector de toda la abyección del alma española, lo que siempre hace pensar en esos humildes campesinos castellanos que nunca oprimieron a nadie y capearon el hambre y el olvido de sus reyes como buenamente pudieron. Quizá en esa visión, que se alentó desde fuera pero ha calado dentro de nuestras fronteras, pueda enmarcarse el rechazo a los hombres y mujeres que trabajan desde la dotación de un portaaviones por la seguridad de todos sus compatriotas. Sea cual sea la causa, la maldad de los castellanos o la injusta inquina de otros, tenemos sin duda un problema. LA CARTA DE LA SEMANA

Mentiras

Una mentira simple y corta entra rápido en la cabeza, y puede ser creída o no... o sembrar la duda. Las más eficaces se construyen sobre medias verdades. ¿Son realmente mentira? ¿Son legítimas? El caso es que funcionan. Al leer un titular o escuchar un discurso con el que nos identificamos o que responde a lo que consideramos un problema, queremos creerlo. Esto deriva en dos posibles actitudes: razonar si lo leído o escuchado tiene sentido o tener fe ciega en ello. Muchas veces se impone la fe. ¿Es lógico? No, es más fácil. Con esto, el discurso populista construye uno de sus ases: extender una mentira es mucho más fácil que disuadirla. Cuando toca desmontarla, ya se ha convertido en una verdad relativa fácil de asumir. Y crea un grave problema, que muchas veces consiste en culpar al ajeno. Pueden ser estos inmigrantes, esos del lado opuesto del espectro político o aquellos que viven en mansiones. ¿Son culpables? Qué más da. Estas verdades ya se han convertido en un baremo para juzgar la realidad. ¿Qué consiguen? Generar odio. Gonzalo Martín Fernández, Aguilar de Campoo (Palencia)
Por qué la he premiado…Por el aviso a navegantes, más que útil para la ruta de arrecifes que se avecina.

No voy a votar

En las próximas elecciones generales del 28 de abril no voy a ir a votar. O, mejor dicho, no me dejan votar. Nuestros políticos han demostrado una vez más que los derechos de los que nos encontramos por motivos laborales o de estudios en el extranjero les importan poco. Y no me gustaría ver a Pedro Sánchez prometiéndome nada, porque ni se ha preocupado por la deprimente situación del voto rogado, que me obliga a presenciarme dos veces, en menos de un mes, en la Embajada. Del horario tan absurdo de las oficinas, que solo abren por las mañanas en días laborables, cuando tengo que ir a clase. Del precio del transporte, de la burocracia –siempre a mano, ojo–, del fax, que ya casi no existe… No se ha preocupado por nosotros. Ni él ni ningún otro político. Ojalá antes de echarnos las manos a la cabeza por los altos porcentajes de abstención, pensemos seriamente si nuestro sistema es el adecuado, si es realmente garantista. Porque en el resto de Europa sería impensable esta situación. Ahora entiendo por qué vamos a la cola de todo. Alberto Romero Vallejo (Cádiz)

Leyenda Negra

En su último artículo publicado en la revista XLSemanal, titulado Leyenda nueva y vieja, la señora Carmen Posadas pone en duda que la famosa Leyenda Negra sobre España sea cierta y, de paso, arremete contra el independentismo catalán. En referencia a la Leyenda Negra, le recomiendo que no lea solamente los libros escritos por autores a sueldo del poder establecido. Si lo hace, seguro que se sorprenderá de lo que Castilla hizo en América, en algunos países de Europa y en distintos espacios de la geografía peninsular. En lo que atañe al independentismo catalán, sus argumentos me recuerdan al gran humorista Gila, cuando contaba aquel chiste en el cual un hombre se unió a un grupo de personas que estaba maltratando a una sola persona. «Y le dimos una...», decía Gila. Por una simple cuestión de espacio, no puedo rebatirle todos los argumentos, aunque le pediré que tenga presente que solamente a los presos violentos se los traslada esposados con las manos en la espalda. Para acabar, la invito a visitar Cataluña y a que se interese por nuestra realidad. Así sabrá que llevamos siglos luchando por sobrevivir en un Estado que sabe aprovechar los recursos que aquí generamos entre todos, sin que a cambio nos ofrezca las infraestructuras necesarias. También verá el maltrato cultural que recibimos y, a lo mejor, se une a los pocos intelectuales españoles que han abandonado su zona de confort para luchar por una lengua, la catalana, que, como todas, es patrimonio universal de la humanidad. La espero. Josep F. Gironès Descarrega, El Catllar (Tarragona)

El portaaviones que une

Resulta curioso que un buque de la Armada una a partidos tan dispares como el PNV, el PSOE, Bildu y Podemos. Estas cuatro formaciones han firmado una declaración mostrando su disconformidad con la presencia de buques de guerra en el municipio de Getxo con motivo de la visita del portaaviones Juan Carlos I. No recuerdo que ningún Ayuntamiento vasco firmase una declaración similar por las visitas de los hidroaviones del Ejército del Aire que recientemente han participado en la extinción de devastadores incendios que han asolado nuestra región. ¿Hubiera sido posible la extinción de estos incendios sin la ayuda de estas aeronaves? ¿Por qué no se realizaron declaraciones en su contra como la del portaaviones Juan Carlos I si pertenecen al mismo Ejército? Tampoco recuerdo que el Ayuntamiento de Bilbao firmase ninguna declaración en contra del Ejército de Tierra cuando en las inundaciones de 1983 instaló un campamento en el antiguo campo de fútbol de Garellano para dar auxilio a una ciudad anegada por el barro. Lo que si, en cambio, recuerdo son las botellas de agua que repartieron de forma gratuita y que nos aliviaron la sed a muchos bilbaínos. Quizá incluso la de alguno de los que ahora firman la declaración en contra del portaaviones. Roberto Rodríguez Vesga (Bilbao)