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EL BLOC DEL CARTERO

Planificación

Lorenzo Silva

Martes, 03 de Marzo 2020

Tiempo de lectura: 7 min

Se sorprende un lector de la frecuencia con la que en este bloc tienen eco asuntos relacionados con el sistema educativo: el último, el abandono escolar temprano, ese caballo desbocado que a nadie parece preocupar, porque las cifras se publican una y otra vez sin que se suscite el menor debate. Esa indiferencia ya es una buena razón, sorprenda o no –legítimamente–. Apunta el lector que la madre de todos los fallos es la descentralización de la gestión, que impide la planificación adecuada del modelo educativo. Sus razones son interesantes y abren un debate mayor: ¿es imposible la planificación en áreas estratégicas de la acción pública con gestión descentralizada? En tanto afrontamos esta pregunta, alienta leer al joven profesor que encarna lo primero que la escuela necesita: vocación de enseñar.

Proteger al ciudadano

De extraordinaria y urgente necesidad parece ser para el Gobierno la situación de los empleados públicos y pensionistas para actualizar sueldos y pensiones al coste de la vida a través del decreto ley. Y de extraordinaria y urgente necesidad parece también ser la situación de los trabajadores amenazados de despido objetivo pese a estar de baja médica, normativa de 2012 que se busca derogar con el mismo instrumento legal. Soy funcionario desde el siglo XX y sé de la pérdida de poder adquisitivo en los últimos 30 años, pero no creo que nuestra situación de necesidad sea extraordinaria ni urgente, como sí la de los desempleados: en los últimos diez años se ha incrementado un 1 por ciento el IPREM (que calcula las cuantías de prestaciones asistenciales de desempleo), perdiendo hasta un 14 por ciento de poder de compra. Para los gobernantes, su situación debe de parecer normal. ¿Para cuándo una actualización del IPREM que permita a los desempleados llevar una vida digna? Echen un vistazo al artículo 41 de nuestra Constitución: proteger a los ciudadanos ante situaciones de necesidad, especialmente en caso de desempleo, es una obligación. José Vicente Rodríguez Conejo, Monforte de Lemos (Lugo)
Por qué la he premiado…Por la lección, tan inusual, de olvidar el interés propio en aras de la necesidad ajena.

Aprender a enseñar

En los próximos días, me convertiré en profesor en prácticas de Historia en la educación secundaria. Después de largos meses asistiendo a clases de formación del profesorado, y con muchos años de pupitre y lecciones magistrales a las espaldas, me toca ocupar el lugar del docente y mirar a los ojos de las nuevas generaciones de estudiantes; algunos de ellos, ávidos de recibir nuevos conocimientos; otros, en cambio, deseosos de que acabe la clase para volver a pensar en sus juveniles preocupaciones. Al margen de todas las críticas que recibe nuestro sistema educativo, afronto la tarea desde la ilusión de un joven de 25 años que vuelve al mismo instituto que le vio crecer y adentrarse en un camino a punto de terminar. Mi objetivo no es fácil: enseñar a los chicos y chicas que, desde las clases de Historia, es posible construir y afianzar valores inherentes a la carta de ciudadanía, como el respeto a la persona desde la discrepancia, la defensa de la igualdad entre hombres y mujeres y la formalización de una mirada crítica y lúcida hacia el mundo. Nada más y nada menos que el precio que todo docente debería pagar, como diría un afamado pedagogo, por hacer del futuro profesión: educar para la vida. Sergio Ceballos Coz, Solares (Cantabria)

Clamar al cielo

Son muchas las veces que se sorprende uno leyendo al cartero de esta sección clamar al cielo por el hecho de que nuestros jóvenes universitarios tengan que emigrar para buscar una salida laboral. Ahora, para mi legítima sorpresa, carga contra el hecho de ser «campeones europeos de abandono temprano». Si en España la educación primaria es insuficiente y la educación superior es excedentaria y sobrecualificada, quizá debamos admitir que el modelo educativo español está mal estructurado de principio a fin. Lo explicaré con la analogía energética. ¿Saben por qué no nos quedamos sin suministro eléctrico en nuestros hogares? Porque se hace una planificación a años vista de qué centrales energéticas hay que instalar y se hace una planificación anual, semanal, diaria y ¡horaria! de la generación (oferta) y consumo (demanda) de electricidad cada día. ¿Qué planificación se hace a nivel de Estado en el modelo educativo? Ninguna. La educación está transferida a las autonomías y estas ignoran la oferta y la demanda de profesionales que tienen las restantes autonomías. No tiene sentido la entropía educativa española: ni dotamos de una necesaria cultura 'integradora en el Estado' en la educación primaria (primordial en países más 'multiculturales' que el nuestro, como Estados Unidos, Francia y otros) ni existe un órgano supraautonómico que vele a años vista por la oferta (escuelas, universidades) ni demanda (empleos, sectores) de trabajos en el conjunto del Estado. El principal mal de nuestro modelo es el ámbito de gestión. Y, aunque pongas a un astronauta al frente, este se ve incapaz de hacer nada, pues en lo esencial no tiene ninguna competencia. Y ahora el cartero, si quiere, que siga clamando al cielo… Jaime F. Palomares (Valencia)

El dichoso Mayflower

Que los estadounidenses celebren con tanta pompa que se cumplen 400 años del desembarco del Mayflower es normal. El gigante americano fue fundado por anglosajones protestantes, que desde entonces marcan la visión del país y de su historia. Y, cuando esto parece que puede llegar a cambiar, aparece un Donald Trump para poner las cosas en su sitio. Pero que un medio español se olvide de las aportaciones propias a aquel proceso ya es más incomprensible. La ciudad más antigua habitada ininterrumpidamente en Estados Unidos es San Agustín de la Florida. Fue fundada por Pedro Menéndez de Avilés (1519-1574), de cuyo nacimiento el año pasado se celebró también el 400.º aniversario, que pasó desapercibido para el XLSemanal. Podría ser, pues, precisamente por ello el momento ideal para remediarlo y sacar del olvido a este gran marino español al servicio de Felipe II. José Luis Blanco Sampayo, Avilés (Asturias)

La pena debe ser reversible

Dejando al margen el problema irresoluto del racismo en Estados Unidos, impresionan las declaraciones de Bryan Stevenson, en XLSemanal, en donde asegura que el injusto sistema arrastra a muchos inocentes a ser ejecutados inmisericordemente, en el menos malo de los casos,  mediante inyección letal. Dramática también la declaración de un exconvicto que asegura: «En el corredor de la muerte olemos la carne quemada de la silla eléctrica». Soy católico, y estoy en contra del aborto, de la eutanasia y, por supuesto, de la pena de muerte. Ningún Estado puede arrogarse para sí un derecho que prohíbe a sus ciudadanos: quitar la vida a un ser humano. La finalidad de la pena debe ser conseguir la reinserción del penado a la sociedad. Por lo tanto, toda pena debe ser reversible. La pena de prisión tiene vuelta atrás, es reversible, aunque el inocente haya pasado algunos años o toda la condena en la cárcel. Defiendo, no sé si contradictoriamente, la pena de prisión permanente revisable. Pero la muerte es irreversible. José María Lorente Hernandis (Valencia)

Trogloditas, médicos y eutanasia

Entre las personas que se concentraron ante el Congreso de los Diputados a raíz de la proposición de ley sobre la eutanasia, los informativos nos mostraron a un señor muy enfadado que increpaba despectivamente a quienes se oponían a la ley llamándolos «¡trogloditas!». Incoherencia máxima, porque no es difícil inferir que en prehistóricos tiempos lo común entre los bárbaros trogloditas fuera precisamente darle matarile al viejo y al enfermo grave para librarse de la pesada carga que ambos supondrían para la tribu. Un avance fundamental en la evolución de las primitivas sociedades hacia estados de superior convivencia lo marcaría una progresiva dedicación humanitaria con los más débiles y vulnerables del grupo; así como una creciente protección legal de toda vida humana por encima de sus mermas y limitaciones. Y también un firme rechazo del suicida, penalizando la conducta de la inducción y el auxilio al suicidio. Pero hoy el suicidio crece tanto (un dato que se silencia y oculta como el mayor tabú que perdura entre nosotros) que ya es la primera causa externa de muerte entre los hombres españoles y la tercera entre las mujeres. Por eso resulta un cruel sarcasmo pretender convertir a los médicos en cualificados administradores de la muerte: justo lo contrario para lo que se prepararon durante largos años de estudios y prácticas. Miguel Ángel Loma Pérez (Correo electrónico)

Déjenme ser libre

Andan ahora los del nuevo Gobierno de las Españas con el tema de la eutanasia en una ley que intentan aprobar, pese al PP y a VOX. En una España donde, de puertas adentro, la gente está cansada de sufrir, la derecha se enroca en un sí a la vida que casi no entiende nadie cuando está limpiando culos y dando papillas. El amor se te acaba. Eres una cuidadora despreciada por la sociedad, despreciada por la familia, despreciada por ti misma. Te miras al espejo y ves cómo has envejecido, cómo te has olvidado de ti, cómo has perdido amistades, vida social. No has ganado nada que no sea sufrimientos. Cuando aprueben esa ley de la eutanasia, igual que en Holanda, habrá muchas peticiones de eutanasia. Habrá muchas mujeres, muchas cuidadoras que no tendrán que ir al médico de cabecera a pedir, por favor, una pastilla para poder aguantar tanto dolor, tanto desprecio social, tanta miseria. Habrá muchos cuidadores, señores de la derecha, que tiraremos la toalla. No, no merece la pena. Lo sé cuando me miro al espejo todas las mañanas y no me reconozco. Soy una vieja de cuarenta años. Mi vida ha sido un asco. Tal vez hubiera sido distinta si hubiera tenido una palabra de cariño, un 'gracias', una mirada de admiración. No tuve nada de eso. Nada. Ni siquiera de los familiares. Ni siquiera del Gobierno. Ni siquiera de la sociedad. Por eso, no quiero ser yo la mujer que desde una cama mire con odio a un cuidador. No quiero que nadie renuncie a su vida por mí. No quiero que nadie sufra por mí. Por favor, déjenme ser libre cuando no pueda decidir que quiero seguir siendo libre. María Rey (A Coruña)