Pelagia Noctiluca, la invasora del Mediterráneo
La medusa clavel, de color violeta rosáceo, umbrela abultada y ocho tentáculos, forma enjambres mar adentro que llegan a la línea de costa arrastrados por el mar. Sus cnidocitos son muy urticantes
Intrusa transparente
La Mnemiopsis leidyi es una especie invasora, originaria de las costas atlánticas de América. En España se detectó en 2009.
Carabela portuguesa
Así se conoce a la Physalia physalis. Es una colonia de pólipos con multitud de finos tentáculos. Su picadura puede producir un shock neurógeno.
Barco de vela
Un disco azulado contiene el esqueleto de la Velella velella, que está equipado con una vela que utiliza para captar el viento. Forma grandes enjambres.
Largos tentáculos
Sus 16 tentáculos marginales pueden llegar a los 20 metros de longitud. La Pelagia noctiluca es luminiscente y está cubierta de verrugas.
Medusa de compases
Se llama así a la Chrysaora hysoscella por el diseño radial de su umbrela. El roce con ella produce unos dolorosos verdugones.
Veneno de león
La medusa melena de león del Ártico es gigante. Sus tentáculos pueden llegar a medir 36,5 metros de longitud.
Estas son varias de las especies que espantan a los bañistas de las playas de la costa española. Algunas son peligrosas
Son incombustibles. Las medusas existen desde hace 600 millones de años y no pueden con ellas la contaminación, las aguas turbias o la escasez de oxígeno. Es más, a muchas de sus 1500 especies el cambio climático les favorece porque les van bien las temperaturas altas. Estos seres compuestos por tejidos gelatinosos, agua (en un 98%), órganos sexuales, cavidad estomacal, un primitivo sistema nervioso y cápsulas urticantes se llevan bien con los desórdenes que provoca el ser humano: proliferan donde el hombre explota y ensucia el mar y les favorece la sobrepesca porque así disminuyen los peces que se las comen a ellas. A veces organizan invasiones masivas y todos los veranos son molestos visitantes de las costas españolas.
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