
El nombre de Antonio López Osés no ha pasado a la historia de la fotografía, pero no porque no lo merezca. Simplemente no estaba en el lugar adecuado. Vivió y trabajó en Logroño dedicado a documentar la vida de provincias, lejos de la capital. Pero lo hizo con un grado de perfección y exquisitez que bien le valen el calificativo de 'clásico de la fotografía española'.