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Patrimonio herido Los tesoros olvidados de la España vaciada

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Miles de edificios de nuestro patrimonio histórico están al borde de la desaparición. ‘Pueblan’ la España vaciada, un lugar camino de convertirse en inmenso cementerio para joyas arquitectónicas del pasado. Evitarlo es, por cierto, cosa de todos.

Miércoles, 20 de Octubre 2021, 13:12h

Tiempo de lectura: 9 min

Son víctimas colaterales de la ‘España vaciada’, miles de edificios que cuentan historias de nuestra historia. Palacios en ruinas, iglesias abandonadas, necrópolis arrasadas, casonas de las que apenas se sostienen sus fachadas, parte todos ellos de nuestro patrimonio histórico. «Basta viajar un poco por nuestra geografía para toparte con infinidad de lugares como estos», resume Alfredo Pérez de Armiñán, uno de los mayores expertos españoles en la protección de este legado.

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Agonía de la arquitectura industrial.Casas de la Salina. Bujaraloz/Sástago, Zaragoza (980 habitantes) Bajo un sol de castigo, el de la comarca de Los Monegros, trabajaron aquí miles de salineros a lo largo de los siglos. El humedal de Las Saladas fue explotado con ese fin desde tiempos romanos hasta el abandono de su actividad industrial, a mediados del siglo pasado. Poco remite hoy a aquellos días. Apenas dos edificios del XVI y el XVIII. Sus fachadas, de piedra sillar con contrafuertes rematados con pináculos y un friso con arquillos y almenas de ladrillo, son el único resto de aquella historia. Un testimonio de nuestra arquitectura con fines industriales camino de desaparecer sin remedio.

Falta de recursos, abandono rural y negligencia forman la trinidad que amenaza la preservación de miles de bienes de uno de los mayores patrimonios de Europa. «Somos el tercer país con más elementos en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco. Y eso es bueno -señala quien fuera, precisamente, director general adjunto del gran organismo cultural de la ONU-. Pero esta política de Estado, la única sostenida por todos los gobiernos desde 1985, se ha convertido en gran coartada para encubrir la falta de diligencia en la protección de los bienes culturales».

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Destrucción de un legado montañes.Casa-palacio de la Chamberga, Santillana del Mar, Cantabria (4229 habitantes) Fue «el más bello de los 109 viejos palacios montañeses», dicen de él antiguos escritos. Belleza difícil de apreciar en estos días, dado su estado actual. Inspirada en la casona de los Sánchez de Tagle, vizcondes y más tarde marqueses de Altamira, esta casa-palacio del siglo XVII, ejemplo típico de la arquitectura rural montañesa, sobria, armónica y de sencilla y ponderada grandeza, corre serio peligro de desaparición.

Tropelías urbanísticas, derribo de bienes protegidos o aberrantes rehabilitaciones saltan de forma recurrente a los titulares. La desaparición de una ermita, un palacio o un resquicio industrial en un pueblo desolado, sin embargo, suele pasar inadvertida. Por eso, dice el hoy académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, «son la parte más vulnerable del patrimonio».

La Lista Roja, creada por la asociación Hispania Nostra y alimentada con denuncias ciudadanas, señala más de mil elementos de nuestro patrimonio cultural en riesgo de desaparición

El descenso demográfico está entre sus mayores amenazas, como señala Víctor Antona, arqueólogo y coordinador del comité científico de Hispania Nostra, principal asociación española en defensa de este legado. «Los vecinos limpian, retejan si se daña una cubierta... -dice-, pero, en cuanto se van, la destrucción se acelera». Dos años de abandono pueden ser suficientes para convertir un edificio en una masa de escombros irreconocible. «Se mueven cuatro tejas, entra agua y, sin darte cuenta, tienes el techo en el suelo».

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Del esplendor a la decadencia.Palacio de los Arias. Molina de Aragón, Guadalajara (3233 habitantes) Mencionada en el ‘Cantar de mio Cid’, esta localidad con muralla, castillo, monasterio e iglesia medieval, además de célebre puente románico, morería y judería, ya contaba en el siglo XVIII de mucho patrimonio del que ocuparse. Un nuevo esplendor que atrajo a familias nobiliarias, promotoras de diversas casonas y palacetes. Fue el caso de los Arias, de origen judío y una de las estirpes más ricas del señorío, que construyeron este palacio en cuya fachada aún figura su escudo. Hoy se encuentra en grave riesgo de colapso. «La propiedad no se hace responsable de su conservación y pronto se vendrá abajo», advierte Hispania Nostra.

La España vaciada se está convirtiendo, así, en una especie de cementerio del patrimonio. «Como nadie lo ve y nadie lo usa -señala Pérez de Armiñán-, nadie percibe que se está destruyendo y, por lo tanto, nadie actúa para remediarlo». Así ocurre con una larga lista de edificios olvidados por las políticas de preservación.

Una ley específica, de 1985, protege todos los elementos del ingente acervo que conforma nuestro patrimonio histórico, aunque lo hace con más garantías a los llamados Bienes de Interés Cultural. unos 17.500 inmuebles en toda España (más otro tanto de objetos muebles). La cifra supone más del doble de los que recibían esta calificación hace 35 años, lo que revela el esfuerzo protector realizado desde entonces. El patrimonio total, sin embargo, es mucho más amplio, con miles de construcciones sin protección específica o en grados que no han impedido su deterioro. Es lo que ocurre, sin ir más lejos, con las siete que ilustran este reportaje.

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Herencia de noble linaje.Casa de Pantaleón Alvear. San Pantaleón de Aras, Cantabria (476 habitantes) Aquí vivieron los Alvear, antiguos señores de esta localidad. Un escudo heráldico preside la fachada de arcos escarzanos de esta casona de finales del XVII. Luce aún las armas de un apellido que acabó inscrito entre los caballeros de la Orden de Calatrava. Hoy, esta construcción -alzada por los mejores maestros de cantería de la región- es parte de un legado cuya falta de mantenimiento clama al cielo.

Todas ellas están incluidas en la Lista Roja, una herramienta creada en 2007 por Hispania Nostra para visibilizar e intentar proteger los elementos en peligro del patrimonio cultural. La iniciativa surgió, precisamente, cuando Pérez de Armiñán presidía la asociación, fundada en 1976, y funciona como un semáforo del patrimonio que desnuda las vergüenzas de quienes deben preservar las joyas del pasado. Esto es, sus propietarios: particulares, administraciones, Iglesia o instituciones culturales, en primer lugar; pero también la sociedad española en general, porque, como subraya Víctor Antona, «el patrimonio histórico es de todos».

“Somos el tercer país con más elementos en la lista de Patrimonio Mundial de la Unesco. Los gobiernos han convertido eso en la coartada para encubrir su falta de diligenia”

Alfredo Pérez de ArmiñánAntiguo director general adjunto de la UNESCO

La Lista Roja suma ya 1043 informes sobre elementos en riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores. Todo ello alimentado con denuncias enviadas por ciudadanos y entidades de todo tipo implicadas en esta lucha contra la degradación y el olvido.

Hasta hoy, el proyecto ha inducido intervenciones en 176 elementos que han dejado de estar «en riesgo», pasando así a una segunda lista, verde en este caso, que reúne los hoy recuperados. Una tercera, negra, incluye bienes ya irrecuperables, otros afectados por atentados urbanísticos a su entorno y aquellos cuya rehabilitación ha alterado de manera irreversible sus valores esenciales. Son apenas nueve, pero revelan el tipo de amenazas a las que, más allá de la despoblación y el abandono, se enfrenta nuestro patrimonio histórico.

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Riesgo de colapso y expolio.Ermita de San Roque. Dehesa de los Romanos, Palencia (37 habitantes) El mantenimiento es la clave. Y sin vecinos este se hace imposible. Por eso, en las localidades con escasa población, los riesgos acechan de forma galopante al patrimonio. Así le ocurre a la ermita de San Roque, que ve como sus dos siglos de historia pueden llegar pronto a su fin. No ayuda la modesta elección de sus materiales. Ya se ha desplomado parte de la techumbre y del suelo, al igual que lienzos del entramado, lo que eleva de forma peligrosa el «riesgo de colapso y expolio», según el dictamen de Hispania Nostra.

Figuran ahí las murallas de Ávila. No por su conservación, sino por la edificación de un centro de exposiciones y congresos y de múltiples construcciones en su entorno exterior, lo que ha causado un «atroz impacto visual a la vista histórica mantenida durante siglos», en palabras de Antona.

Marcados en negro están también el malagueño palacete de los Condes de Benahavís-La Mundial, derruido hace dos años para construir un complejo de diez plantas, pese a formar parte de un bien de interés cultural protegido como el centro histórico de Málaga. También el palacio de Inestrillas, del siglo XVIII, que colapsó este enero en la localidad riojana de Aguilar del Río Alhama. O la Casa de Pico de Velasco, en Carasa (Cantabria), ejemplo de la arquitectura civil del siglo XVII en cuyo interior se levanta hoy un edificio moderno que altera el alzado del inmueble original.

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Lo que la piedra aguante.Iglesia y Casa Rectoral de Sant Quintí. Montclar, Barcelona (129 habitantes) Siglos de misas, bautismos, despedidas y otros rituales llegan a su fin con el abandono de una iglesia, aún hoy centro y referente de la vida social en muchos pueblos y aldeas. Hace mil años ya, esta sirvió de referencia geográfica a los límites de una propiedad vendida por «300 sueldos de oro y plata, caballos y mulas». Hoy, casi nadie se acuerda de ella. A su lado, la casa rectoral construida entre los siglos XVIII y XIX aún conserva la cubierta, pero el conjunto -propiedad del municipio de Montclar y del obispado de Urgell- está totalmente abandonado y en precario estado de conservación.

Descartados estos nueve, quedan pues 858 elementos en rojo. La mayoría de ellos (29 por ciento), en Castilla y León, principal escenario de la despoblación, pero también la comunidad autónoma donde más bienes se han conseguido recuperar para la Lista Verde (33 por ciento). Labor que la ha convertido en referente a la hora de proteger el patrimonio en riesgo. Su director general de Patrimonio Cultural, Gumersindo Bueno, enumera con orgullo varios ejemplos.

Invertir en el Patrimonio ayuda a reactivar la economía. El 40 por ciento del turismo se mueve por interés cultural.

«Tenemos el caso de Valcabado del Páramo, en León, que con menos de 300 habitantes y aliado con Hispania Nostra ha conseguido más de 30.000 euros, vía crowdfunding, para rehabilitar con nuestra ayuda y supervisión el artesonado mudéjar del siglo XVI de su iglesia». Bueno habla también de la resurrección de Foncebadón, en el Camino de Santiago, que llegó a tener una sola familia y cuenta hoy con restaurantes, albergues, ultramarinos y una pensión. Y de la cuenca minera de Fabero, recién declarada Bien de Interés Cultural. Y de Fuenteodra, en el Geoparque Mundial de Las Loras, cuyos ocho vecinos, gracias a otro crowdfunding, han recaudado más de 52.000 euros para recuperar su iglesia gótica.

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Una joya, olvidada, de la Corona.Iglesia de Navalquejigo. El Escorial, Madrid (15.842 habitantes) Carpesios, romanos y musulmanes pasaron por este rincón madrileño, cuyo nombre remite a un árbol, antes de que Felipe II marcara su historia al anexionarse la Corona sus tierras al Real Sitio de El Escorial. Ocurrió en 1564, aunque para entonces esta iglesia fortificada ya llevara dos siglos en activo. Contaba entonces con tres naves y llegó a tener cinco capillas, convertidas hoy en ruina y expuestas, advierte Hispania Nostra, «a la ocupación y el vandalismo».

De hecho, la mitad de las iniciativas de micromecenazgo activadas por Hispania Nostra han surgido en esta comunidad autónoma con, revela Bueno, «2570 bienes de interés cultural, 24.000 yacimientos arqueológicos, 12 catedrales, más de 500 castillos, torres y fortalezas, monasterios…». Una colección descomunal cuya preservación se hace cada día más difícil.

«Desde 2008, la inversión se ha reducido en un tercio en toda España -lamenta Bueno-, cuando sabemos positivamente que invertir en patrimonio ayuda a reactivar la economía». La Unesco y la Organización Mundial del Turismo calculan, de hecho, que el 40 por ciento del turismo se mueve por interés cultural. «Es decir -añade Pérez de Armiñán-, que si el 13 por ciento de nuestro PIB procede de este sector, buena parte ello se lo debemos al patrimonio. No se me ocurre mejor argumento para que entre todos lo cuidemos».