Tras sufrir un derrame cerebral a los 34 años, Lotje Sodderland era incapaz de hablar, de leer y hasta de pensar. Por Sally Williams

Con tiempo y esfuerzo, ha logrado rehabilitar su cerebro y construir una nueva vida. Su experiencia puede ayudar a descifrar los misterios del cerebro. Y ha cautivado a David Lynch, que produce los documentales sobre su caso.

En noviembre de 2011, Lotje Sodderland sufrió un derrame cerebral que a punto estuvo de matarla. No lo sabía, pero había venido al mundo con un anormal amasijo de vasos sanguíneos alojado en el cerebro. Esa noche, por razones desconocidas, el amasijo se rompió.

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Productora en una agencia londinense de publicidad, Sodderland estaba hasta entonces llena de vida y energía. Pasó dos días en coma inducido, y los cirujanos realizaron una intervención de urgencia en los lóbulos parietal y temporal. La operación le salvó la vida, pero no logró revertir los daños causados por la hemorragia en el cerebro. Despertó en un mundo que no reconocía.

Lotje Sodderland tiene ahora 40 años. Hace 6 sufrió un derrame provocado por una malformación congénita

Al principio no podía hablar, escribir, leer ni pensar de modo coherente. Pero, en ese extraño mundo, de un modo u otro se las arreglaba para ejecutar la función de vídeo en su iPhone. «Estoy viva, no estoy muerta», dice en una grabación hecha pocos días después de la embolia. Estos vídeos que ella misma grabó forman la base de una película premiada, My beautiful broken brain (‘Mi bonito cerebro averiado’, 2014), y de una segunda parte que ahora se estrena. Codirigida con Sophie Robinson y con David Lynch en funciones de productor ejecutivo, el documental recoge los altibajos de su proceso de recuperación. Muestra también cómo, unos seis meses después, Sodderland se ofreció voluntaria para participar en un experimento. la aplicación de electrodos en sesiones de 20 minutos de duración, con la esperanza de recobrar la función cognitiva, la capacidad de lectura en particular.

Identifica las letras y escribe, pero no puede leer. No consigue descifrar los textos. Se debe guiar por su oído

Pero las cosas se torcieron de forma catastrófica. No se ha demostrado la existencia de una vinculación causa-efecto, pero el hecho es que después de un mes de tratamiento Lotje sufrió un descomunal acceso convulsivo. Muchos de los progresos efectuados se evaporaron.
Lotje explora esta y otras cuestiones en su nuevo documental Make me a better brain (‘Pónganme un cerebro mejor’). La película se centra en la neurociencia de ultimísima generación. en los científicos que reparan cerebros ‘averiados’ -los de pacientes con lesiones cerebrales traumáticas o con párkinson-, así como en los avances de la neuropotenciación, la mejora de los cerebros de individuos sanos. La entrevista con Lotje es en su domicilio de Londres. Tiene un aspecto estupendo. «Lo llevo todo escondido -dice tranquilamente-. Por dentro estoy hecha un lío».

Explica que tiene la periferia del ojo derecho ciega, por lo que nunca va a poder conducir otra vez. Puede escribir tecleando, pero sigue siendo incapaz de leer. Percibe la letra impresa en distintos tamaños y fuentes, pero no consigue descifrarla.

«Recurro a la tecnología para que me ayude a comunicarme. Por ejemplo, utilizo Siri para descodificar un correo electrónico o un mensaje de texto convirtiéndolos en sonidos».

Lo que ha hecho es cambiar de paradigma: de un modo visual de percepción a otro primordialmente auditivo. Ya no lee, sino que escucha. Pero, como subraya, tiene que ser cuidadosa, pues muchas veces se siente repentinamente «abrumada». Por ejemplo, es incapaz de ver una película por la noche.

El riesgo de sentir

«Se trata de algo físico -explica-. Me entran mareos, siento náuseas… Mis respuestas y procesos cognitivos y sensoriales -la vista, el oído, la cantidad de información que absorbo- son hipersensibles. Razón por la que es fácil que me sienta abrumada y entonces soy incapaz de dormir y, si no puedo dormir, al día siguiente no valgo para nada».

Pero se expresa usted bien y con elocuencia, comento. «Porque a estas alturas he hecho unos progresos enormes y porque estoy hablando sobre mi cerebro, un tema del que me he acostumbrado a hablar. Si me preguntara por la guerra en Siria o algo por el estilo, no podría responder de forma muy elaborada. Sencillamente, me he especializado en hablar de mi cerebro».

Durante la producción de la nueva película, Sodderland fue testigo de algunos de los prodigios de la neurociencia, como las iniciativas destinadas a ‘recuperar’ la memoria de enfermos de alzhéimer… Y aplicaciones más polémicas, como el uso de la estimulación magnética transcraneana o EMT para ‘curar’ el autismo. Me pregunto cómo se las arregló Lotje para hacer el documental en el que es la narradora y tuvo que viajar tanto. «Disfruté mucho con todos estos viajes porque la aventura me encanta -afirma-. En eso no he cambiado en absoluto». Como es de esperar, hubo algunas dificultades. «Me canso mucho al hablar. Las personas con un cerebro normal no se dan cuenta de todo lo que pasa en el cerebro cuando estás comunicándote».

A punto estuvo de desmayarse durante la filmación de la operación realizada a Deirdre Wild, una mujer enferma de párkinson. «Lo que es un poco raro, porque a mí también me habían hecho una intervención cerebral, pero nunca me había parado a pensar en ello de verdad hasta que estuve en el quirófano». De pronto Lotje se sintió horrorizada: la perforación del cráneo, los zumbidos y silbidos de la tecnología usada en el quirófano, la estampa de Deirdre tumbada bocabajo y por completo vulnerable… «Me entró el pánico, un pánico total. No podía creer que me hubiesen hecho lo mismo a mí».

Incógnitas por resolver

Nacida en París en 1977, Lotje Sodderland es hija de una modelo holandesa y de un productor musical fallecido hace tres años. Su hermano, Jan, es ahora su mayor apoyo, junto con su madre. Cuando Lotje tenía unos cuatro años, la familia se trasladó a Inglaterra, donde transcurrió gran parte de su nómada niñez, entre Bristol y Londres.

Tras estudiar Sociología, se marchó a vivir a Ámsterdam, y en 2011 regresó a Londres para trabajar en una agencia de publicidad. La vida se aceleró. «Trabajaba como una loca, siempre estaba de viaje, me encontraba con unos desafíos profesionales imposibles, que de un modo u otro siempre lograba superar. ¡Me encantaba! O es posible que, sencillamente, me gustara no pensar en las cosas, estar siempre ocupada y distraída». Su colapso se produjo cuando llevaba seis meses en el nuevo trabajo.

Entró en un quirófano para rodar una operación como la suya. «Me entró un pánico total. No podía creer que me hubiesen hecho lo mismo a mí»

La hemorragia que sufrió se debe a unas malformaciones arteriovenosas que suelen ser congénitas, naces con ellas, pero no suelen ser hereditarias. Las incógnitas sobre esta enfermedad y lo que la desencadena son numerosas. ¿Y si hubiera llevado una vida no tan frenética? Los especialistas dicen que la hemorragia hubiera podido producirse en cualquier momento o, sencillamente, nunca en la vida. ¿Y si hubiera estado viviendo con otra persona que habría podido ayudarla de inmediato? «Si me hubieran encontrado antes, casi seguro que los daños habrían sido muy inferiores». Pero Lotje es poco dada a la autocompasión. De hecho, dice que habiendo conocido otros casos similares al suyo, cree que es afortunada. Y ahora se siente «muy contenta» porque ha encontrado una nueva pareja, alguien que no la conocía de antes. «Lo que supone una liberación -dice- porque esta persona en ningún caso está esperando ver a la Lotje de antes».

El colapso

Domingo por la noche. Lotje dormía sola en su piso. Recuerda haberse despertado con un horroroso dolor de cabeza. «Miré mi móvil. De pronto, nada tenía sentido». Medio inconsciente, presa del miedo -«tenía claro que era algo muy serio»-, se las arregló para vestirse, salir a la calle y entrar en un hotel. «Traté de pedir ayuda a la recepcionista, pero me miró con extrañeza». La encontraron inconsciente en los baños del hotel.

La calma

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Lotje detalla cómo es su vida cotidiana. meditación durante 40 minutos cada mañana; no más de una hora de interacción con el ordenador y el móvil; ocho horas de sueño por la noche. Y su hogar es reflejo de la importancia que la calma tiene en su vida. Pregunto si echa de menos a la antigua Lotje. «Echo de menos unas cuantas aptitudes, lo mismo que mi trabajo y la vida que llevaba antes, pero estamos hablando de cosas externas. En lo fundamental sigo siendo la misma: animada, contenta, viva».


PARA SABER MÁS

My beautiful broken brain. Documental dirigido por Lotje Sodderland y Sophie Robinson. En Netflix.

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