Soluciones de inversión pensadas para los que no invierten
Invertir no es un lujo, es una necesidad, y la mejor manera de mejorar la salud financiera de uno mismo. También de aquellos que nunca se han atrevido a contratar una solución de inversión.

Estrenarse como inversor sin tener experiencia previa puede dar vértigo y paralizar a muchos que, a pesar de tener capacidad de ahorro, prefieren dejar inmovilizado su dinero y renunciar a los rendimientos que les puedan ofrecer las soluciones financieras más adecuadas a su perfil. El miedo a perder los ahorros, no tener un objetivo claro o carecer de una base cultural financiera sólida son algunas de las excusas que se usan para evitar lanzarse y contratar algún plan de ahorro con una expectativa de rentabilidad superior a la inflación.
Precisamente es la falta de educación financiera uno de los motivos más habituales que esgrimen aquellos que se echan para atrás ante una posible oportunidad de inversión. Y es que, según una de las últimas encuestas de Funcas sobre cultura financiera, el 36% de los españoles de entre 18 y 64 años no cuenta con los conocimientos básicos en finanzas que se necesitan para tomar decisiones adecuadas. Sin embargo, esta no debería ser una barrera insalvable. A falta de una base financiera, siempre se puede recurrir a asesores personales que evalúen cada perfil, analicen su capacidad de inversión y orienten al cliente a tomar la mejor decisión financiera.
Los nuevos inversores necesitan acompañamiento y asesoramiento adaptado a su forma de invertir.
En contra de los que muchos opinan, la tranquilidad económica no pasa por dejar el dinero inmovilizado en una cuenta. Esta idea equivocada nace del miedo a invertir que, a pesar de ser una reacción comprensible, especialmente cuando hay incertidumbre económica o falta de conocimientos financieros, puede tener consecuencias significativas a corto, medio y largo plazo como la pérdida de poder adquisitivo, la dependencia excesiva del empleo o pensiones públicas, y la toma de decisiones reactivas o inseguras.

Hoy existen soluciones de inversión diseñadas específicamente para quienes aún no han dado el primer paso, pero quieren poner a trabajar sus ahorros de forma segura, gradual y con sentido. Planes que, además, suelen permitir aportaciones mínimas. La clave está en encontrar instrumentos accesibles, comprensibles y ajustados al perfil de cada persona, sin necesidad de ser un especialista en economía ni asumir grandes riesgos.
○ Definir el perfil de inversor
No hay nada mejor que conocerse a uno mismo. Sobre todo, cuando hay dinero de por medio. De ahí que lo primero que haya que hacer antes de diversificar los ahorros y crear una cartera de inversión es conocer nuestro perfil. Comprender nuestra ‘huella financiera’ ayuda a invertir sin estrés y con coherencia; y algunas entidades como Grupo MAPFRE cuentan con herramientas, como el cuestionario MiFID, que sirven para determinar este perfil y descubrir, entre otros factores, su tolerancia al riesgo o el objeto de la inversión.
○ Planificar la estrategia de inversión
Una vez conocido el carácter dominante como inversor: conservador, moderado y agresivo; es conveniente planificar una estrategia de inversión. Y, como la veteranía siempre es un grado, en este tramo del viaje lo mejor es contar con un servicio de asesoramiento profesional y personalizado que diseñe la cartera que mejor encaje con el objetivo a lograr. Un asesor en quien se pueda confiar para delegar la toma de decisiones.
○ Elegir las soluciones adecuadas
Grupo MAPFRE ofrece diversas soluciones para ayudar a inversores recién llegados a invertir, adaptándose a distintos perfiles y necesidades. Algunas de sus opciones son los PIAS (planes individuales de ahorro sistemático), que se adaptan al perfil del cliente; fondos de inversión, que permiten acceder a mercados diversificados; y programas como Horizonte Inversión, diseñado para adaptarse al perfil de riesgo y horizonte temporal del cliente