Invertir a largo plazo: estrategias para no depender del mercado
Una planificación sostenida a largo plazo no solo es rentable, sino también una estrategia sólida para gestionar el riesgo y hacer crecer el patrimonio de forma consistente.

Si tuviéramos que hacer el retrato robot del típico inversor español lo dibujaríamos prudente y con tendencia a la diversificación en sus activos. Un perfil tipo que justifica el crecimiento continuado de la opción de los fondos de inversión como instrumento de ahorro que, según datos del Banco de España, han pasado del 8% en 2013 al 16% una década después.
Poco a poco el inversor español va apostando por el largo plazo, y ha encontrado en otros instrumentos de ahorro, más allá de los tradicionales depósitos, otras opciones para hacer trabajar su dinero, como los fondos y los seguros de vida ahorro. Además, en un contexto tan volátil, tanto desde el punto de vista económico como geopolítico, la inversión a largo plazo se presenta como la mejor alternativa para esquivar las posibles embestidas financieras. Y para hacer frente a la inflación, que provoca un efecto corrosivo en el valor de los ahorros, año tras año, si no se invierte en productos que ofrezcan rentabilidades iguales o superiores a ella.

Eso sí, el largo plazo requiere paciencia. Sus efectos no se dejan notar hasta pasado un tiempo, por eso este tipo de inversión está pensada para los que se han marcado un objetivo en cinco años, como pronto. Pero la paciencia tiene su recompensa, porque los productos de inversión a largo plazo no sólo son los más aconsejados para esquivar la volatilidad de los mercados, también suelen ofrecer beneficios tributarios, como el diferimiento fiscal, lo que significa que solo tributan cuando se vende la inversión, y permiten aprovechar el interés compuesto.
Invertir a largo plazo y diversificar bien la cartera permite amortiguar los impactos negativos de los ciclos económicos, mejorar la estabilidad del portfolio a lo largo del tiempo y hacer crecer de forma sostenible el patrimonio. Configurar una cartera de inversión a largo plazo requiere un análisis previo, una buena combinación de soluciones flexibles y acompañamiento experto.
Definir el perfil de riesgo y el horizonte temporal
Cuando se diseña una cartera de activos a largo plazo hay que definir los productos financieros que mejor se adecúen con el perfil de riesgo del inversor y el para qué de esta inversión. MAPFRE, a través de su red de asesores especializados, ofrece activos diversificados diseñados para todo tipo de perfiles, desde conservadores hasta arriesgados, y adaptados a los objetivos de cada ahorrador: jubilación, estudios, compra de vivienda o protección familiar.
Constancia y revisión
Una vez diseñada la cartera, hay que establecer un plan de aportaciones periódicas (mensuales o trimestrales), aprovechar el interés compuesto y evitar intentar ‘adivinar’ el mercado. Estas aportaciones reducen el impacto de comprar en máximos y ayudan a construir disciplina. Además, obliga a la revisión de la cartera una o dos veces al año para balancear el conjunto de activos en los que se ha invertido.
Colchón de seguridad
Aunque el enfoque sea a largo plazo, siempre es aconsejable reservar un porcentaje de la cartera para liquidez o activos defensivos que sirvan para afrontar imprevistos. Esta estrategia permite no tener que vender en pérdidas si surge una emergencia, aprovechar las oportunidades del mercado y tener mayor tranquilidad mental.