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A toda vela

Lunes, 26 de Diciembre 2016

Tiempo de lectura: 1 min

La gastronomía, como las grandes actividades culturales del hombre, surge de la suma de experiencias individuales sostenidas sobre conceptos compartidos. La cocina contemporánea se está construyendo sobre el retorno al principio: al producto, a la tierra y al mar, apoyándose en ideas que suenan tan modernas como 'singularidad' y 'sostenibilidad'. El mundo de los vinos vive una búsqueda idéntica, con la vanguardia tratando de encontrar la verdad en la viña y en la elaboración casi natural, en contraste con la sofisticación anterior alentada por las promesas 'parkeristas' de prosperidad para todo aquel que aumentara la potencia y concentración en sus botellas. El movimiento de liberación fermenta lentamente por toda la geografía, pero lo hace en Galicia como en ningún otro lado. Los gallegos están buscando su futuro en comunión y miran hacia adentro -de sí mismos y de su tierra-, lo que tiene bastante de revolucionario para un pueblo que siempre pensó el mañana y tentó a la fortuna lejos de sus fronteras. Una mezcla virtuosa de energía, ilusión, creatividad, compromiso y camaradería empapa los rincones del reino galaico, desde las escarpadas laderas de la Ribeira Sacra hasta los viñedos que frisan la costa en Cambados. Pioneros de su cocina creativa, como Pepe Solla y Xosé Cannas, alientan a la siguiente generación en la que en vez de rockeros han salido poetas, como Javi Olleros. Hombres de viña y bodega como Rodrigo Méndez o Xurxo Alba comparten la ilusión por demostrar que el albariño es una de las más grandes uvas del mundo, capaz de dar vinos longevos que compitan con los viejos borgoñas. Galicia se ha convertido en el Far West, aquel territorio rico e indómito en el que se depositaba la esperanza.