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Thomas Harris, el creador de Hannibal Lecter "Yo no invento nada. Todo ha pasado en la vida real"

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Hace décadas que no concede entrevistas ni firma libros. Pero lleva casi medio siglo aterrorizando a millones de lectores. Hablamos con Thomas Harris, el escritor que está detrás del monstruo.

Viernes, 29 de Octubre 2021

Tiempo de lectura: 6 min

Es el creador de uno de los monstruos más pavorosos. Hannibal Lecter, el asesino en serie famoso por su perversidad, por deleitarse comiendo las vísceras de sus víctimas, que previamente ha cocinado con esmero. Pero él, asegura, no inventa nada. «Nada en absoluto, que yo recuerde -explica-. Todo ha sucedido de verdad. No hay nada inventado. Con lo que pasa en el mundo, no hace falta recurrir a la invención».

Vio la película ‘El silencio de los corderos’, tres años después de su estreno, en la tele y por casualidad

Thomas Harris, de 81 años, repite esta idea cada vez que se le pregunta por un personaje o una trama. Quizá el novelista no tenga tanta capacidad de imaginar lo siniestro como pensábamos; quizá sencillamente tiene un especial ojo clínico para el ser humano y sus impulsos más tenebrosos.

Harris lleva casi 50 años metiendo el miedo en el cuerpo a los lectores con sus espeluznantes novelas. Sin embargo, no se sabe mucho sobre él y su proceso creativo. Nuestro hombre ni firma libros en público ni asiste a las presentaciones de sus obras. No ha concedido una entrevista significativa desde mediados de los setenta. Según dice, prefiere que sean sus novelas las que hablen por él.

Con el paso de los años, su silencio ha hecho que los lectores tengan aún más interés por el hombre que está detrás del monstruo. De hecho, lo más sorprendente de Cari Mora -novela que publicó en 2019, tras 13 años de mutismo- es que Harris estuvo dispuesto a hablar de ella. «Uno hace lo posible por reinventarse». Por primera vez desde su debut literario con Domingo negro (1975), no sale Hannibal Lecter.

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El nacimiento de una leyenda.Retratado para las contraportadas de ‘Domingo negro’ y ‘El Dragón Rojo’, en el que ‘nace’ Lecter. «Sigo pensando en Hannibal. Me pregunto dónde andará metido ahora», dice el escritor.

«Todavía hoy sigo pensando en el personaje de Hannibal; a veces me pregunto en qué andará metido ahora. Pero esta vez quería hablar de Miami, la ciudad donde vivo, de la gente que lucha para salir adelante, de las aspiraciones de tantos recién llegados -manifiesta el autor-. Esa ansia de llevar vidas totalmente diferentes a las que dejaron atrás».

UN DISCRETO DESCONOCIDO PARA SUS VECINOS

El sol brilla en lo alto. Estamos en un centro de adopción y rescate animal en Miami. La protagonista de esta novela ayuda como voluntaria en este lugar. Harris también.

El escritor visita el centro desde hace más de 20 años. Ha traído ardillas que perdieron a sus madres y un ibis herido; también ha participado en un taller de curación de animales. Hasta hace pocos años, el director del centro no sabía quién era. Hablando con él nos cuenta: «Un día se me ocurrió preguntarle a qué se dedicaba, y respondió que era escritor. ‘¡Ah, qué bien!, y qué cosas escribe?’. No teníamos ni idea. Es un hombre de lo más amable y considerado».

El hecho de que Thomas Harris -famoso por sus psicópatas y asesinos en serie– se desviva por los animalillos heridos puede sorprender a sus lectores, pero no a los pocos que lo han tratado en persona. Harris es un hombre muy celoso de su privacidad, pero sin llegar a la misantropía de J. D. Salinger. Cuando no escribe, dibuja, cocina y monta cenas con los amigos. Pasa horas sentado en el jardín de su casa junto al mar, observando ibis, comadrejas, iguanas y delfines. Con el verano se marcha con su pareja, Pace Barnes, a la vivienda que tienen en Sag Harbor (Nueva York).

A pesar de su aversión a las entrevistas, Harris es un anfitrión atento y servicial que hace gala de unas maneras impecables. En público, sin embargo, se muestra vigilante y hasta desconfiado. A veces utiliza la pantalla de su teléfono móvil como espejo para observar qué sucede a sus espaldas. Para él, la fama, «más que otra cosa, es una molestia».

La mayor parte de los días, Harris comienza a trabajar hacia las ocho y media. Escribe hasta las dos o las tres; come y se echa una siesta. Hay días en los que tan solo llega a concluir un párrafo. Si está bloqueado en un capítulo particularmente difícil, escribe a mano.

Para él la escritura es un proceso casi pasivo, algo que le sucede, y no algo que hace. Sus novelas empiezan por una escena que le viene a la mente y a continuación trata de dilucidar qué fue lo que pasó antes y qué tuvo lugar después. Habla de sus personajes como si formaran parte de la vida real, como si llevaran existencias paralelas, ajenas a sus libros.

Su trabajo creativo puede ser insoportablemente lento. Los lapsos entre la publicación de una novela y la siguiente se cuentan por lustros y hasta por decenios.

«A veces no te queda más remedio que remangarte y meterte en faena hasta el fondo -dice Harris-. Hay días en los que vas al despacho y eres el único que comparece, tus personajes no se presentan y te pasas la mañana sentado a solas frente al escritorio, diciéndote que eres tonto de remate. Otros días hay suerte y todo el mundo se presenta al trabajo. En cualquier caso, el escritor debe hacer acto de presencia todos los días. Porque si de pronto brota una idea, te conviene estar en situación de cogerla al vuelo y aplicarla».

Creció en un pequeño pueblo de Misisipi: “Durante mi niñez, casi no tenía más compañeros que los pavos de la granja”

Harris creció en un pueblo de Misisipi. Su familia tenía campos de algodón, soja y trigo. «Durante la niñez casi no tenía más compañeros que los pavos de la granja». Luego se licenció en Lengua y Literatura Inglesas y trabajó como periodista en Texas. Uno de sus reportajes lo llevó al norte de México, donde conoció al médico de una prisión: el hombre que más tarde le inspiró la figura de Hannibal Lecter.

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Hannibal, el personaje más famoso.Con la publicación de 'El silencio de los corderos', Hannibal Lecter se convirtió en un personaje archifamoso. La novela se vendió por millones. Poco después fue llevada al cine protagonizada por Jodie Foster y Anthony Hopkins en el papel del perverso asesino en serie.

En 1968 entró a trabajar para la agencia Associated Press en Nueva York como periodista de sucesos. Su función: cubrir robos, asesinatos… Junto con otros dos compañeros creó la trama de Domingo negro, una novela sobre unos terroristas que planean un atentado en la Super Bowl. (Los tres se repartieron el adelanto de la editorial, pero Harris fue quien escribió el libro).

En su segunda novela, El Dragón Rojo, nos presentó a Hannibal. La escribió mientras cuidaba de su padre, enfermo. Stephen King la comparó con El padrino; más tarde describió a Lecter como «el gran monstruo de ficción de nuestra era». Con la publicación de El silencio de los corderos (1988), Hannibal Lecter se convirtió en archifamoso y la novela se vendió por millones. En 1991 fue llevada a la pantalla con Jodie Foster y Anthony Hopkins. El resultado: cinco premios Oscar.

AGOTAR UNA FRANQUICIA

Sin embargo, Harris no vio la película hasta mucho más tarde. Dos años después de que El silencio de los corderos barriera en los Oscar, una noche conectó la televisión para ver el tiempo y se topó con un canal de películas. «Los diálogos me sonaban -rememora-. Así que continué mirando. Y la película resultó ser magnífica».

“Hay días que vas al despacho y eres el único que comparece, tus personajes no se presentan”

Harris volvió al personaje en otras dos novelas. Hannibal y Hannibal: El origen del mal. Pero la explotación de la franquicia hizo que la gente comenzara a hartarse del caníbal. Los críticos no fueron benévolos. Hasta su agente literario reconoce que los fans han terminado por cansarse.

Aunque Harris no descarta retomar el personaje más adelante, asegura que ha sido un alivio olvidarse de él durante tiempo. «Tenía otras cosas en mente», agrega.

Con el paso de los años, los periodistas y biógrafos han especulado sobre las razones que llevaron a Thomas Harris a no hablar de su obra en público. Según él, simplemente ni necesitaba ni le gustaba ser entrevistado: «Tuve la suerte de que mis libros encontraran un público lector sin necesidad de que me implicara en su promoción».

Los conocidos a veces siguen preguntándole por el origen de sus escabrosas historias. Yo mismo formulo la pregunta y Harris se me queda mirando como si la respuesta cayera por su propio peso. «Siempre contesto lo mismo: yo no me invento nada. Basta con mirar alrededor. Todo lo que escribo ha sucedido en la vida real».

Sonríe y guarda silencio. A su modo cortés, viene a comunicarme que no tiene más que decir.

@ The New York Times Magazine
Etiquetas: Escritores